Para
entender bien este artículo, hay que ponerse en situación. En los
últimos diez años en España se han dictado más de cien leyes
estatales, Reales Decretos y sus desarrollos donde se incorpora, de
algún modo, la accesibilidad tecnológica tanto a productos como a
servicios. Algunos de los desarrollos legales son específicos para
las personas con discapacidad (como el RD Legislativo 1/2013 que
refunde la Ley General de Derechos de personas con discapacidad, el
RD 1494/2007 de condiciones básicas de accesibilidad para el acceso
de las personas con discapacidad a las tecnologías de la Sociedad de
la Información y la Comunicación,…), y otras veces la
accesibilidad a medios y soluciones tecnológicas va incorporado en
el articulado de leyes o Reales Decretos generales (Ley Orgánica
2/2006 de Educación, Ley Orgánica 4/2007 de Universidades, Ley
11/2007 de Administración electrónica, Ley 9/2017 de Contratos del
Sector Público..). A ello hay que añadir una Convención
Internacional de Derechos de las Personas con Discapacidad (el art. 9
está dedicado íntegramente a la accesibilidad), y múltiples
Estrategias y Planes de Acción (para personas con discapacidad,
mayores, infancia, o colectivos “desfavorecidos””) donde la
accesibilidad digital se contempla “y
manda”.
Es decir, esta carrera por generar estos más de cien desarrollos
legislativos (y lo sé, porque las he ido recopilando día a día)
podría decirse que coincide en el tiempo con la explosión de la
denominada Sociedad de la Información y la Comunicación, con la
aparición masiva de los teléfonos inteligentes, la inteligencia
artificial, la robótica, el internet de las cosas, las Ciudades
Inteligentes, el Big Data y el Cloud, la automoción cada vez más
inteligente… y donde las empresas líderes del sector tecnológico
tienen un capital superior al PIB de muchos países.
La
tecnología y sus desarrollos en productos y servicios tiene
potencial hoy en día para romper grandes barreras sociales y
discriminatorias, generando igualdad, e incorporando accesibilidad y
usabilidad de serie y permanentemente. Pues algo falla si no es así,
con tantas leyes, Reales Decretos, Convenciones internacionales,
Planes de Acción y Estrategias. Permítanme, por tanto, que dude de
la eficacia del sistema, y me plantee que quizás es más eficaz
contemplar la accesibilidad e inclusión tecnológica como mercado,
como negocio, como consumo, y me quiera hacer más amigo de la
industria y de la empresa que de las leyes. Y quizá para ello el
mejor medio sea mediante la Colaboración Público-Privada, y por qué
no, Centros de Referencia donde esta colaboración Público-Privada
refuerce su dimensión.
Colaboración
Público-Privada donde el valor radica no tanto en hacer por la
propia entidad que la coordina, sino para hacer que los demás hagan.
Es la forma de trascender más allá de los meros proyectos o
iniciativas, caducos y finalistas en sí mismos, y ser el verdadero
motor y gestor del cambio. Si pierdes la fuerza en hacer tu, pierdes
la fuerza y recursos para hacer que los demás hagan. Eso sí, sirve
para justificar más fácilmente un sueldo y “a tus jefes”.
¿Por
qué negarnos, o querernos negar, que el mundo lo gestiona el
dinero?. ¿Vamos a ser mejores por negarlo?. Tenemos claramente dos
demandas: la pública (Administraciones, obligadas teóricamente por
imperativos legales), y la privada (consumo), donde la gran mayoría
de las personas hoy día, con independencia de sus capacidades, se
convierte en un verdadero consumidor y cliente si la accesibilidad a
medios y productos TIC’s es la adecuada, para poder hacer uso del
nuevo paradigma de e-commerce, e-Administración y Sociedad Digital.
Y más aún cuando amplios sectores como el turismo, las ciudades
inteligentes y el IoT aplicado a los entornos domésticos y
asistenciales cada vez tienen más claro que ahí fuera hay cada vez
más millones de potenciales clientes, y donde la discapacidad o
cualquier limitación merece la atención; al fin y al cabo, hay que
adelantarse a conseguir consumidores y fidelizarlos, y la
accesibilidad y usabilidad de las Tic’s cada vez importa más.
Prueba de ello es el último CES de las Vegas, este 2018.
La
empresa no me engaña, las Administraciones y las leyes no lo tengo
tan claro. Sé perfectamente que una empresa o industria que durante
dos o tres años no ya pierde, basta que rebaje beneficios, hará un
ere o reducción de plantilla, despedirá a un 10 o 20% de la misma,
y recortará gastos; cambiará
de proveedores sin demasiados miramientos en función del coste y
margen de beneficios, o subirá o bajará el precio de sus productos
según venga la situación, sin importar quién puede adquirirlos o
no o sin son bienes básicos o no; no
me engaña, lo sabemos, y son las reglas del mercado, lo queramos ver
o no. ¿Pero y las leyes que “garantizan” derechos (en este caso
de accesibilidad), y las Administraciones que deben cumplirlos?; ¿me
debo sentir engañado si no se cumplen, o es un mero error del
sistema?.
¿Cuándo
nos vamos a dar cuenta de que la Inclusión Digital (personas con
discapacidad, mayores, falta de formación o limitaciones
sociodemográficas) es negocio a corto y medio plazo, más allá del
derecho?. Es decir, forma parte del sistema de mercado, donde solo lo
rentable se contempla. Tomemos estas variables desde la planificación
empresarial, y como en cualquier negocio, invirtamos, no seamos
necios.
Es
muy fácil gestionar la discapacidad y las necesidades producidas por
cualquier limitación (funcional, de formación o social) sin su
conocimiento real, ni la búsqueda de su conocimiento; es decir,
desde fuera o “tangencialmente”. No tienen sentido, por ejemplo,
las Fundaciones donde el control de la gestión es dirigido por un
mero gestor, sin tener el conocimiento de la vivencia dentro, y se
mueven en torno a actividades Conveniales bieintencionadas, pero
claramente insuficientes y muchas veces dudosamente eficaces, al
tiempo que el mundo real está fuera, en otro lugar. O regido por un
Consejo lleno de buenas intenciones, pero sin los pies en la tierra
(o mirando al cielo). La accesibilidad (tecnológica en este caso) no
se aprende sin vivirla, sin tocarla, sin sentirla y sin ser afectado
por ella. Y su solución sólo puede venir por colaboraciones
multidisciplinares que busquen soluciones de mercado a ser posible,
algo que perfectamente puede ser canalizada a través de iniciativas
de colaboración Público-Privada empresarial. La ilusión del
derecho obligatorio a los recursos bienes, productos y servicios Tic
accesibles está bien, sí; pero ya sabemos que el mundo no suele
funcionar así, y menos la industria y la empresa, donde el retorno
económico es fundamental.
El
mundo de hoy no es un mundo donde la realidad la solucionen las
subvenciones o simplemente las leyes. Estamos en un mundo de sistema
de mercado, capitalista, queramos verlo o no. Y si queremos cambiar
algo, nos guste o no, es convenciendo a la empresa de que esto es
rentable. Infiltrando la oportunidad de negocio dentro. Y esto solo
es posible bajo un esquema de Colaboración Público-Privada de
Administraciones, sector privado y Profesionales sociales (y no estoy
diciendo asociaciones, hablo de grupos de expertos en accesibilidad
Tic). La mayoría de las Fundaciones, Organismos y Centros
financiados con fondos Públicos o privados están gestionados o
dirigidos por “ajenos
al negocio social”
o estómagos agradecidos, cuyas acciones no van más allá de la
ejecución de “proyectos patrocinados”, de forma que
tangencialmente se lavan conciencias. La filosofía Fundacional es
buena, sin duda, y esencial complementariamente, desde luego, pero no
cambia el mundo. ¿Por qué gran parte de lo que se hace
fundacionalmente no se hace en los procesos internos de producción
de las empresas?. Esperar que las subvenciones públicas al sector
social y las buenas obras de las Fundaciones privadas solucione los
problemas de inclusión digital y accesibilidad tecnológica es
esperar mucho; solo desde un modelo de colaboración público privada
que incentive la visión de las oportunidades en torno a la
accesibilidad tecnológica se darán importantes avances en la
eliminación de la exclusión digital.
Cuando
llevas muchos años en una silla y repleto de derechos, prefiero
hablar claro a la empresa y la industria: “Mira, te voy a enseñar
a hacer negocio con la accesibilidad tecnológica, y así
beneficiamos también a las personas con discapacidad o limitaciones.
Pero no te asustes, te voy a hablar en lenguaje de mercado”. Bien
claro. Así, al menos, empieza a escucharme.
Cuando
no conoces la necesidad más que por los ojos, no la vives, o
simplemente te ponen delante para gestionar “una buena obra” de
RSC empresarial, no cambias nada. Simplemente, a lo mejor se duerme
un poco mejor. Si realmente la gente, y especialmente muchos mecenas
millonarios confiaran en las leyes y su garantía por los Gobiernos y
los recursos públicos, no debieran existir donaciones.
Vivimos
en un mundo tan velozmente cambiante, con tantas crisis sociales y
tal nivel de incertidumbre, que es difícil saber dónde estaremos
cada uno y nuestros entornos en un futuro cercano, mediano y mucho
menos lejano. Quizás es el momento donde la economía actual deba
volver a coger el papel protagonista para eliminar cualquier
disfunción de inclusión social y digital, y no dejar sólo a los
poderes públicos (que visto está que no son quienes mandan) la
gestión del bienestar. Quizás, es el momento de que mediante
soluciones efectivas de colaboración Público-Privada volvamos la
vista a las premisas de “La
economía del bien común” de Jean Tirole (premio nobel de
economía).
Porque creo que parece más que evidente, que el sector privado, más
que el público, cada vez tiene más claro que no puede ni debe
dejarse a nadie (y dijo nadie, mayores, personas con discapacidad o
limitaciones, situaciones sociodemográficas…) fuera de juego.
Aunque sea para ganar dinero, generando mayor bienestar y autonomía
en el mercado. Al fin y al cabo, el envejecimiento de la población,
no necesariamente debe ser malo para la economía; la ampliación de
necesidades también genera mercado. Es la propia empresa, por encima
de los poderes públicos, quien se está dando cuenta que debe volver
a coger el camino de la Economía Social de Mercado, porque es a la
misma empresa a quien no le interesan sociedades que pierdan poder
adquisitivo. Y por ende, una de las formas de generar mayor consumo
es eliminando las barreras de accesibilidad tecnológica, buscando la
total inclusión digital para todos, con independencia de sus
capacidades.
La
realidad jurídica no refleja la realidad social. Sinceramente,
prefiero ponerme de lado del sector productivo y buscar rentabilidad
económica mediante la accesibilidad; y reconvertir el sistema
subvencionado en verdadero gasto público útil
que cubra las obligaciones legales sociales asumidas por las
Administraciones, en todos los ámbitos.
Hola Juan Carlos:
ResponderEliminarHacía mucho tiempo que no podía leer tu blog, y veo que sigue siendo tan interesante como siempre. Tocando temas difíciles con valentía y con una visión de la realidad que creo que no puede ser más acertada. Nos guste o no, el sector privado se mueve cuando tras una inversión obtiene un beneficio. Negar la evidencia, como tu bien dices, solo lleva al fracaso porque la realidad te termina poniendo los pies en el suelo. Por tanto, lo suyo es contar con estos parámetros a la hora de definir una estrategia que sea sostenible y efectiva en el largo plazo.
Por otro lado, en mi opinión, los gobiernos legislan demasiado, de manera cada vez es más difícil cumplir las normas. No se dan cuenta de que por un lado, las nuevas leyes tienen que ir acompañadas de un presupuesto que permita hacerlas efectivas y de que, por otro lado, hay que poner los medios para vigilar su cumplimiento. No hacer esto, simplemente, las lleva al fracaso. Sería muchísimo mejor tener menos normativa, que fuera más sencilla y que se habilitasen los presupuestos necesarios para ponerlas en marcha, mantener su aplicación y comprobar su cumplimiento.
En cualquier caso, todo este tema del empleo de los recursos públicos, entrando en mi área de preocupación, están totalmente fuera de mi área de influencia (desafortunadamente) y, en este sentido, lo que acabo de mencionar no es más que una forma de mostrar mi desacuerdo sin que vaya a tener ningún efecto adicional.
Sí veo, que son las iniciativas privadas ayudadas por colaboraciones públicas como las que propones, las que pueden dar lugar a soluciones permanentes si de verdad se encuentra la forma de generar negocio de la accesibilidad y la usabilidad. Yo soy un convencido de ello como tu sabes y no por un tema de opinión (que también) si no por haberlo probado en servicios reales y haber calculado los beneficios que este tipo de enfoques proporcionan a las empresas.
Un fuerte abrazo!
Daniel.