Me he sorprendido gratamente al leer
en el número 135 de la revista tecnológica “Personal Computer
& Internet” (no es publicidad), en su sección “Magazine actualidad”, una
noticia escrita por un redactor, del que desconozco su nombre, que afirmaba
algo que yo llevo defendiendo y enfatizando desde hace años: “Ya estamos acostumbrados a ver en titulares
a las impresoras 3D. Una vez desarrollada la tecnología, lo que ahora importa
es para qué podemos usarla”. Y esto es aplicable a cualquier innovación
tecnológica. Defiendo desde hace mucho que, aún con las imperfecciones y
carencias, el mayor problema de la tecnología de consumo es el enorme
desconocimiento por el usuario de todo su potencial, y de la industria y de la
empresa, de “hacer visible” ese potencial. A la tecnología, para “explotarla”,
hay que saber extraerla toda su sociabilidad: hacerla tecnología social. El
concepto de tecnología social es más amplio que sólo la accesibilidad y
usabilidad, que también, pero mira además la capacidad de uso, el impacto y las
consecuencias que produce en el usuario, entre otras cosas. Buscando la
sociabilidad de la tecnología, ganarían mucho más todos los “actores” del
mercado: usuarios, Administraciones, industria, empresas y comercios.
Los productos perduran cuando se
usan, y se compran más cuanta más utilidad te proporcionan. Hay un porcentaje
de consumidores que compran por ser fieles a una marca, por ser técnicos,
o simplemente por frikis; pero a ello
hay que añadir un porcentaje no desdeñable de consumidores que compran
tecnología de consumo por utilidad. Y en el caso de personas con discapacidad,
limitaciones o mayores, cuando existe un producto que proporciona una verdadera
usabilidad y calidad de vida, la mejor campaña publicitaria es su boca a boca,
por ser colectivos compuestos por usuarios que están muy en contacto, y
cohesionados muchas veces.
Que la tecnología comercial
incorpora cada vez más funciones de accesibilidad y usabilidad, muchas veces no
vistas, es clarisimo, aunque sean invisibles al fabricante o a la empresa. Y
ejemplos hay a cientos. Panasonic System Communications Company Europe (PSCEU)
presentó en Sicur 2014, como primicia, su nueva gama de sistemas de
vídeoporteros. Lleva una pantalla táctil LCD de 5” con zoom, graba llamadas en
una memoria interna y en tarjeta SD, posee una cámara con gran angular, e
incorpora un videoteléfono inalámbrico DECT, permitiendo comunicarse y
manejarlo estés don estés en tu casa, o en tu oficina. ¡Menuda comodidad! Pero
además, ¡menuda utilidad, tranquilidad y generador de autonomía para una
persona con movilidad reducida, sensorial, encamada, o mayor.
La capacidad de personalización, que
genera autonomía, seguridad y usabilidad de los smartphones, por citar otro
ejemplo, suele ser otra característica “invisible” tanto para la empresa o
industria como para el usuario. El conocimiento suele quedar en la cabeza de
los departamentos técnicos del producto, y de usuarios relativamente avezados.
Pero el poder configurar tu smarphone con distintos tipos de vibración para
saber quién llama, o con avisadores luminosos, para personas sordas o con
discapacidad auditiva, personas ciegas, o personas mayores, puede significar
desde poder atender a una llamada, o poder recibir un aviso de alarma de que
hay un incendio, por ejemplo, si estas en tu despacho y tienes una alarma con
bluetooth que avisa a tu móvil. Es tecnología de consumo, a la que podemos
sacar utilidad, sin inventar ruedas de molino (que por cierto, ya no se usan). Igual
podemos decir de las posibilidades de personalizar las interfaces para personas
con discapacidad intelectual o mayores con limitaciones.
Para una persona con movilidad
reducida, la posibilidad de entrar a un aparcamiento o garaje se incrementaría
utilizando, simplemente, etiquetas NFC de forma que al acercar tu smartphone al
poste de entrada, se elevara la barrera y pudieras pagar además. Para una
persona en silla de ruedas es francamente difícil muchas veces hacer uso de
estos espacios (a veces hay bajar y volver a subir…). Se puede perder un
cliente fácil. (Claro que esto importa poco en las grandes ciudades, porque
están siempre llenos, o peor, son inaccesibles físicamente. Es una ironía. Hay
que poner NFC, nos facilita la vida, y nos hace consumidores).
El pensar en accesibilidad y
usabilidad genera negocio. Para ello debiéramos fijarnos en ejemplos claros de
éxito. El impacto comercial que está teniendo la sustitución de bañeras por
mamparas es demoledor. No sólo porque facilita la vida y otorga autonomía de
personas mayores y movilidad reducida, también porque produce seguridad, reduce
riesgos y accidentes, y produce también autonomía a las propias familias.
Muchas personas mayores y con limitaciones funcionales son capaces de utilizar
una mampara, pero no una bañera. El consumo se ha incrementado, porque la
usabilidad compensa de largo el coste.
Este es un ejemplo de cómo
conociendo las necesidades de determinados usuarios, se genera negocio. Por
ello resulta sorprendente que la industria y la empresa adolezca de un
desconocimiento tan enorme de otras necesidades, incurriendo en pérdidas de
beneficio y de captación de usuarios. Cuando vas a cualquier presentación
comercial, (igualmente podemos decir conferencias, teatro o cualquier evento),
no es raro encontrar (bueno, digamos que es menos raro), intérpretes de lengua
de signos. Sin embargo, las personas sordas usuarias de lengua e signos son una
minoría (esto no quiere decir que no tengan el mismo derecho). El 95% de
personas con discapacidad auditiva son oralistas, que necesitan de apoyo
textual o subtitulado. Decenas de miles de potenciales usuarios o consumidores,
que si no se enteran de lo que se presenta, quedan fuera del juego del
comercio. Incomprensible para alguien que busca incrementar su cuenta de
resultados. ¿Alguien se ha detenido a calcular si ganan o pierden haciendo
publicidad accesible? Si a los departamentos comerciales o de marketing se les
enseñara a mandar los correos
publicitarios en formato accesible, ni demasiado difícil ni costoso, ¿ganarían
o perderían?. Hagan la prueba.
Las tendencias que hemos visto en el reciente MWC, al igual
que en todas las ferias tecnológicas a lo largo del año, mezclan ya casi a la
par productos y servicios sobre productos.: dispositivos 'weareables, novedades
en los sistemas operativos móviles, novedades de smartphones, hogares y coches
conectados, o propuestas (creamos que de buena fé) para conectar a 5.000
millones de usuarios, como propugna Mark Zuckerberg. El mundo de los servicios
es el que rentabiliza la produción de tecnología.
Muchas veces he comentado que la “batalla” por la
accesibilidad tecnológica debe cambiar de estrategia. Las asociaciones,
fundaciones y demás, la mayoría con recursos personales y económicos limitados,
dedican muchísimos recursos a editar libros, informes, crear app’s o diseñar
aplicaciones específicas, para usos y colectivos a veces restringidos. Esto no
tiene demasiado sentido hoy día, cuando la tecnología comercial dispone cada
vez más de un potencial totalmente desaprovechado, y cada vez más accesible, y
usable. Se trata de buscar y descubrir el lado social de la tecnología,
socializar la tecnología en definitiva; y aprendiendo a aprovechar las
características de la tecnología “que está en la calle” se generaría exponencialmente
mucho mayor beneficio social, se dinamizaría el consumo, y de modo parejo el
beneficio de las empresas, especialmente de aquellas que ofrecen servicios. El
objetivo es hacer que los demás hagan, y que estos a su vez hagan que otros
hagan. Diseñar individualmente, casi para cada caso, app’s de guiado, de
realidad aumentada, de comunicación… como si estuviéramos a principios de los
80, cuando las aplicaciones se hacían a medida en empresas con Cobol, Pascal,
Assembler o demás, reduce su eficacia y parchea simplemente problemas. La
accesibilidad y usabilidad hay que incorporarla, y cada vez con mayor
frecuencia ocurre así, en desarrollos globales que sirvan para todos, y se
adapten además a la persona con determinadas necesidades. O que la persona sepa
adaptar la tecnología que consume a su necesidad, cuando incorpora (como ocurre
cada vez más) funcionalidades de usabilidad importantes. Es importante hacer
ver, y que hagan valer, a la industria y la empresa “lo invisible” de sus
productos, para que lleguen a miles de usuarios que desconocen sus
características de accesibilidad, usabilidad y servicios.
En este contexto, es muy interesante encontrarse eventos
donde una variedad de fabricantes van a mostrar sus productos, y demostrar qué
se puede hacer con ellos, más allá de los sms, whatshaps, llamar, o hacer
fotos. En el Encuentro de Responsabilidad Social Tecnológica que organiza la Fundación de Tecnología Social, en la Universidad Politécnica
de Madrid, fabricantes como Samsung, Nokia, Fujitsu o Bq harán demostraciones
prácticas de cómo usar, y cómo aprovechar determinados productos que
comercializan; o donde se debatirá cómo influye y si es adecuada la tecnología
usada en Sanidad, por ejemplo. El conocimiento es poder, decía Francis Bacon,
y en el caso de la tecnología, conocerla bien es incrementar sin duda el
consumo. Desde luego, una de las fórmulas más atrayentes y con mayor potencial
de negocio pasa por descubrir el poder social de la tecnología, y cómo la
tecnología comercial puede ser usada para mucho más de lo que pensamos,
sociabilizando su uso, conociéndolo. En la vida diaria, en la educación, en la
sanidad o en el ocio. La accesibilidad y la usabilidad de la tecnología
comercial crece, pero hay que conocerla. Aconsejo acercarse al III Encuentro
de Responsabilidad Social Tecnológica, los días 13 y 14 de marzo, en
Madrid.
El uso por la vista de los smartphones y tablets de Samsumg,
los asistentes de voz de las primeras marcas de fabricantes, las pantallas
táctiles que no exigen apenas movilidad, las funciones de las continuas
versiones de los sistemas operativos, o los reconocimientos gestuales y
biométricos de terminales y smart TV demuestran que la multiplicidad de formas
de uso y de comunicarse con los aparatos, nos facilitan la vida. Pero además,
para quienes tienen dificultades de movilidad, discapacidades sensoriales
(personas ciegas, sordas o con discapacidad auditiva), intelectual o mayores,
suponen un valor añadido.
El descubrimiento de estas “virtudes sociales” de la
tecnología de consumo, que se va incorporando ya de serie, es necesario hacerla
llegar a la empresa y al fabricante, para descubrirle “que tiene negocio”. Hay
que trabajar invirtiendo casi todos los recursos en acercarse a los centros de
decisión, grupo de trabajo, sesiones de formación interna, “comidas de
trabajo”, con la empresa y la industria, y dedicar muy poquito a generar
informes, app’s o proyectos de alcance ilimitado. En la era de la sociedad de
la información y la comunicación, seguro que si buscamos en internet, en las
redes sociales o en las bibliotecas digitales, cómo hacer una aceituna, una
farola o un zoológico accesible, lo encontramos. Es la hora de ejecutar y de
difundir conocimiento ya existente, en beneficio de todos.
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