Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. (Bertolt Brecht)

Muchos me llamaran aventurero, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. (Ernesto "Che" Guevara)

Aquellos que ceden la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad. (Benjamín Franklin)

viernes, 21 de septiembre de 2018

Y las TIC’s Accesibles se volvieron sueños

Hace unos días, me encontraba pensando en la famosa frase de John Lennon “la vida es lo que pasa mientras estamos ocupados haciendo planes”. Justo lo que ocurre muchas veces con nuestros responsables públicos, con la salvedad de que en esos casos afecta a millones de ciudadanos: “la vida es lo que pasa (a la gente) mientras algunos responsables públicos están ocupados ideando y haciendo planes”. Meditaba yo, que la gente necesita realidades, y menos generar continuamente ideas “brillantes”.
En esas reflexiones me encontraba, cuando me sobrevino el cansancio, y sin poder evitarlo me quedé dormido profundamente. Y vinieron los sueños. Y resulta que soñé que trabajaba en una entidad tecnológica que perseguía lograr que cada vez más bienes, productos y servicios tecnológicos fuerana accesibles y usables, tanto en el ámbito público como privado. Y soñaba que para involucrar a la empresa privada tenía que enseñarla a ganar dinero con la accesibilidad, que simultáneamente incrementara también el bienestar social de todos los ciudadanos. Creo recordar que en el sueño el centro donde trabajaba se llamaba CATNEC, modelo ejemplar de colaboración público-privada.
Me encontraba, en el sueño, tremendamente satisfecho trabajando allí. Siempre he creído (y llevo más de 35 de años en silla de ruedas, conozco profundamente tanto la legislación como el ámbito de las TIC’s), que la mayor innovación (tecnológica) es generar conocimiento. Generar conocimiento en la empresa, enseñándola a obtener beneficio trabajando con criterios de accesibilidad en la oferta de bienes, productos y servicios que ofrece al ciudadano individual (consumidor) y a las Administraciones (consumidores que deben poner al servicio del ciudadano “todo lo que aprueban” y todo aquello a lo que están obligadas). Y la generación de conocimiento con estas premisas debe generar, además, competitividad. Y poner cada vez más diversidad de productos y servicios accesibles en el mercado.
¡Qué sueño más placentero!. Como si de algo real se tratase, el tiempo avanzaba y podía ver cómo el CATNEC se implantaba, se convertía en referencia de la accesibilidad tecnológica, era cada vez más reconocido, respetado y considerado en la Administración y en el mundo empresarial y de negocio, y su mensaje calaba profunda y fácilmente traspasando al propio derecho: se puede ganar dinero creando y difundiendo bienes, productos y servicios TIC’s accesibles y usables. Y poco a poco, se iba dando cumplimiento a lo plasmado en su ideario cuando se constituyó: servir de referente estatal en adaptación de tecnologías para todas las personas, con beneficio especial a las persona con discapacidad, limitaciones o mayores; aglutinar proyectos de las principales empresas del país, así como del movimiento asociativo y de centros de investigación, en esta materia y promover el ensayo, la innovación, la evaluación y la muestra de los avances en accesibilidad y el diseño para todos; e impulsar la visibilidad internacional de la tecnología de accesibilidad, potenciando los procesos de cooperación con la industria en proyectos de I+D+i. Y sus Congresos se llenaban de asistentes, algunos por encima de los 500, y decenas de empresas de primera línea del sector TIC privado, altos cargos de la Administración y emprendedores participaban gratuitamente. ¡Todo era tan bonito en el sueño!
Siempre he creído también que las propias Leyes y normativa jurídica donde se reflejan y “garantizan” derechos sociales son hoy una fuente de oportunidades y de nichos de negocio de beneficio para el sector privado tecnológico. Porque la legislación por sí sola es insuficiente, y eso cuando hay dinero (en las Administraciones). Y digo sector tecnológico, porque hoy día toda tecnología está presente en cualquier ámbito de la sociedad (educativo, sanitario, laboral, cultural, de transporte,…), y porque también creo firmemente que la tecnología es quien mejor puede generar un mayor y mejor ecosistema social igualitario, reduciendo brechas sociales y haciendo más eficientes lo servicios públicos. Hasta tal punto me emocionaba en el sueño, que empezaba a pensar en algunos ejemplos que claramente podían interesar al sector privado tecnológico, y al sector público (si es racional), como oportunidades de beneficio económico-social:
¿Y si introducimos la domótica en la ley de autonomía personal y atención a personas en situación de dependencia?
¿Y si enseñamos a los instaladores a “aprovecharse” de la LPH (Ley de propiedad horizontal)?.
¿Y si enseñamos a la empresa a forzar el cumplimiento del Real Decreto 505/2007, de 20 de abril, por el que se aprueban las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación de las personas con discapacidad para el acceso y utilización de los espacios públicos urbanizados y edificaciones?.
¿Y si interesamos al sector tecnológico en…?
De repente, el sueño cambió. El tiempo había pasado con éxito, pero de entre una neblina sonó una fuerte voz del poder omnipotente de la discapacidad y su Ministerio: “¡No!, ¡Las empresas no tienen que ganar dinero con la accesibilidad, tienen que cumplir la ley!.
¡Caramba!, reaccioné en mi sueño con sobresalto. Sopesando si lo que esa gran voz del poder omnipotente de la discapacidad y su Ministerio había dicho era una gran tontería, recordé una reflexión de un buen amigo, que en su día me dijo: “Si las empresas no ganan dinero con la accesibilidad, no existirían los fabricantes de sillas de ruedas”.
Pero de pronto, todavía inmerso en ese sueño profundo, volvió a resonar esa gran voz, en un tono aún más alto: “la colaboración público-privada para conseguir bienes, productos y servicios TIC’s accesibles y usables está obsoleta! ¡El modelo del CATNEC está obsoleto! ¡Hay que evolucionar!. ¡Es necesario ir hacia laboratorios de ideas de innovación! ¡Ideas! ¡Ideas! ¡Ideas!... Y cumplir la Ley”.
Y la voz fue desapareciendo entre la neblina del sueño.
Qué cosas pasan, pensaba yo dentro de mi sueño profundo. Si la propia industria tecnológica en la mayor fabricante de ideas e innovación en sus centros de I+D+I. No es necesario reinventar la rueda, pero sí trabajar con ellas potenciando sus propios laboratorios de ideas. La limitada visión del “trabajo social” y el anhelo de un mundo mejor es claramente insuficiente. Y si hablamos de la Ley, ¡pero si las pocas que contemplan la accesibilidad a la sociedad de la información no se cumple ni dentro de la Administración ni en los servicios públicos: la accesibilidad a la web (obligatoria desde 2007), a los contenidos audiovisuales (desde 2007 y sucesivos), a servicios de emergencia, o en las dotaciones de Tic’s accesibles previstas en las leyes orgánicas de Educación y en la de Universidades, o… Además, ¿qué pasa con todas las demás TIC’s donde no existe regulación que obligue a la accesibilidad? ¿Qué pasa con la robótica, la realidad virtual, el IoT, los coches autónomos, la electrónica de consumo, el blockchain, las redes sociales, las plataformas online o las IaS (infraestructuras como servicios), la inteligencia artificial, los servicios de autenticación digital inteligente, los servicios de pago electrónicos, el comercio electrónico,…?.
Por momentos el sueño se volvía agitado y angustioso. Y siempre dentro del sueño, me preguntaba: “Imaginemos que el CATNEC no lo entienden “los políticos”, que tal como están las cosas puede pasar. Y seguía diciéndome: “Imaginemos que es verdad que los políticos piensan que las empresas no deben ganar dinero con la accesibilidad”, que puede pasar, hay “ideas” para todo. Y yo no hacía más que revolverme en el sueño, inquieto y decirme a mí mismo: “La gente, sobre todo la gente con discapacidad, limitaciones y mayores, necesita realidades, no ideas. Hoy está casi todo inventado. No más labs de ideas, por favor”.
El problema, razonaba yo en mi sueño, es que mientras los “centros generadores de ideas” las publican y deciden algo, la industria tecnológica y de servicios nos ha pasado por la izquierda, por la derecha, y pisado por el centro. Queramos verlo no, vivimos en una economía de mercado y lucrativa (que no tiene por qué ser antagónico a lo social), y la competitividad y rapidez del mercado deja muy poco tiempo a la “meditación” de “cómo ser buenos”. A lo mejor, podemos ser “más que buenos” enseñando a la empresa y la industria que en una sociedad de consumo global y cada vez más envejecida, pero que también quiere ser más autónoma y participativa individualmente, la accesibilidad tecnológica es un As en la manga. Porque aúna beneficio económico y beneficio social. Y esto no se logra en los “laboratorios de ideas puramente sociales, donde la lentitud de la Administración y del tercer sector trabajan a ritmos distintos al mercado y, sobre todo, de las necesidades y realidad social. Porque la verdadera realidad social es lo que necesita la gente, más allá del derecho, para llevar una vida digna y autónoma. Y porque los cada vez más millones de personas con discapacidad, limitaciones y mayores reclaman realidades y no ideas, planes de actuación o manuales de buenas prácticas. Como ciudadanos activos, participativos socialmente y como consumidores de bienes, productos y servicios Tic’s, en este caso. Y aquí la industria tecnológica (accesible) juega un papel fundamental. Si trabajamos con ella.
Cuando el diablo (sin ánimo de ser peyorativo) no sabe qué hacer mata moscas con el rabo”, dice un refrán popular. Y es entonces cuando la frase de John Lennon cobra su máximo sentido: “la vida es lo que pasa mientras estamos ocupados haciendo planes”.
Y entonces, súbitamente, y acalorado, me desperté. Me tranquilicé. Pensé, “ha sido solo un sueño”. Esas cosas no pasan en una sociedad instruida y racional. ¿O sí?, dudé por un momento. No, me reproché a mí mismo, reforzándome en la idea de que fue un sueño, y viniéndome a la cabeza la frase “…y los sueños, sueños son”, del célebre Pedro Calderón de la Barca en su obra La vida es sueño.

1 comentario:

  1. Pues sí que ha sido un buen sueño. Espero que se haga realidad. Muy agudo con las siglas :)

    ResponderEliminar