Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. (Bertolt Brecht)

Muchos me llamaran aventurero, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. (Ernesto "Che" Guevara)

Aquellos que ceden la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad. (Benjamín Franklin)

viernes, 16 de septiembre de 2011

Visionarios tecnológicos & Visionarios de la discapacidad

En la conferencia inaugural de la decimosegunda edición del BDigital Global Congress en Barcelona, en el año 2010, el célebre físico Michio  Kaku manifestó, con gran contundencia, que Internet y las nuevas tecnologías no sólo lograrán sobrevivir a la crisis económica, sino que además conducirán a la sociedad que conocemos hacia un nuevo status, al capitalismo perfecto. Michio Kaku es catedrático de Física Teórica de la Universidad de Nueva York, divulgador científico de la BBC y Discovery Channel, y es el cofundador del campo de la teoría de las cuerdas. El sr. Kaku dista mucho de ser un ilustre escritor de fantasías de ciencia ficción, pero sí es un reconocido y prestigioso visionario de las inminentes realidades científicas y tecnológicas. Kaku nos avanzaba un futuro inminente donde nuestros espacios de “hábitat” estarán compuestos de paredes inteligentes con las que interactuar, utilizaremos lentillas con realidad aumentada, microchips instalados en todos los objetos que nos rodean, e incluso ordenadores controlados con la mente. Poco después de este congreso, centrado en el internet del futuro (¿futuro?), Kaku publicó su último libro, “Física de lo imposible”, donde iba más allá en sus augurios: "En la década de 2020 puede llegar la era del control telepático de los ordenadores", y “gracias a la realidad aumentada, "el usuario vivirá en un mundo parcialmente real y virtual", asegura. En definitiva, un visionario, pero científico. ¿Alguien sabe cuánto queda para el 2020?

Pocos meses antes, otro célebre visionario, que no merece duda alguna, se encontraba como tantas veces en un escenario muy conocido para él, el Moscono Center. Era un 27 de enero de 2010, en San Francisco, y este visionario se llama Steve Jobs, el alma natural de Apple. Ese día, ante una expectante y numerosa audiencia, presentó un aparato novedoso entonces al que denominó tableta. Cuando aún no se han cumplido dos años desde su salida a la luz, hace un par de meses la consultora In-Stat calculaba que en 2017 existirán 250 millones de tabletas activas en el mercado (a las que habría que sumar todas aquellas ya fabricadas y que han ido cayendo en desuso). Para entonces, según sus previsiones, cerca de un 90% estarán bajo la influencia o en la órbita de Apple y Google, perseguidos por Microsoft. El ordenador irá envejeciendo, pese a que todavía en 2012 se venderán 120 millones de unidades, mientras las tabletas de Apple se pondrán en 55 millones de unidades vendidas, y 45 millones con Android.
Estos visionarios son los que mueven la industria tecnológica, y no sólo este sector. Es difícil imaginar el poder del sector financiero y bancario, por ejemplo, sin el potencial y los recursos que les proporcionan estos visionarios tecnológicos. Y bien que lo aprovechan. Hasta el punto de que no es tontería preguntarse quién tiene en la mano a quién, ¿el poder financiero al tecnológico, o el tecnológico al financiero, quien sin el soporte tecnológico no tiene sentido hoy en día?.

Sin embargo, hay un sector que se queda fuera de juego, y no es otro que el social, el que debe garantizar un mayor bienestar en igualdad de condiciones a todos los ciudadanos, y especialmente a aquellos que se encuentran con mayores necesidades o necesidades especiales. Es decir, las personas con discapacidad o limitaciones, las personas mayores y, por qué no, todas aquellas sin recursos para participar en esta nuestra sociedad de la información y del conocimiento. En un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial, se pone de manifiesto que alrededor de 1.000 millones de personas –un 15% de la población- sufren algún tipo de discapacidad en el mundo. Este porcentaje, muy lejos de decrecer, va a seguir aumentando en los próximos años debido al envejecimiento de la población en los países occidentales, y al estancamiento del bienestar por la crisis en los países en desarrollo. Resulta francamente sorprendente que, entre los 1.000 millones de personas con discapacidad en el mundo, no tengamos “visionarios” (ingenieros, desarrolladores, consejeros delegados, asesores,…) también dentro del circuito principal del desarrollo tecnológico que trabajen conjuntamente o dentro de los imperios de estos “visionarios “ tecnológicos que mueven el mundo, y que son los que nos presentan las realidades que si o si vamos a utilizar, por supuesto siempre “ad inicio” sin las debidas condiciones de accesibilidad y usabilidad.

Resulta curioso observar cómo todos los “visionarios” pro derechos de igualdad de las personas con discapacidad o limitaciones, y mayores, los encontramos en el circuito secundario de competición (metafóricamente hablando, fuera de la fórmula 1, y corriendo en la fórmula 3000), es decir, en el legal y reivindicativo. Y el circuito legal está muy bien, y es completamente necesario, de acuerdo, pero un tanto desalentador. En España, por citar un ejemplo y por disponer de una de las legislaciones sociales más avanzadas, regulamos la accesibilidad y usabilidad tecnológica principalmente en el Real Decreto 1494/2007 de condiciones básicas para el acceso de las personas con discapacidad a las tecnologías, productos y servicios relacionados con la sociedad de la información y medios de comunicación social. No nos engañemos, este RD con nombre tan rimbombante sólo incluye algunas condiciones básicas de accesibilidad y usabilidad a los terminales de telefonía móvil, las páginas de internet, contenidos a la TV y algunas condiciones de accesibilidad a la TDT, y poco más. La ultimísima regulación legal en lo vinculado a lo tecnológico, la tenemos en la Ley 26/2011, de 1 de agosto, de adaptación normativa a la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, donde en su art. 16 se obliga a que las páginas de internet que contengan o den soporte a redes sociales sean accesibles… ¡¡¡siempre que su volumen anual de operaciones, supere los 6.101.121,04 € !!!. Nada tenemos en nuestra robusta legislación, el circuito secundario de “persecución” a la accesibilidad tecnológica, que hable de las tabletas, del Cloud, de la realidad aumentada, de NFC, o de las últimas tendencias del comercio electrónico. Y desde luego, nada sobre todo aquello que vaticina Michio  Kaku. Hay, sin duda, dos tipos de grandes visionarios: el tecnológico, que ve el futuro, y el de la discapacidad y social, que normalmente sólo ve el presente (si bien es cierto que muchos padecen de discapacidad visual o ceguera).

Sólo teniendo “visionarios” y luchadores con discapacidad o conocedores de las necesidades de la discapacidad, y de los mayores, dentro de la industria tecnológica, se empezará a ganar la batalla de la accesibilidad y usabilidad. Y sólo teniendo “visionarios” de la discapacidad dentro, se podrá explicar a la gran industria que cada aparatito que sacan, además, tiene muchas más utilidades que las pensadas o conocidas por ellos, como ha quedado demostrado con las “utilidades emergidas” desde las tabletas para las personas con discapacidad intelectual o mental, logrando niveles de recuperación cognitiva importantes, o como ha ocurrido con la Kinect de Microsoft, cuyas posibilidades interactuación por parte de muchas personas con gran discapacidad son enormes. De este modo, entonces y como valor añadido, se podría enseñar a vender a las redes comerciales de las empresas de estos “visionarios tecnológicos”; si conocen todo para lo que sirve lo que venden, venderían más y a muchos más. En definitiva, y como mantengo siempre, la persona con discapacidad, y su familia, son consumidores. No nos andemos con medias tintas, pues, seamos materiales por el bien social, ¡¡¡señores, hay negocio para todos, económico y social!!!.

¿Será posible que no tengamos ningún “visionario” con discapacidad o conocedor de la discapacidad, entre los 1.000 millones, pegado a los “visionarios” tecnológicos e infiltrado en sus reductos?. Claro que, como en todo, habrá que hacer una reflexión y valorar los riesgos. ¿Y si por hacer un bien, la liamos?; ¿y si por conseguir “introducir” visionarios tecnológicos expertos en discapacidad, y mejoran las cosas, tenemos que prescindir de puestos de trabajo como “visionarios pensadores, filosóficos y reivindicadores” de la discapacidad en el circuito secundario hacia la accesibilidad y usabilidad tecnológica?.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Digamos las cosas claras, y así avanzaremos mejor y más rápido


Mientras en España este último mes dividíamos a nuestro país en cuatro, a saber: los que a modo de asalto al estilo antiguo, atacan y nos plantan una reforma constitucional por la espalda, mientras piensan cómo nos van a convencer dentro de dos días en la cita con las urnas,; los que están o han estado de vacaciones; todos los que han estado buscando “su trabajo perdido”, y las decenas de miles de indignados; y todos aquellos que han estado esperando para, y luego cuando ha llegado, adorar a su santidad Benedicto.  Bien, pues mientras todo esto ocurría por aquí, resulta que el mundo sigue girando, y nuestro mundo tecnológico más deprisa que ninguno.  Porque quien más corre en nuestra nueva sociedad es, sin lugar a dudas, este sector que nos “comunica”, nos conecta y nos vende sus realidades. Mientras la FAO se mueve a su ritmo, con lentitud desesperante e inaceptable para tomar decisiones y encontrar soluciones en relación a la hambruna en el Cuerno de África y su extensión a Somalia y países limítrofes, nuestras tecnologías, las empresas que las mueven y sus decisiones ejecutivas no han parado de sucederse en este mes a ritmos vertiginosos.

Así, durante este mes “de vacaciones”, Steve Jobs nos anuncia que deja la presidencia ejecutiva de Apple, abriendo la mayor de las incertidumbres en su historia; Google desembarca definitivamente como en Normandía con Google+, y además compra Motorola Mobility mientras tanto, para perseguir a Apple; HP nos anuncia que deja de interesarle la fabricación de equipos informáticos y dispositivos móviles, y se vuelca en el software,  comprando el grupo de programas informáticos Autonomy por 10.000 millones de dólares, siguiendo la estela de IBM; Sony, Hitachi y Toshiba se fusionan para dominar la fabricación de paneles LCD; Facebook anuncia que comprará hasta 20 empresas externas para hacer frente a Google; Nokia anuncia que a partir de ahora sólo desarrollaran terminales móviles con Windows Phone; y China supera en ventas de ordenadores a EEUU, con Lenovo a la cabeza. Mirémoslo por el lado positivo: los grandes señores tecnológicos son los mismos, y así están localizados.

Mientras todo esto ocurre, sigue habiendo colectivos que siguen sin encontrar ni soluciones ni recursos entre tantas soluciones y recursos, y que pasado este mes, entrando en un nuevo septiembre, siguen teniendo las mismas necesidades y las mismas limitaciones para poder usar y servirse de las tecnologías, y tener en muchos casos las mismas “oportunidades” que el resto de los ciudadanos.  Cuando una sociedad teóricamente moderna como la actual gira y depende de la tecnología en todos sus sectores (sanidad, educación, empleo, servicios sociales…), cada día que pasa sin incorporar productos y servicios accesibles significa empujar un paso hacia detrás a grandes colectivos de ciudadanos con determinadas necesidades y condicionantes. Así, y mientras tanto, de este modo, y como en la economía, quién más va a sufrir esta velocidad es el ciudadano con determinadas necesidades especiales, con alguna discapacidad y/o las personas mayores. Sin embargo, bien sabemos que el pararse un poco, y dedicar el tiempo necesario a pensar, buscar y planificar, casi siempre resulta más rentable que el sólo pedir “derechos” e improvisar soluciones. La situación tecnológica actual, el mercado, los recursos y las realidades ya existentes nos pueden ofrecer muchas más soluciones de bienestar de las que creemos. Incluidas soluciones accesibles y usables.

Por supuesto que estamos muy lejos de la perfección, y de que la igualdad “tecnológica”, conseguida mediante equipos, bienes y servicios accesibles y usables para todos, está aún bastante lejos de conseguirse. Pero, para llegar a ello, también tendríamos que estudiar y analizar en profundidad nuestro “mundo actual tecnológico”. Si no sabemos de manera fiable lo que tenemos, ¿cómo vamos a pedir algo?. Si no sabemos para qué se usa lo que tenemos, ¿cómo vamos a saber qué se tiene que inventar? ¿vamos a seguir pidiendo inventos de por vida? Evidentemente, hay que seguir inventando, pero también conocer y saber aprovechar lo que ya está inventado. Es urgente un análisis, un rastreo profundo, la creación de un mapa real de nuestra situación tecnológica. Es completamente necesario este mapa tecnológico, donde sepamos quién inventa, quién fabrica, dónde lo hace, qué es lo que diseña y vende, y cuánto. Y haríamos muy bien en no ceñirnos a nuestro universo europeo-anglosajón, y darnos una vueltecita por otros escenarios, como Japón y unos cuantos países “amarillos”.

La discapacidad vive exclusivamente mirando sus estadísticas cuantitativas (¿somos más discapacitados que el mes anterior?). Haría bien en fijarse en otras fuentes, para saber por dónde atacar y planificar soluciones. No estamos ni pendientes ni al día de los nuevos avances, y nos vamos enterando según leemos, cuando leemos, en la prensa o los medios. Damos vueltas en círculos, mientras el “mundo tecnológico” va enfilado en línea recta. Hace unos días, la representante de la Comisión Europea, en Barcelona, anunciaba que la UE aportará 3,41 millones de euros para el desarrollo de un proyecto para hacer los cajeros automáticos y las máquinas expendedoras accesibles a las personas con discapacidad, cuyos ensayos durarán tres años y se iniciarán en Barcelona y continuarán a partir de enero de 2012 en 24 expendedoras de billetes de transporte de Paderborn, en el norte de Alemania. En tanto, la industria tecnológica anuncia que en 2013 el 40% de los pagos se realizaran a través del móvil, con tecnología NFC. Entonces, ¿en el 2018 se seguirán usando los cajeros? ¿los pondremos al lado de las cabinas de teléfono fijas, como reliquias? Cuando acabe el proyecto financiado por la Comisión Europea, a tres años, y en tanto se ponen a hacer accesibles las redes de cajeros, ¿Quién va a usar los cajeros por entonces? ¿Será el el momento de empezar a estudiar cómo hacer accesible el pago con el móvil, mientras emerge la siguiente novedad tecnológica? Esperemos al menos, que para entonces siga habiendo subvenciones para estudiar la accesibilidad a lo prontamente obsoleto, en lugar de analizar “lo que se nos viene encima”. Según la representante de la Comisión Europea, en EEUU el 61% de los cajeros ya incorporan soluciones de voz accesibles, y en Canadá prácticamente la totalidad. A lo mejor resulta que ya está estudiado e inventado todo esto, y resultaría más eficaz copiar o adaptar lo que ya existe. 3’41 millones de euros son muchos millones. Casi 600 millones de nuestras antiguas y entrañables pesetas.
Aunque estamos en la sociedad tecnológica, somos herederos la mayoría de la tecnología pasiva, es decir, de la televisión y el video, pero no sabemos buscar nuevas potencialidad ni funcionalidades de lo que tenemos entre manos. Y mucho menos ver ni saber ver no ya el futuro tecnológico lejano, tan siquiera el inmediato, para saber cómo, cuánto y de qué modo nos va a afectar y nos puede beneficiar o perjudicar. Somos capaces de perder horas dentro de un comercio mayoritario buscando ofertas y saldos, pero no de entretenernos con nuestros cacharritos para aprender a saber qué es lo que pueden hacer para facilitarnos la vida.

No podemos ser tan necios como para pensar que sólo aprobando derechos y obligaciones, y “contemplando” sanciones económicas, vamos a solucionar la accesibilidad a las tecnologías. Cualquier sanción económica, por grande que sea, no dejan de ser unas pequeñas cosquillas a las grandes multinacionales. El camino pasa, por supuesto, junto a la legislación, en establecer alianzas y convencer a “nuestros enormes proveedores tecnológicos” de las bondades y los beneficios de incorporar tecnologías accesibles y usables, e ir sumando consumidores físicos, “empresariales” e institucionales. Y para ello los colectivos de personas con discapacidad, y mayores, deben ser serios y leales con sus “proveedores” de productos y servicios. Si queremos convertir a estos grandes señores tecnológicos, tenemos que convencerlos, enseñarles y ganárnoslos. No podemos manejar macrocifras de “discapacitados”, “somos más de 4 millones”. A las empresas no se las puede engañar: si hay 80.000 ciegos en España, esos son los que hay; si hay 50.000 sordos usuarios de lenguas de signos, son esos. Y multiplicárselos por cada país. Del mismo modo, con cada subsector del colectivo de personas con discapacidad y /o mayores. No podemos caer en el error de venderles grandes macrocifras, 4 millones de personas con discapacidad todos juntitos, cuando es claro y evidente que más de la mitad de esta cifra, aún teniendo alguna discapacidad, no tiene limitación alguna en el acceso y uso de las tecnologías. ¿O acaso una persona que no ve por un ojo y no oye por un oído tiene alguna limitación en este sentido? ¿y aquél que tiene una discapacidad orgánica?.

Si las empresas tienen que planificar, debemos ser sinceros con ellos. Y tenernos que ponerles las cifras de los beneficios que les supondría. Sin engaños. Con las cifras reales, la rentabilidad es mucho mayor para todos. Económica y social. Si queremos que fabriquen para nosotros bienes, productos y servicios accesibles y usables, sería mucho más efectivo hacerles “nuestros amigos”. Y para poder empezar a caminar “como amigos” (interesados mutuamente, por supuesto) es necesario completamente generar esa base de datos del estado de la tecnología, donde sepamos quién es quién, quien fabrica, donde, cuánto vende y para qué sirve. Sólo de esta forma, creando un punto de referencia y consulta único, el usuario, las empresas y los comerciales sabrán dónde están los recursos, y se produciría una competitividad inicial entre fabricantes, ¿acaso conoce Apple cuántos samrtphones vende a los ciegos, y por qué? ¿se ha analizado realmente por alguna empresa cuánto gasta en tecnología una persona con determinada discapacidad, y cuánto gasta en su consumo?. Por supuesto que hay que obligar a nuestros “amigos”, como un padre a sus hijos, pero también enseñarles y ayudarles, para que luego (je, que interesados, en el buen sentido), nos ayuden a nosotros.