Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. (Bertolt Brecht)

Muchos me llamaran aventurero, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. (Ernesto "Che" Guevara)

Aquellos que ceden la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad. (Benjamín Franklin)

viernes, 20 de noviembre de 2020

Compra Pública Innovadora: la hora de tomar decisiones

            La situación que estamos viviendo a nivel mundial, producida por la actual pandemia del Covid-19, tiene una consecuencia evidente: nada va a ser igual una vez superada. Los cambios en nuestros hábitos sociales, nuestra forma de relacionarnos, y la transformación en las formas de trabajo, el acceso a la educación y la formación, la cultura y el ocio, la gestión de los servicios públicos, los eventos profesionales, todo ello ha sufrido un cambio radical en pocos meses. Y todo girando en torno a la tecnología. La ciudad y los servicios pertenecientes a ella, también, como la hostelería o el turismo. Pero estos cambios, ligados estrechamente a la tecnología, para su acceso y uso, también nos alerta de nuevos riesgos de brechas sociales digitales, donde millones de personas especialmente vulnerables, personas con discapacidad, limitaciones y mayores, pueden y están quedando descolgadas. Porque si antes de la pandemia las necesidades de millones de personas, por falta de accesibilidad y usabilidad en productos, servicios y entornos TIC, no era la ideal precisamente, ahora se ha acentuado. Ya no hay tiempo que perder, porque ya no hay vuelta atrás.

Y si las necesidades siguen existiendo, y las soluciones no, quizás ha llegado el momento de buscar medios nuevos, o poco utilizados, para buscar soluciones (tecnológicas). En productos, servicios y entornos, que permitan a cualquier ciudadano, con independencia de sus capacidades, el acceso y uso, en igualdad, a cualquier ámbito de nuestra sociedad: educación, sanidad, Administraciones públicas, cultura y ocio, transportes, turismo, deambulación autónoma en nuestras ciudades, trabajo y teletrabajo… Quizás ha llegado el momento de activar, definitivamente, la Compra Pública Innovadora.

En el III Digital Interchange, el presidente del BBVA, Carlos Torres, afirmaba que “el confinamiento por la pandemia ha impulsado las tendencias preexistentes en digitalización y la adopción de nuevas tecnologías”. Estas declaraciones las recogía el El País en un interesante artículo, el 19 de septiembre de 2020, que resumía la entrevista que el presidente del BBVA mantuvo con Brad Carr, gerente de Finanzas Digitales del Institute of International Finance (IIF), en la inauguración. En el reportaje, el periódico incluía reflexiones que me hacen pensar que, afortunadamente, alguien de las “altas esferas económicas”, se ha dado cuenta de la situación y de los riesgos digitales provocados por la pandemia: “…En este contexto, las compañías y los servicios públicos se han enfrentado al desafío de adoptar este rápido proceso de digitalización para mantener los estándares de servicio…” ybuena parte de esta creciente digitalización ha llegado para quedarse. Por eso, es importante que la digitalización sea universal y accesible para todos. La inclusión digital está detrás de todo tipo de inclusión: educativa, social, económica… Por tanto, como sociedad tenemos que hacer un esfuerzo para asegurarnos de que nadie quede atrás”.

Es evidente que el presidente del BBVA ha detectado lo bueno (lo poco bueno de la actual situación), pero también los riesgos. Y también que la recuperación económica necesita de todos los activos personales (ciudadanos) de la sociedad, para hacerla sostenible. Eso significa no excluir a nadie digitalmente, por algún tipo de discapacidad, o limitaciones funcionales por razones de edad o cualquier otra circunstancia social. Por eso, también afirmaba, en el mismo artículo, que para conseguir una economía más sostenible e inclusiva, con la tecnología como eje, necesitamos un entorno político y regulatorio que fomente el cambio y la innovación.

La nueva situación económica y social está creando un nuevo espacio de innovación para resolver los principales problemas del negocio, del consumidor y de la sociedad. La innovación es ya una prioridad tanto en el sector privado como en el público, producida por la obligación de eliminar riesgos de contagio, y de no perder al cliente como consumidor (en lo privado) en el camino, o como usuario de derechos en el público. Pero todo a través de las tecnologías, que en mayor o menor medida han aparecido. Caso de los QR para ver la carta en los restaurantes. Y si no quieren perder el reto del retorno en valor de la inversión en innovación, no debieran descuidar la accesibilidad y usabilidad del producto o servicio Tic que ponen a disposición del ciudadano.

Coincido más que nunca en el pensamiento de Leonardo da Vinci de que “No es época de cambios, es un cambio de época”. Por eso creo que, ahora precisamente, es todavía más necesaria activar de manera eficaz la Compra Pública de Innovación, para afrontar todos los retos de transformación digital social que las Administraciones Públicas tienen por delante afrontando la nueva realidad tecnológica. Sin dejar a ningún ciudadano fuera de juego, en una brecha de la que difícilmente podrán salir. Una nueva realidad donde, al girar todo en torno a la tecnología, la accesibilidad y usabilidad deben ser imprescindibles. Una de las lecciones que nuestros responsables públicos debieran haber aprendido, es que nadie, empresa u organismo público, acaparan en sí mismos ni la capacidad necesaria ni el talento completo para solucionar los problemas a los que debe enfrentarse la sociedad en el actual panorama. Y a los que vendrán. Porque nada hace prever, más bien al contrario, que está pandemia será la última y que no vendrán otras, con nuevos retos, y nuevas necesidades de transformación digital social. El conocimiento plural y el trabajo colectivo con expertos especializados en accesibilidad y usabilidad tecnológica es necesario, ante un crecimiento sin vuelta atrás hacia una sociedad cada vez más envejecida o con discapacidad.

 

El darwinismo digital, como he oído en varias conferencias, es evidente que se va a producir en el mundo de la empresa y la economía. Quien no se transforme digitalmente en función de los tiempos, estará abocado a la desaparición. Y recuerdo que transformarse digitalmente, no es llenar de máquinas nuestro entorno, como reiteradamente recuerda Marlon Molina. Si una empresa es capaz de “adivinar” las tendencias y detectar las innovaciones disruptivas a medio plazo, no se van a salir del camino. Pero el darwinismo digital, socialmente es inaceptable; dejar fuera de la evolución y de la igualdad social, de derechos esenciales como la educación o el trabajo, a millones de personas, con limitaciones y mayores, por no disponer a su alcance de productos, servicios y entornos Tic adecuados en cuanto a criterios de accesibilidad y usabilidad, es inaceptable.

 

¿Son capaces nuestras Administraciones Públicas, ellas solas,  de dar solución a estos retos acelerados de necesidades sociales que nos presenta la vertiginosa transformación tecnológica de nuestros tiempos?. No, por supuesto. Pero no por incompetencia, en absoluto; simplemente, porque son necesarias alianzas de conocimiento, para solucionar los cada vez más complejos problemas de adaptación social que conlleva la transformación tecnológica de nuestras estructuras sociales y productivas. La eliminación del riesgo de brecha social tecnológica, requiere de un conocimiento muy completo y complejo de la diversidad ciudadana: de las muy distintas necesidades funcionales de millones de personas, de la legislación social, y de las múltiples tecnologías y los criterios de accesibilidad y usabilidad para ser usadas por cualquier persona, con independencia de las necesidades funcionales antes mencionadas. Sólo con alianzas de conocimiento, de profesionales con estos perfiles, y de otros, por supuesto, se llegará a soluciones satisfactorias de igualdad social. Al menos, para que cualquier ciudadano tenga las mismas oportunidades. Y la Compra Pública de Innovación debe jugar un papel esencial para que todos podamos jugar con la misma baraja.

 

Si antes de la pandemia actual el camino hacia la Smart City era evidente, su evolución se va a acelerar, entre otros motivos, por la necesidad de garantizar la seguridad del ciudadano en su interactuación con el entorno, con las tecnologías y servicios presentes en ella. Seguridad que se ha visto necesaria donde, gracias a las tecnologías, evitamos también riesgo de posibles contagios ante factores externos. Pero también van a evolucionar más rápido aún la domótica doméstica, la administración electrónica, nuestros hospitales o cualquier servicio público o privado. Todo debe formar parte de nuestra Smart City, desde nuestro hogar, al servicio más lejano de nuestra ciudad. Y todo ello nos presenta nuevos retos sociales que debemos abordar urgentemente.

 

Para la reactivación económica, tan necesaria ahora, la CPI debe ser una política pública de fomento de la contratación pública donde PYMES, emprendedores e investigadores que desarrollen una clara “apuesta tecnológica” para solucionar todo lo expuesto anteriormente, encuentren un marco jurídico y productivo adecuado. Las empresas y los emprendedores debieran encontrar en las Administraciones Públicas un campo de trabajo y de relaciones favorable para desarrollar productos, servicios y entornos Tic innovadores, y no excluyentes. Premisa ésta innegociable, y que sólo puede lograrse incorporando la accesibilidad y usabilidad. De esta forma, introduciríamos dos factores importantes: la necesidad de conocer qué y cómo lograr la accesibilidad y usabilidad Tic por parte del mundo de la empresa y de los emprendedores; y una competitividad sana entre todos los actores, por generar productos y servicios no excluyentes socialmente. Sin duda, la CPI supone una potente herramienta y con fuerte impacto para el desarrollo tecnológico.

Así lo defendían Edquist y Hommen en su estudio publicado en 1999, “una entidad pública aprueba un pedido de un producto o sistema que no existe en ese momento, pero que puede desarrollarse probablemente en un periodo de tiempo razonable. Requiere el desarrollo de tecnología nueva o mejorada para poder cumplir con los requisitos demandados por el comprador”. Sin duda, importante para lograr igualdad social tecnológica. También el Ministerio de Economía y Hacienda cuando, en 2011, informó de forma favorable sobre el objetivo de la CPI al publicar “La guía de la compra pública innovadora” dirigida a las administraciones públicas: “impulsar e incentivar la participación de las empresas en las licitaciones de compra pública innovadora como instrumento para potenciar el desarrollo de los mercados innovadores”. Actualizada en 2015 con la Guía 2.0.

 

Existe un desconocimiento generalizado de los beneficios económicos y sociales de la Compra Publica de Innovación. Pero es necesario cambiar el modelo económico del gasto en la Administración, máxime cuando somos conscientes de los recursos económicos limitados de nuestras Administraciones. Nos encontramos ante una oportunidad única de poner en marcha ya, las ventajas que nos puede aportar la CPI como generador de igualdad social en el acceso y uso de productos, servicios y entornos tecnológicos accesibles y usables por cualquier ciudadano, adaptados a sus diferentes capacidades funcionales:

 

·        CPI como eficiencia social.

·        Trasladar la idea al mercado con la innovación.

·        Optimizar el rendimiento público con aporte de valor.

·        Mejora en la prestación de servicios públicos.

·        Permite a la Administración dirigir la innovación y fomentar soluciones.

·        Obliga a llevar a la industria hacia las necesidades del ciudadano.

·        Es una oportunidad para cambiar el sistema de reaprovisionamiento público.

·        Fomenta y permite compartir la innovación entre Administraciones Públicas.

 

         Aprovechémosla. Nunca más oportuna que ahora.

domingo, 17 de mayo de 2020

Por qué internet es la parte más social de la tecnología

      Porque es un protocolo de comunicaciones neutro, que ha creado un nuevo mundo de productos y servicios, muchos de ellos accesibles. Porque es el verdadero motor de la inclusión social. Internet es el medio de transformación social más importante hasta la fecha.

      Según la wikipideia, Internet es "un conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas que utilizan la familia de protocolos TCP/IP, lo cual garantiza que las redes físicas heterogéneas que la componen constituyan una red lógica única de alcance mundial". O según la definición de nuestra Real Academia de la Lengua, mucho menos técnica, "Red informática mundial, descentralizada, formada por la conexión directa entre computadoras mediante un protocolo especial de comunicación". En cualquier caso, es la Gran Vía de la Comunicación moderna.

      Efectivamente, Internet es la mayor vía de comnicación que jamás ha conocido la humanidad. Las grandes vías de comunciación siempre han generado profundos cambios cambios sociales y han sido creadoras de riqueza, con la aparición de grandes asentamientos poblacionales, florecimiento de negocios e industria, y multiplicación de servicios para mayor bienestar de los ciudadanos. Los grandes ríos, las antiguas calzadas romanas, las grandes líneas de ferrocarril o las modernas carreteras y autopistas, han hecho proliferar a lo largo de sus riberas, márgenes o cercanías, riqueza y desarrollo, pero también expansión de la comunicación y de la información. Pero ninguna ha supuesto un cambio estructural y social como la gran vía de comunicación tecnológica a la que hemos denominado internet. Ninguna ha cambiado tanto las sociedades, su hábitos, sus formas de consumo, de comunicarnos, de estudiar, de cuidarnos o de divertirnos. Y ninguna lo ha hecho, desde luego, tan rápido.

      Pero también ha sido el mayor canal de inclusión social que hemos conocido. Porque a través de ella, han surgido decenas de miles, si no millones, servicios, productos, plataformas y entornos digitales que nos permiten conectarnos de punto a punto de cualquier lugar del mundo en cuestion de segundos. Más importante aún, también ha significado la aparición de decenas de miles soluciones tecnológicas, productos, servicios y entornos que corren a través de internet, pero con criterios de accesibilidad y usabilidad. Soluciones que, a diferencia de cualquier otra, permiten a millones de personas con discapacidad, limitaciones o mayores, niveles de inclusión social nunca vistos hasta ahora. Y aún siendo redundante, más importante todavía, permite afirmar que es el canal para el caso de no existir aún, que permite crear esas soluciones tecnológicas de comunicación, información, trabajo, ocio o acceso a servicios, con criterios de accesibilidad y usabilidad. Internet es el canal, la carretera, el espacio que lo permite, y como tal, es neutro. O debiera serlo. Su importancia radica en la riqueza económica y social que se genera sobre él, al elminar distancias y barreras físicas.

      Cierto es que la mano del hombre tiene mucho que decir, y dejar hacer. Porque si internet es el mayor tranformador social y económico creado hasta ahora, necesita, al igual que las carreteras o las vías de ferrocarril, su parte física, su instalación, la implantación de los cableados o sistemas de nodos inalámbricos para llegar a cualquier lugar. Como era necesario el asfaltado en las carreteras o los raíles de acero y hierro, para permitir la circulación de automóviles y avance del ferrocarril. Y precios asequibles, o gratuitos, de productos y servicios creados en torno a internet, para el acceso universal de cualquier persona adecuandose a sus condicones socioeconómicas. El producto es bueno y neutro, sin duda, pero es el hombre quien tiene el deber de eliminar cualquier discriminación y politización. Anteriormente, la capacidad de trasladarse era el elemento esencial para llegar a los productos y servicios; la gran diferencia con Internet, es que en éste sólo viaja la información y los datos, no la persona, lo que amplifica enormemente la capacidad de inclusión social para millones de personas con dificultades de movilidad, limitaciones sensoriales o mayores.

      Creo que podriamos coincidir que el mayor "hijo" que ha dado Internet , o su producto estrella, son las conocidas como páginas webs, o webs a secas. Para olvidarnos de las definiciones técnicas, lo que vemos todos los días a través de nuestro ordenador, tablet o teléfono inteligente, información organizada o maquetada de tal forma que no da a acceso a millones de bancadas de información: periódicos y revistas digitales, comercios on line, servicios públicos y privados, bibliotecas, o más rcientemente acceso a servicios multimedia y de entretenimiento. Todo basado en protocolos sencillos para permitir el acceso en remoto a la información. Pues bien, este primer y gran hijo de Internet, la web o páginas de internet, nos traía la sorpresa de que tiene fórmas para hacerse accesible y adaptativa, en cuanto al acceso y uso de la información contenida en ella, a cualquier persona con independencia de sus capacidades, físicas, sensoriales o simplemente limitativas por la edad. Pero es aquí donde este hijo, la web, necesita de la mano de nosotros para moldearlas y diseñarlas con los criterios de accesibilidad y usabilidad. ¿Por qué, entonces, pienso que Internet es la parte más social de la tecnología?. Sencillamente, porque sin el canal o el medio, que es él, la Web no nace ni existe. Sobre el medio se crea, sin él no existe, al igual que tampoco es posible ninguna edificación sin existencia de suelo.

      La eliminación de barreras y distancias físicas y temporales potencia exponencialmente el valor creado por Internet, encontrándonos miles de ejemplos. Especialmente me resulta emblemático, como ejemplo muy fácilmente comprensible, la importancia de la lectura digital y los libros digitales. Para determinada parte de la población, especialmente personas ciegas o con baja visión, dificultades severas de movilidad po causas funcionales o meramente estructurales. Para una persona ciega, la aparición de la tecnología digital en documentos ha signifcado un antes y un después, pasar de una necesidad de apoyo externa de tradución a braille, a ser autónomo en el acceso a información o educación, y al mercado laboral (si se hacen bien las cosas). Los libros digitales, la lectura digital, sería local y limitada, si no existeira internet. Para personas ciegas o difcultades funcionales de movilidad, sin duda sería importante de por sí. Pero un beneficio restringido a su hábitat cercano. Es internet quien permite un acceso global a la cultura, la lectura o el estudio, estés donde estés y con tus circunstancias.

      Internet ha supuesto, además, por primera vez, si se hacen las cosas bien (accesibles y usables), la captación de millones de clientes y usuarios de personas con discapacidad, limitaciones o mayores a sus negocios y servicios. Introdución de millones de personas como ciudadanos activos en la era de la Sociedad de la Información y Comunicación. De forma masiva. Clientes, consumidores en potencia, que entran en el mercado y participan del beneficio económico del sector privado. Y usarios de servicios públicos, esencialmente, que permiten una mayor eficiencia y eficacia de los mismos, con enorme ahorro del gasto, y verdadera inclusión social. Internet viene a traer la posibilidad de construir mediante la accesibilidad y usabilidad, lo que vendría a ser "la rampa virtual" para eliminar discriminaciones.

      Internet ha sido muy prolífico creando una amplia familia numerosa de hijos, los productos y servicios nacidos gracias a él, después de su primogénito la web: el correo electrónico, la mensajería instántanea, la telefonía por internet, las redes sociales, los mapas interactivos, el ocio virtual, o el comercio electrónico, blockchain y aplicaciones de ciberseguridad, o los millones de app's aparecidas para ser usadas en nuestros teléfonos inteligentes, todas ellas sin sentido si no existiera Internet, la gran autopista de la comunicación.

      Toda esta proliferación de hijos nacidos gracias a Internet, han cambiado y están cambiado como nunca nuestra sociedad y nuestras estructuras socioeconómicas. Todos los sectores empresariales, industriales, de formación y educativos, y servicios públicos empezaron a tranformarse y a redefinirse. La industria perodística y los medios de comunicación han tenido que readaptarse al nuevo mundo, donde la inmediatez y la comodidad de acceso a la información prima frente a las tradiciones culturales. Como también empieza a notarlo el libro en papel. Lo impreso pierde terreno, por comodidad, y más recientemente por la corriente de concienciación mediodambiental. La televisión ha salido de nuestro aparato de salón para meterse en nuestro portátil, tablet o teléfono inteligente, a través de la correspondente web o app.

      Sin embargo, nunca nos habíamos dado cueta de la verdadera importancia de Internet en nuestras vidas, hasta la llegada de la actual pandemia provocada por el Covid-19. De su importancia en nuestros hábitos, en nuestra convivencia, y como elemento permanente, vivo, latente, transformador continuo de la sociedad moderna. No lo habíamos detectado, porque conviviamos con él a bajo nivel, e infrautilizado. Ahora hemos visto que también es práctico, importante, clave y vital en la sociedad moderna. La capacidad de poder acceder a nuevas formas de producción a través del teletrabajo, es un ejemplo evidente de ello. El emprendimiento y los innovadores tienen en Internet su mayor aliado. Como también lo es el detectar, más allá de los corrillos de whatsapp, el potencial social que integra para evitar el aislamiento, así como acceder a la información y servicios en situaciones de confinamiento. La existencia de Internet, en esta crisis, ha conseguido niveles de inclusión digital, a nivel doméstico, desconocidos hasta ahora. Personas que, sin ser profesionales, nunca habían utilizado una videoconferencia, lo han hecho. Y hemos encontrado soluciones para movernos por el Inteernet, que, sin ser perfectas, sí reunen los suficientes niveles de accesibilidad y usabilidad para ser usados por personas con discapacidad sensorial, limitaciones y mayores. Impensable hace tan solo veinte años.

      ¿Por que mantengo, definitivamente, que Internet es la parte más social de la Tecnología?. Porque sin duda, es la nueva Gran Vía de la comunicación, de la información, y de los servicios. Porque ha sido capaz de transformar, en apenas tres décadas, nuestra civilización. Pero sobre todo y ante todo, porque es el medio que puede permitir, la creación de manera unversal de productos, servicios y entornos digitales accesibles y usables por todos. No siempre se ha podido, nunca hemos tenido una autovía tan potente para crear beneficio social, y económico. Otra cosa es lo que queramos contruir sobre el. Del mismo modo que sobre el suelo, podemos construir un edificio accesible o no.

martes, 21 de abril de 2020

Qué estamos aprendiendo en la actual situación, Qué sabríamos hacer a partir de ahora.

      Iniciamos una nueva etapa. Un nuevo sistema económico. Necesitamos nuevos enfoques, y nueva mentalidad.

       No hay una, hay mchas cosas que estamos aprendiendo en esta etapa que nos está tocando pasar:
  • Nada va a ser igual: la economía, la forma de trabajar, la necesaria reestructuración de todos los sectores productivos, la forma de enfocar todo el sistema sociosanitario, la forma de gestionar los servicios publicos, la necesidad imperiosa de invertir en investigación y en innovación, y por supuesto en ciberseguridad.
  • La primera y fundamental, la tecnología se ha demostrado como el elemento esencial en todos los ámbitos y sectores de la sociedad, y el primer recurso para evitar el aislamiento social.
  • La acelerada inclusión digital de la ciudadanía, profesional y "doméstica".
  • El descubrimiento y uso de muchos y diversos medios de comunicación que, existentes, eran poco usados por la ciudadanía.
  • Que el teletrabajo existe, y se puede hacer. Incluso en el sector público. Nunca hemos tenido tantos funcionarios trabajando desde casa, y los servicios pueden funcionar.
  • La capacidad de innovación (tecnológica) en época de crisis, y que debe perdurar en adelante porque existe, solo debemos incentivarla y ayudarla a aflorar.
  • La imperiosa necesidad de eliminar las "lagunas" de conexión en nuestro territorio, para no dejar a nadie fuera de servicios como la educación online, teletrabajo a teleasistencia médica.
  • Los distintos "grupos sociales" en que esta situación ha dividido a la ciudadanía: los que se pierden en grupos de chats nocivos, deprimentes, e incitadores a la depresión y la inanición; los que se pierden en sus diatribas políticas, dedicando su tiempo en las redes a la crispación social, al debate vacío, al "tu más" y al "yo mejor", cuando pocos, ni de un color u otro dan la talla; y aquellos que tienen claro que para empezar a enfocar el futuro inminente (y el presente) de manera eficaz, se requiere proactividad, positivismo, empuje, adaptación al cambio y a nuevas formas de trabajo, a generar conocimiento válido en la sociedad, a empezar a trabajar en las nuevas formas de acceder a la formación, y, sobre todo, a transmitir una idea positiva de las nuevas oportunidades que se nos abren. Todo canalizado, como claramente y definitivamente queda demostrado, a través de las tecnologías y sus servicios.
       La transformación sufrida por las sociedades los últimos años, y muy especialmente en la última década, puso de manifesto la importancia de las tecnologías en todos los sectores. La actual crisis sanitaria provocada por el COVID-19 ya tuvo preavisos anteriores con el évola o la gripe A, por citar algunas, salvando las distancias. Pero la actual pandemia va a provocar, a diferencia de "avisos" anteriores, quizás la mayor crisis social y económica conocida de la edad moderna. Social, en cuanto va a significar un cambio de hábitos y usos sociales; económica, cambiando procesos productivos, formas de trabajo y de organización. El mundo digital, ahora, en pleno proceso evolutivo de la pandemia, se dispara tanto en el ámbito doméstico como en el empresarial, forzando el teletrabajo a marchas forzadas y una readaptación acelerada de la gestión con clientes y del propio consumo. Estamos viviendo, de primera mano, lo imprescindible de la tecnología para comunicarnos, consumir, informarnos, acceder a servicios públicos y trabajar. Y es ahora, más que nunca, cuando no debemos olvidar el crucial papel que también debe jugar la accesibilidad y usabilidad a las Tic para gran parte de la población. No significa que todo deba ser accesible, pero sí que existan las Tic y servicios vinculados accesibles y usables para quienes las necesiten, tanto en el sector público como en el privado. 
 
       ¿Deprimirse?. No. Reflexión, aprendizaje, innovación y acción. Al contrario, de golpe nos encontramos que aquello de lo que tanto hablábamos, el "mundo online", existe para todos. Parte de la población ya "lo disfrutaba"; ahora, en la actual circunstancia, "casi todos" (los que pueden acceder por recursos y cobertura), lo han empezado a descubrir. Significa incorporar millones de usuarios a este nuevo mundo digital de facto. Muchos retos, muchas nuevas oportunidades. ¿Cómo afrontarlo, desde la perspectiva pública y también privada?. Porque ya no es solo la necesidad de "redescubrir" el teletrabajo a marcha acelerada. También el cambio sustancial en el ámbito educativo, el sanitario, ocio, comercio, comunicación o movilidad. Y la seguridad (o ciberseguridad). ¿Seguiremos apostando por tecnologías táctiles en la interactuación con servicios fuera de casa? ¿Seguiremos "tocando" cajeros, paneles informativos, terminales de pago o intercambiando documentos y billetes en aeropuertos u oficinas abiertas al público?. ¿O dejando y recogiendo de nuevo nuestros carnets para autentificarnos en las puertas de acceso que lo requieran?. ¿Seguirá la burocracacia en papel en las oficinas públicas?. No, todo va a cambiar, y debe cambiar de manera adecuada para todos, para no dejar a nadie fuera. Puesto que debemos reinventarnos, es hora de hacerlo bien. Máxime ahora, que nadie va a quedar al margen de los nuevos usos y formas de relacionarnos entre nosotros y nuestro entorno. Ahora debe empezar, así, a verificarse que el beneficio social también genera beneficio económico, y mucho, incorporando la accesibilidad y usabilidad a las tecnologías. Que comience la carrera, hay enormes oportunidades. Y aprovechemos, desde el espectro público, herramientas legales que tenemos a nuestra disposición claramente desaprovechadas, como la Compra Pública Innovadora. Para redefinir y hacer más eficaces todos los servicios públicos al servicio del ciudadano e incentivar a la pequeña y mediana empresa e innovadores.

       Gran parte de las últimas generaciones, nuestros jóvenes, conocían bien en muchos ámbitos las nuevas formas de trabajar, formarse y relacionarse. El trabajo fuera de oficinas, siempre en movilidad o en centros colaborativos, no les resultaba extraño. Al igual que no podemos perder el conocimiento y experiencia de nuestros senior, tampoco debemos perder ni dejar de aprovecharnos del conocimiento y experiencia de "nuestros menores". Aprendamos de ellos, de esa capacidad adquirida, porque su mundo no era el nuestro a sus edades, a adaptarse al cambio, de su rapidez de asimilación, de su flexibilidad en sus hábitos, de su capacidad para generar proyectos con tecnología y sin papel, de absorber las nuevas tecnologías emergentes con mente abierta. Quienes ya emprendían y generaban negocios pensando en digital desde la mera idea en su cabeza, tenían dos grandes compañeros en el camino: los socios, e internet, su gran aliado. El COVID-19 va a cambiar todos los patrones sociales y de trabajo, pero también debe enseñarnos a prepararnos, porque habrá otros, a nuevos escenarios, y a cambiar de metodologías. No es un drama, es previsión y capacidad de aprovechar los cambios. El trabajo online, la no dependencia de desplazamientos a "nuestro despacho u oficina", y el ahorro de tiempo y costes económicos, son una ganancia incalculable que hay que saber reinvertir. En todos aquellos sectores y ámbitos que lo permitan. Nuestra conciliación y nuestro clima también lo agradecerán. Igual incluso nos hacemos más humanos, con mayor tiempo para relacionarnos.

       Si ya de por sí el nuevo ecosistema digital generado en los últimos años nos demostraba la necesidad de saber poner en marcha productos, servicios o negocios de una manera ágil y rápida asentados en base tecnológica para que cualquier empresa fuera competitiva y perdurable, la experiencia que sufrimos ahora con el COVID-19 nos debe enseñar a ser más conscientes aún de ello. Porque este no va a ser el último drama viral que vamos a vivir. Pero vamos a tener mejores herramientas, mayor conocimiento, mejor tecnología, y quiero creer que habremos asumido la necesidad de pasar cuanto antes a la acción. 
 
       La situación que viene no va a ser fácil, no, va a ser muy difícil. Pero, como suele decirse, tenemos dos opciones, preocuparnos u ocuparnos. ¿Qué puede hacer la tecnología por mi? ¿Cómo puede ayudarme a reactivar la economía, nuestros negocios, nuestros trabajos, nuestros servicios públicos?. ¿Debo invertir en mi web profesional y en digitalizar mi negocio o profesión?. ¿Seremos conscientes que deberemos formarnos de continuo?. Aprender de la situación que estamos viviendo es algo que no debemos ni podemos desaprovechar. El planteamiento debe ser bastante más amplio, profundo, y a largo plazo. Los efectos del COVID-19 nos presentan tendencias tecnológicas que, aunque muchas entran dentro de las que hasta ahora denominábamos emergentes, se nos aparecen ahora ya no de futuro sino de presente cercano para transformar la sociedad, la economía, el mercado y lo público. Es urgente la inversión en formación desde los servicios públicos para acelerar la inclusión digital de toda la población, para poder afrontar el nuevo sistema socioeconómico y la efectiva transformación digital de la sociedad. 
 
       Parece que todos estamos de acuerdo que las economías, a escala mundial, van a tener que afrontar varios años difíciles para llegar a la estabilización anterior. Qué peso van a tener los Estados y cual el sector privado en esta nueva situación es difícil calcularlo. También estamos de acuerdo en que la forma de producir, consumir y relacionarnos va a cambiar. Por ello es urgente el reciclaje ciudadano en la transformación digital. Y en este y definitivamente nuevo mundo digital que nos va a impactar, ahora ya no es negociable el incorporar la accesibilidad y usabilidad en los productos, servicios y entornos Tic. De no ser así, crearemos la mayor brecha social conocida, con enorme impacto económico en nuestros servicios públicos y en las cuentas de resultados de nuestras empresas. No hace falta ser muy adivino para prever el crecimiento de pagos y transacciones electrónicas sin contacto, de la telemedicina, de congresos y reuniones virtuales, de cambios de medios de transporte convencionales a inteligentes, de acceso al ocio mediante realidad virtual y el auge del internet de las cosas, limitando contactos físicos. Todo ello debe crear nuevas oportunidades de negocio, y volver mas eficientes nuestros sistemas sociosanitarios. Pero para hacerlos sostenibles, universales, no discriminatorios y verdaderamente eficientes, todo el entramado tecnológico que lo sustente debe ser accesible y usable.

       Las oportunidades vienen dadas porque todo va a cambiar, y todo cambio requiere innovación y nuevas metodologías. El ser humano es social en sí mismo, y necesita relacionarse, eso no va a cambiar. Pero sí las formas. La pequeña empresa debe tener ahora urgencia en readaprse y reacondicionarse. El mercado se va a reinventar, y va a girar en gran medida en torno a grandes cadenas y distribuidores. Pero el creador, productor y generador de productos y servicios va a seguir siendo, mayoritariamente, la pequeña y mediana empresa, sobre las que necesariamente necesitan asentarse las grandes. Serán las que mejor y más rápido se adapten y transformen digitalmente quienes pervivirán. Y aquellas que mejor se preparen para adaptarse a futuros cambios. Creo que, por fin, nos hemos "creído" que las nuevas tecnologías son la clave para afrontar el futuro. Lo estamos viendo en la lucha para evitar contagios y acelerar la investigación epidemiológica. Pero las nuevas tecnologías también son la clave en la nueva economía definitivamente tecnológica. Y en ella, las empresas también pueden resolver problemas sociales. El cambio de filosofía consiste en que se puede ayudar con modelos de negocio accesibles que sean sostenibles en el tiempo. Se puede invertir con foco social sin perder la perspectiva financiera, y no solo no debemos avergonzarnos por ello, sino que debemos enorgullecernos de saber hacerlo.

       El mundo, es evidente, habrá sufrido cambios después de la pandemia actual, pero nosotros también. El replanteamiento social y productivo que debemos acometer debe obligarnos a centrarnos en grandes objetivos y dejar de parchear problemas. Y obligar, y exigir, que nuestros responsables públicos aprendan también; se supone que tienen estudios. Quien niegue que se va a poder seguir avanzando, creciendo, ser eficiente, eficaz y competitivo es un necio. Pero esta adaptación requiere planificación e inversión. Sí, inversión pública en formación ciudadana para la inclusión, e inversión en productos, servicios y entornos accesibles y adaptados para todos. La transformación digital hacia entornos inteligentes y digitales adaptables a la diversidad poblacional deja de ser opcional. Para el sector público, para ser eficiente, bien gestionados y sostenibles; para el sector privado, para poder ser competitivo. En ambos casos, el secreto va a ser la capacidad de adaptación a los nuevos requerimientos de ciudadanos y consumidores o clientes. El reto para subirnos a la gran cantidad de oportunidades que se presentan, es aprender a jugar con las nuevas reglas del juego que se están redefiniendo. Porque es evidente que las reglas del juego están cambiando, y creando un nuevo juego. Ante ello, es necesario aprender a jugar rápido y practicar mucho. Ahora bien, las reglas y las piezas del juego deben ser ya, sin excusa, accesibles y usables por todo. La tecnología, amigos, lo permite. No hacerlo, ya es negligencia.

      Quizás para nuestros empresarios, innovadores, investigadores y profesionales de cualquier sector no sea necesario, demuestran su valía día a día. Pero a la mayoría de nuestros responsables públicos actuales sí convendría recordarles la frase de Séneca, cargada de razón, "No hay viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige".