Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. (Bertolt Brecht)

Muchos me llamaran aventurero, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. (Ernesto "Che" Guevara)

Aquellos que ceden la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad. (Benjamín Franklin)

sábado, 20 de febrero de 2016

Cuando los grandes hablaron de simplificar su tecnología…

Leyendo la entrevista en El País al presidente de Sony, Kazuo Hirai, durante el pasado CES este año 2016 en Las Vegas, me vienen a la cabeza unas cuantas reflexiones. Parece que el presidente de Sony tiene claro que, sobre todo llegados a cierto nivel de excelsa calidad en la tecnología en sí, se deben buscar otros valores añadidos de cara a llamar la atención del consumidor-usuario. Es lo que pretende al eliminar el cableado de sus televisiones, una vez que la calidad de la pantalla es cada vez mayor. Lo que no sé si además ha reparado el presidente de Sony, es que de esta forma también busca simplificar su instalación, y esto es ganar en usabilidad física del aparato. Declaraba Kazuo en esa entrevista que “La calidad de su pantalla, por supuesto, pero también el sistema de gestión de cables. Es una de mis obsesiones desde hace años. Antes de ser presidente de Sony ya me enfadaba mucho cuando me enseñaban un prototipo de pantalla, y era precioso todo, pero luego, en el hogar del consumidor era muy diferente. No está bien que inviertas dinero en algo tan bien diseñado y luego quede fatal en casa por la maraña de cables. No diseñamos para ganar premios, diseñamos para los hogares. No me gusta que se vean los cables. Me obsesiona solucionar ese problema”. Y me da la impresión, de nuevo, que los propios fabricantes y diseñadores de tecnología vuelven a empezar a buscar adelantarse unos a otros, tratando de encontrar la mayor facilidad de uso (usabilidad) para el consumidor, conjugándolo con las cada vez mayores prestaciones que incorporan. Prestaciones cada vez mayores en accesibilidad y usabilidad (y que casi todo el mundo sigue desconociendo); pero también, y sin querer de nuevo, creando diseños físicos más usables. Matizo, para los críticos más accerrimos, como siempre hago: más y mejor accesibilidad y usabilidad, no quiere decir perfección; pero la mayor imperfección, y ésta es humana, es desconocer lo que se tiene.
Declaraba también Kazuo que “Hace unos años la electrónica era solo para unos pocos. Ya no, ahora es algo a lo que todo el mundo tiene acceso, con muchas categorías: televisión, cámaras, móviles… Nosotros luchamos por ser mejores en diseño, en investigación de materiales. Queremos que los consumidores estén orgullosos de la compra, que sea duradera”. El presidente se da cuenta de que el mundo ha pasado de tener unos pocos consumidores-usuarios elitistas, que podían acceder a las novedades tecnológicas que este nuevo universo ponía encima, a ser un universo global o prácticamente total (o al menos acabará siéndolo) de consumidores-usuarios. Si como dice, quiere que el consumidor esté orgulloso de comprar Sony, incrementar su número de consumidores, y además le sean fiel, necesariamente tendrá que empezar a contemplar la heterogeneidad de las diversas capacidades (y necesidades) de los elementos que componen la sociedad, y estos son los propios consumidores: es decir, las personas, y sus distintas formas y requerimientos para interactuar y usar su tecnología. Personas mayores, con alguna discapacidad del tipo que sea, o limitaciones funcionales, sensoriales o cognitivas.
Repasando (a distancia, qué envidia) mucho de lo “presentado” en la feria (realidad virtual, automóviles inteligentes, wearables, drones, impresión 3D, robótica, ….) podemos darnos cuenta de que de todo ello empezamos a oír hablar, como quien dice, hace dos días. En la realidad, hace muy poquitos años, aún cuando la industria lleva trabajando en ello unos cuantos más. Y sin embargo, su velocidad de entrada hace que alguno de los “recién llegados” a nuestros oídos, como los drones, estrenen su propia categoría dentro de los Premios a la Innovación en esta primera feria tecnológica del año. Y entre toda esta maraña, también encontramos muchos “cacharros” de este futuro que nos llega con verdaderas utilidades sociales (aún cuando dudo que sus fabricantes las hayan detectado). La compañía Digitsole, por ejemplo, llevaba un zapato inteligente, repleto de sensores y múltiples funciones, que más allá de ser un wearable, también son una ayuda técnica en sí: puedes atártelas y ajustártelas sólo pulsando su app. ¿Se habrán dado cuenta los fabricantes de lo que puede suponer para quien tiene problemas de movilidad en las manos?. ¿Serán capaces de ver que pueden publicitarlo como valor añadido a su producto?. O como la empresa Qualcomm, que utilizando técnicas de computación cognitiva y aprendizaje automático, presentó un aparato que al hacer una foto, identifica y etiqueta cualquier cosa a nuestro alrededor, sean personas u objetos. ¿Habrán visto la utilidad para personas ciegas o con baja visión?. ¿Por qué no “utilizan” los fabricantes y empresas estas utilidades que incorporan sus “cacharros”?. ¿Por qué no introducen dentro de sus estrategias de venta y marketing esta características sociales de sus productos?. La respuesta es fácil: por puro desconocimiento. Y es un enorme error: lo social ayuda a vender mucho más.
Afortunadamente, los grandes ejecutivos de las grandes marcas del mercado van teniendo claro (aunque luego no lo hagan adecuadamente bien) que la facilidad de uso debe ser el pilar de su éxito. Y así se lo plantea Tim Baxter, presidente de Samsung en EE UU, cuando hablaba de sus nuevos televisores, presentándolos como una de sus bazas fuertes. La televisión fue otro de los focos de atención: más contenido, más aplicaciones y más sencillez. “La fricción está en pasar de una aplicación a otra, seguir viendo la tele, entrar en la tienda, elegir el contenido… ¿Por qué no es tan fácil como cambiar de canal?”. Utiliza el término “fácil”, lo que viene a significar un principio de conciencia acerca de la necesidad de incorporar la usabilidad a sus desarrollos. Igual que tiene claro que necesitan a otros, por fuertes que sean, para permanecer en primera línea: “Hace cinco años comenzaron a hablar de estilo de vida, en lugar de pensar en productos separados, se propusieron unir el ecosistema. Por el camino han aprendido que no pueden trabajar solos, que son necesarias las alianzas con otros fabricantes y aparatos”. (El País, 7 de enero de 2016). Ahora hace falta, ya que están convencidos de que no pueden trabajar solos y necesitan conocimiento compartido para ser líderes, que incorporen a su sistema de trabajo los expertos en accesibilidad y usabilidad, como parte permanente de la línea de producción.
Sin embargo, me preocupan mucho más los servicios digitales que están apareciendo en torno a la tecnología actual, también presentes en el CES, y especialmente todo lo relacionado con el internet de las cosas (IoT) y los sistemas de pago por móvil. Demasiados actores, demasiados productos, demasiadas marcas y enorme dispersión y modelos. La carrera sin frenos en estos campos por llegar y situarse los primeros, sin paradas para analizar adecuadamente la accesibilidad y usabilidad de los medios y productos, puede acarrear daños enormes para grandes capas de la población. Pero también para las empresas, si las empresas y el mercado no son capaces de darse cuenta de que el negocio no está ya en comprar el último Smartphone, la última cafetera inteligente, la novedosa última cerradura electrónica o el muñeco-robot que nos pone la cocina. No, el negocio no está ya en comprar, sino en usar; y si el consumidor-usuario no es capaz de usarlo, el negocio no existirá. Ni será, por supuesto, tecnología social. En el caso de la domótica y del hogar inteligente, cada vez más cercana al internet de las cosas en el ámbito doméstico, las opciones y productos cada vez son más diversos, pero también son más anárquicos. Samsung proponía unificar la gestión del hogar, de toda la casa, utilizando el televisor como centro de operaciones. Pero, ¿sus televisores? ¿Deberemos arriesgarnos a vincular nuestra inversión de hogar inteligente a nuestra marca de televisor?.
Hace años, gran parte de las novedades presentadas en el CES (y en las demás ferias tecnológicas a lo largo del año) eran casi prototipos, o podíamos tardar en verlos en el mercado de consumo masivo y habitual. Hoy, casi todo lo que vemos, empieza a estar en pocos años, cuando no meses, en nuestras vidas. Bajo esta premisa, ir preparando el futuro sería lo lógico, no arreglar el presente cuando ha dejado de ser futuro. Estamos viendo venir lo que sin duda va a estar en un presente cercano, y o bien ya lo empezamos a conectar con otros “futuros” que también van a ser presente, como las smart cities o ciudades inteligentes, o tendremos que solucionar los dos (en cuanto a su integración de accesibilidad y usabilidad para el ciudadano). La feria CES ha mostrado de nuevo los desarrollos en vehículos de conducción asistida, aún lejos de los que prescindirán del conductor, aunque los sensores y mapas 3D acercan ese futuro. Conviene recordar que de los coches “autónomos” se empezó a hablar, de manera común, hace escasamente cuatro o cinco años. Resulta claro, es evidente, que hay cada vez menos distancia entre el futuro tecnológico de consumo y el presente inmediato del consumidor-usuario, por lo que cada vez en mayor medida resulta necesario, también trabajar más deprisa en no descuidar la accesibilidad y usabilidad tecnológica. ¡Arreglar el presente defectuoso es siempre tan caro económica y socialmente!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario