A veces ocurre, desafortunadamente,
que las tecnologías o determinadas tecnologías no son accesibles; en este caso,
culpa clara, sería de la industria y de sus directivos. Pero, ¿qué ocurre cuando
hay soluciones tecnológicas accesibles y usables, y las decisiones
“tecnológicas” que generan desigualdad o discriminación las toman los humanos?.
Con las tecnologías sucede un
paradigma preocupante que lleva presentándose desde que entramos en la denominada
Sociedad de la Información
y la
Comunicación. Reclamamos su accesibilidad y usabilidad,
exigimos su evolución al diseño para todos, muchas veces las demonizamos como
culpables de las brechas sociales. Sin embargo, las tecnologías, y
especialmente las tecnologías de consumo y comerciales, cada vez en mayor
medida van incorporando soluciones, recursos y
medios que facilitan la accesibilidad y usabilidad. La variedad de
modelos que encontramos en el mercado hacen que muchas veces, lo que no
encontramos en un modelo que se adapta a nuestra necesidad lo veamos en otro.
Según avanzamos en el tiempo, aparecen soluciones tecnológicas que nos ayudan a
resolver requerimientos de nuestras vidas, cada vez más adaptativos.
Resulta cada vez más difícil echarle
la culpa a las tecnologías, aún cuando no son perfectas ni lo serán jamás, por
mucho que se acerquen a la definición literal que de la perfección hace el
diccionario. Pero la culpa del desconocimiento sobre su potencial y utilidades
no es de la máquina, más bien de las personas. Y las decisiones sobre qué
tecnología utilizar o implementar en servicios públicos dirigidos al ciudadano,
que sea adecuada a cada tipo de usuario, no las toman las máquinas, las toman
las personas. Cuando existe tecnología adecuada, o al menos más adecuada, para
ejercer derechos y cumplir obligaciones, y ésta no es puesta a disposición del
sujeto de derecho, ¿a quién echamos la culpa?.
No poder ejercer los derechos en
igualdad de condiciones por cualquier persona con limitaciones funcionales es
grave, muy grave. Doblemente grave cuando existe tecnología adecuada para ello.
Derecho a tener en las actividades relacionadas con la educación pública, sea
obligatoria o universitaria, servicio de subtitulado para personas con
discapacidad auditiva, por ejemplo. ¿O acaso no existe tecnología para ello?.
Derecho a acceder a la información pública, de las Administraciones, en
cualquier sector, en formato accesible: sanidad, medicamentos, oposiciones,
servicios de seguridad, tráfico, transportes… en formatos digitales
estructurados y accesible. ¿O acaso no existe tecnología para ello?. La
diversidad de terminales inteligentes, smartphones, tabletas u ordenadores
permite que existan, prácticamente seguro, alguno más usable para cada
necesidad, y cada vez más. Mi pregunta es, si existen recursos y productos
tecnológicos que facilitan la usabilidad y permiten la accesibilidad, ¿la
responsabilidad es de las Tic’s, elementos inanimados ellos, o de quién toma
las decisiones de usar unas u otras, o directamente no usar las adecuadas?.
Derecho a una participación electoral, como votante, en igualdad e individual,
a través del voto electrónico. ¿O no existe tecnología para ejercitar el voto
electrónico? Quizás habría que comentarlo con Paul Allen, fundador de Microsoft
junto a Bill Gates, que acaba de invertir 30 millones de euros en una empresa
catalana, Scytl, especializada en voto
electrónico y procesos electorales, con presencia en unos cuantos países.
Las personas crean a las
tecnologías, y son responsables de cómo se crean (útiles, accesibles,
usables…). Pero las tecnologías no son responsables de por qué se usa cada una,
del por qué se eligen unas inaccesibles sobre otras menos, ni del por qué se
establecen obligaciones a los ciudadanos, con posiblemente consecuencias muy
serias, de cumplir esas obligaciones legales con Tic’ o servicios tecnológicos
inaccesibles. Determinadas obligaciones fiscales deben realizarse, desde este
año, única y obligatoriamente a través de medios telemáticos. Es el caso de la
declaración del IRPF, o el resumen anual del IVA para empresarios y autónomos.
Pero resulta que las aplicaciones y los procesos no son accesibles. Si el
obligado fiscal no cumple, seguro que le cae la sanción correspondiente. ¿Pero
qué ocurre si el obligado es ciego?. ¿Es responsable? ¿O sería responsable
quien autoriza a realizar ese trámite únicamente a través de medios telemáticos
inaccesibles? ¿Quién debiera pagar la posible sanción?. Aquí la tecnología no
tiene culpa alguna, porque hacerla accesible, se puede. Y si no se pudiera,
jamás debiera existir esa obligación.
Si el no poder ejercer determinados
derechos porque no se utilizan tecnologías y recursos tecnológicos adecuados es
grave, más lo es que recaigan sobre el ciudadano con limitaciones funcionales o
mayores, además, consecuencias económicas o físicas. ¿Y si una persona con
discapacidad auditiva, en una vista judicial, no entendiera bien el contexto de
una pregunta, porque la sala no está acondicionada con bucles magnéticos? Un
testigo tiene obligación de declarar y contestar, y podría darse el caso de una
contestación errónea, que hiciera pensar en una falsedad, por no entender
adecuadamente la pregunta. O sencillamente, no acudir a juicio por no recibir las
notificaciones en formato digital accesible. ¿De quién sería la responsabilidad
de no utilizar servicios de aviso visuales, acústicos y entendibles, si en un
centro de trabajo existen personas con discapacidad sensorial, intelectual, o
mayores?. Cuando la tecnología y los recursos existen, son las personas las
responsables de las brechas digitales, sociales, y de las situaciones de
discriminación e indefensión. Sabemos que los servicios y contenidos que nos
permiten desarrollar las actuales tecnologías pueden ser accesibles y usables,
a través de las web’s, códigos QR y NFC, elementos multimedia, audioguías y
servicios interactivos, e incluso desarrollos de simplificación del lenguaje y
comprensión cognitiva y facilitada, utilizando tecnología Watson de IBM,
interactuando en lenguaje natural. Si todo ello es posible, y podemos
utilizarla para acceder a información en alimentos, composiciones, fechas de
caducidad, servicios médicos, información al ciudadano, guiado urbano en
espacios edificados y construidos, videoconferencias en lenguas de signos para
utilizar servicios públicos, libros interactivos y diseñados en 3D en
educación, …
En definitiva, Responsabilidad
social tecnológica. Y esta premisa no depende de las tecnologías, más bien de
quien decide qué y cómo cuando existen alternativas accesibles y usables. La Responsabilidad Social
Tecnológica analiza, más allá de las cualidades de determinado producto o
servicio tecnológico, el impacto que ejerce sobre la persona o colectivos de
ciudadanos, la implantación de una tecnología u otra, y de la forma de diseñar
y utilizar los servicios al usuario con tecnología. La diferencia es que, si
bien la
Responsabilidad Social Tecnológica se debe tener presente
tanto en el ámbito público como en el privado, las consecuencias son distintas
y más o menos graves depende de dónde.
En el ámbito público no debe haber
“negociación” posible, no utilizar el principio de Responsabilidad Social
Tecnológica en la adquisición de bienes y productos TIC y su generación de
servicios, puede suponer, desde luego, discriminación y falta de igualdad de
oportunidades. Más grave aún, negación de la posibilidad de ejercer derechos
como ciudadano; y aún más grave, posible indefensión ante actuaciones
obligatorias ante la
Administración, como dije antes, con perjuicios serios
económicos y personales al ciudadano con determinadas limitaciones. Por cierto,
también más gasto público, para enmendar “parcheando” sus errores.
¿Y en el ámbito privado? Pues,
señores, aparte de las clásicas discriminaciones y no igualdades, entre otras
cosas, que quizás al empresario le importen menos, pues es que afecta al
negocio. Sí, aunque sea difícil de observar. Tanto virtual como físico. La
implantación de determinadas TIC y servicios tecnológicos en el comercio, por
ejemplo, afecta seguro al incremento de clientes. “Captación” de información
comercial, de ofertas, facilidad de pago y plataformas de pago sencillas y
usables, adaptabilidad de las herramientas TIC, sistemas de información
electrónica adecuados… En fin, creo que sigue siendo necesario profundos
cambios en la forma de generación del conocimiento del mundo TIC y sus
recursos, para que, de una vez, se den la mano el beneficio social y el
beneficio económico.
Muy buena e interesante reflexion juan carlos. Como muchas otras cosas los derechos parecen ir detras de las obligaciones. Desde luego este debate no se abre en el sector publico a pesar de las buenas demostraciones de uso que han realizado instituciones como la ONCE y ciertamente es algo de sentido comun que esperemos entre todos podamos incidir en la Administración para que acelere la acción. Como tantas otras cosas en nuestro querido sector público hace falta una "sacudidura" palabra gráfica y de aplicabilidad aun no enlatada en el diccionario.
ResponderEliminarMuy buen artículo Juan Carlos. Efectivamente toca pensar que no es un problema TIC sino de los humanos que estamos tras ello. Ni es tan complicado ni tan costoso.... quizás pronto veamos que ambos beneficios se den la mano,aunque inexplicablemente ("inexplicablemente??") están tardando más de lo deseado :( Un abrazo!!
ResponderEliminarMuy buen artículo Juan Carlos. Efectivamente toca pensar que no es un problema TIC sino de los humanos que estamos tras ello. Ni es tan complicado ni tan costoso.... quizás pronto veamos que ambos beneficios se den la mano,aunque inexplicablemente ("inexplicablemente??") están tardando más de lo deseado :( Un abrazo!!
ResponderEliminarCreo que este post puede invitar a una profunda reflexión, sobre todo a aquellas personas que tienen el poder de decisión, tanto en el sector público como en el privado.
ResponderEliminarTengo la satisfacción de formar parte de un proyecto, Conocea, cuyo objetivo es enseñar a usar las diferentes plataformas web y móviles a través de pequeños vídeos de 60-90 segundos, y en nuestro roadmap figura el hito de que todos los vídeos estén subtitulados.
Si lo cree oportuno, estaría encantado de poder contactar con usted y enviarle una breve presentación de lo que hacemos, creo que le podría resultar muy interesante sobre todo para los discapacitados auditivos.
Un saludo.