Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. (Bertolt Brecht)

Muchos me llamaran aventurero, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. (Ernesto "Che" Guevara)

Aquellos que ceden la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad. (Benjamín Franklin)

viernes, 19 de diciembre de 2014

Personas, coches y teléfonos inteligentes


Leyendo el reportaje aparecido El País el domingo 23 de noviembre de 2014, en su sección “Empresas & Sectores”, no pude sino tener la sensación, de nuevo, de cómo las tecnologías cambian poco a poco, o muy rápidamente según se mire, nuestros hábitos y formas de comportamiento social en nuestra vida diaria, casi sin darnos cuenta. Creo que no es difícil observar que, entre todos los ámbitos sociales que están siendo afectados por la tecnología en movilidad y esencialmente por los teléfonos inteligentes, sin duda, uno de ellos es la propia movilidad del ciudadano dentro de su entorno físico, y cómo gestiona esa, su propia movilidad, dentro del mismo. La facilidad de interacción y de acceso a la información, prácticamente en tiempo real, del ciudadano para gestionar sus desplazamientos, bien a través de servicios públicos o privados, está cambiando, efectivamente, hábitos, consumos, tiempos y formas de movimiento. Y, además, está permitiendo la aparición de nuevas formas o soluciones de gestión en sus desplazamientos, con sistemas novedosos a partir de elementos de transporte tradicionales. Estos están ocurriendo con las app’s que conectan personas, smartphones y coches particulares.

Conociendo los problemas de las personas con movilidad reducida (sillas de ruedas o personas ciegas, por ejemplo), o con otro tipo de limitaciones funcionales para desplazarse en entornos urbanos, pensé en cómo estas nuevas soluciones podrían beneficiarlas. Todas giran en torno al coche, y las nuevas app’s que están apareciendo centradas en ofrecer nuevos servicios que ponen en comunicación a personas y “vehículos”, gestionadas a través de nuestros teléfonos inteligentes, podrían llegar a ser una herramienta verdaderamente útil para facilitar la movilidad en aquellas personas con dificultades para desplazarse, y llevar una vida “normal”. Herramientas y servicios sociales, si se hacían bien, es decir, accesibles y usables; porque, además, en este caso, las personas con movilidad reducida debieran ser un foco claro de negocio para estos servicios o nuevas iniciativas. No todas las personas con movilidad reducida son usuarias de sillas de ruedas, que necesitan un vehículo especial o adaptado; personas con discapacidad sensorial, mayores o con dificultades motoras por múltiples causas, también tienen su movilidad reducida para desplazarse sobre todo en entornos urbanos con recorridos extensos. Las tan nombradas Smart cities o ciudades inteligentes, que parece nos van a llevar al paraíso, van a tener muchas virtudes, pero el ciudadano siempre va a necesitar desplazarse para disfrutar de los servicios ofrecidos por las “Smarts” en cada calle o lugar de su entorno. Sus miles de sensores nos van a asaltar con miles de datos, nos van a decir dónde hay menos atascos, van a intentar ayudarnos con mensajes a cada paso, o van a decirnos quién, dónde y cuándo se construyó la baldosa que pisamos y el edificio que encontramos, pero no nos van a tetransportar de un sitio a otro de la ciudad; al menos, no de momento.

El coste de tener un coche propio, según la empresa Respiro Car Sharing (incluyendo impuestos, desgastes, revisiones, combustible, y amortización de su compra, por supuesto…), supera los 5.000 € anuales si hacemos alrededor de 10 – 12.000 km. Si ya el sobrecoste económico anual para una persona con movilidad reducida o dificultades funcionales es elevadísimo, el gasto en desplazamiento y movilidad para ir a trabajar, acceder al ocio y la cultura, relacionarse o asistir a servicios públicos, encarece de forma considerable “su igualdad de oportunidades”. Todas aquellas “invenciones” que ofrezcan soluciones diversas acoplables a las distintas capacidades o necesidades funcionales del ciudadano, y abaraten su gasto diario, si son diseñadas utilizando el criterio de Tecnología Social (accesible, usable, útil y asequible económicamente) tendrán garantizado éxito y decenas de miles de usuarios. Y son decenas de miles de ciudadanos, potenciales usuarios de estos nuevos servicios; y creciendo, en una Europa que avanza hacia el envejecimiento, pero que prolonga sus años de vida cada vez más.

Respiro Car Sharing ha irrumpido hace escasos cuatro años alquilando una flota de más de 2.000 vehículos distribuidos en más de 85 aparcamientos en Madrid, a precios desde 2€ la hora; dependiendo del uso que demos a nuestro vehículo propio, la compensación es evidente: para compras, fines de semana, e incluso determinas actividades laborales. Para una persona con movilidad reducida, que deba trasladarse (o ser llevado por alguien) esporádicamente, quizás no necesite adquirir un vehículo en propiedad. Si esta fórmula es capaz, como sostienen, de llegar a sustituir los usos diarios de más de una decena de coches particulares, el ahorro social, en tiempo, dinero y contaminación, para el conjunto de personas de una gran ciudad llegaría además a ser significativo. La consultora Frost & Sullivan defiende desde hace tiempo que servicios como el ofrecido por Respiro, cuyas empresas en global disponen de más de 3 millones de vehículos en el mundo, van a sufrir una expansión exponencial hacia el 2020, donde llegarían a los 26 millones.

¿Y si no conducimos, y necesitamos o queremos un coche con conductor o chófer, a precios económicos?. Este servicio los ofrecen empresas como Cabify, empresa española,  (actualmente en 7 ciudades españolas y varios países de Iberoamérica), y según su fundador puede llegar a significar un 60% de ahorro si sólo usamos el coche un fin de semana, un 49% menos si lo usamos de lunes a viernes, o un 14% si lo usamos todos los días. Actualmente tiene más de 2.000 coches, todos sus conductores tienen licencia VTC de transporte con conductor, y los precios son cerrados. Todo gestionado a través de su App, que muestra al usuario, por dónde va el coche y cuando llega. Sistema parecido al utilizado por My Taxi y su App, pionera en el servicio de llamadas a taxis  a través de aplicaciones en movilidad. ¿No existiría una verdadera oportunidad de negocio atrayendo decenas de miles de usuarios y consumidores, si a la evidente ventaja del servicio, utilizaran una app accesible, usable y sencilla de uso?.

La economía colaborativa está introduciendo otra modalidad, el compartir viajes en coche. Lejos de la polémica de Uber, empresas como BlaBlaCar utilizan modelos difícilmente cuestionables, poniendo en contacto a conductores y ofreciendo información sobre los usuarios y un servicio de atención frente a problemas en el viaje. Apareció en Francia en 2009 y está implantada ya en 13 países de Europa, habiendo cuadriplicado el número de usuarios en el último año, llegando a los 2 millones. Amovens, bajo el mismo enfoque de eficiencia, utiliza el concepto de coche compartido enfocado a colectivos, poniendo en comunicación a grupos para hacer rentable su servicio; de esta forma, sus clientes llegan a ser centros universitarios y educativos, Administraciones, promotores de eventos culturales o lúdicos, o grandes superficies comerciales. Algo rentable debe ser, cuando ya primeras empresas como Ford, Ericsson o el Banco de Sabadell la usan. Para usuarios con movilidad reducida, limitaciones funcionales o colectivos de personas mayores, por ejemplo, puede ser una solución eficaz, o cuando menos otra opción a contemplar, si la app para utilizar el servicio es accesible.

Vehway (http://vehway.com/), iniciativa de emprendedores españoles, ha diseñado un sistema  de conexión entre conductores conectándose a través de la matrícula del vehículo. Todo gestionado a través de su App. Los conductores no necesitan conocerse. A través de un registro muy simple utilizando la aplicación, se vinculan matrícula y teléfono móvil del conductor. De esta forma, pueden comunicarse para avisar o avisarse para retirar el vehículo si impide el paso o está mal estacionado, evitar atascos,  informar o informarse de que dejan plazas libres de aparcamiento, preguntarse cuándo van a dejar libre el espacio, o avisos a los conductores por los servicios de emergencias y retirar sus vehículos en caso de necesidad. La app es accesible, y ya está siendo utilizada por miles de usuarios y distintos Municipios en sus servicios de seguridad ciudadana. Todo ello incide, de esta forma, en una mejor circulación, gestión de espacios y plazas públicas, y ahorro de tiempos y costes.

Los nuevos servicios de movilidad urbana vinculando vehículos y tecnología a través de teléfonos inteligentes (smartphones) y App’s gestoras del servicio, pueden ser y van a ser una verdadera revolución social, si son pensadas, diseñadas e implementadas utilizando criterios de Tecnología Social, centradas en las diversas capacidades del conjunto de los ciudadanos, accesibles, usables y sencillas. En definitiva, tecnología al servicio de la persona. Y cuando la tecnología utiliza esta premisa, sólo incrementa bienestar, ahorro económico, consumo y beneficios para la empresa y para el ciudadano (consumidor y cliente).

Muchas veces hemos oído comentar cómo las mal llamadas nuevas tecnologías afectan al empleo, y a las diversas formas de organización social, para bien y para mal; la interconexión persona, teléfono inteligentes y coches está reinventando la movilidad o, dicho de otro modo, está adaptando la movilidad tradicional a los tiempos actuales. Si somos inteligentes, todas estas nuevas formas de movilidad, utilizando tecnología y aplicaciones accesibles y usables, pueden significar nuevas oportunidades de igualdad y, también, que no es incompatible, de negocio. Porque, además, debemos reparar en que los coches son, cada vez en mayor medida, tecnología avanzada en sí mismos.