Leyendo el reportaje aparecido El País el domingo 23 de noviembre de 2014, en su sección “Empresas & Sectores”, no pude sino
tener la sensación, de nuevo, de cómo las tecnologías cambian poco a poco, o
muy rápidamente según se mire, nuestros hábitos y formas de comportamiento
social en nuestra vida diaria, casi sin darnos cuenta. Creo que no es difícil
observar que, entre todos los ámbitos sociales que están siendo afectados por
la tecnología en movilidad y esencialmente por los teléfonos inteligentes, sin
duda, uno de ellos es la propia movilidad del ciudadano dentro de su entorno
físico, y cómo gestiona esa, su propia movilidad, dentro del mismo. La
facilidad de interacción y de acceso a la información, prácticamente en tiempo
real, del ciudadano para gestionar sus desplazamientos, bien a través de
servicios públicos o privados, está cambiando, efectivamente, hábitos,
consumos, tiempos y formas de movimiento. Y, además, está permitiendo la
aparición de nuevas formas o soluciones de gestión en sus desplazamientos, con
sistemas novedosos a partir de elementos de transporte tradicionales. Estos
están ocurriendo con las app’s que conectan personas, smartphones y coches
particulares.
Conociendo los problemas de las personas con movilidad
reducida (sillas de ruedas o personas ciegas, por ejemplo), o con otro tipo de
limitaciones funcionales para desplazarse en entornos urbanos, pensé en cómo estas
nuevas soluciones podrían beneficiarlas. Todas giran en torno al coche, y las
nuevas app’s que están apareciendo centradas en ofrecer nuevos servicios que
ponen en comunicación a personas y “vehículos”, gestionadas a través de
nuestros teléfonos inteligentes, podrían llegar a ser una herramienta verdaderamente
útil para facilitar la movilidad en aquellas personas con dificultades para
desplazarse, y llevar una vida “normal”. Herramientas y servicios sociales, si
se hacían bien, es decir, accesibles y usables; porque, además, en este caso,
las personas con movilidad reducida debieran ser un foco claro de negocio para
estos servicios o nuevas iniciativas. No todas las personas con movilidad
reducida son usuarias de sillas de ruedas, que necesitan un vehículo especial o
adaptado; personas con discapacidad sensorial, mayores o con dificultades
motoras por múltiples causas, también tienen su movilidad reducida para
desplazarse sobre todo en entornos urbanos con recorridos extensos. Las tan
nombradas Smart cities o ciudades inteligentes, que parece nos van a llevar al
paraíso, van a tener muchas virtudes, pero el ciudadano siempre va a necesitar
desplazarse para disfrutar de los servicios ofrecidos por las “Smarts” en cada
calle o lugar de su entorno. Sus miles de sensores nos van a asaltar con miles
de datos, nos van a decir dónde hay menos atascos, van a intentar ayudarnos con
mensajes a cada paso, o van a decirnos quién, dónde y cuándo se construyó la
baldosa que pisamos y el edificio que encontramos, pero no nos van a
tetransportar de un sitio a otro de la ciudad; al menos, no de momento.
El coste de tener un coche propio, según la empresa Respiro Car Sharing (incluyendo
impuestos, desgastes, revisiones, combustible, y amortización de su compra, por
supuesto…), supera los 5.000 € anuales si hacemos alrededor de 10 – 12.000 km. Si ya el sobrecoste
económico anual para una persona con movilidad reducida o dificultades
funcionales es elevadísimo, el gasto en desplazamiento y movilidad para ir a
trabajar, acceder al ocio y la cultura, relacionarse o asistir a servicios
públicos, encarece de forma considerable “su igualdad de oportunidades”. Todas
aquellas “invenciones” que ofrezcan soluciones diversas acoplables a las
distintas capacidades o necesidades funcionales del ciudadano, y abaraten su
gasto diario, si son diseñadas utilizando el criterio de Tecnología Social
(accesible, usable, útil y asequible económicamente) tendrán garantizado éxito
y decenas de miles de usuarios. Y son decenas de miles de ciudadanos,
potenciales usuarios de estos nuevos servicios; y creciendo, en una Europa que
avanza hacia el envejecimiento, pero que prolonga sus años de vida cada vez
más.
Respiro Car Sharing ha irrumpido hace escasos cuatro
años alquilando una flota de más de 2.000 vehículos distribuidos en más de 85 aparcamientos
en Madrid, a precios desde 2€ la hora; dependiendo del uso que demos a nuestro
vehículo propio, la compensación es evidente: para compras, fines de semana, e
incluso determinas actividades laborales. Para una persona con movilidad
reducida, que deba trasladarse (o ser llevado por alguien) esporádicamente,
quizás no necesite adquirir un vehículo en propiedad. Si esta fórmula es capaz,
como sostienen, de llegar a sustituir los usos diarios de más de una decena de
coches particulares, el ahorro social, en tiempo, dinero y contaminación, para
el conjunto de personas de una gran ciudad llegaría además a ser significativo.
La consultora Frost & Sullivan
defiende desde hace tiempo que servicios como el ofrecido por Respiro, cuyas empresas en global
disponen de más de 3 millones de vehículos en el mundo, van a sufrir una
expansión exponencial hacia el 2020, donde llegarían a los 26 millones.
¿Y si no conducimos, y necesitamos o queremos un coche con
conductor o chófer, a precios económicos?. Este servicio los ofrecen empresas
como Cabify, empresa española, (actualmente en 7 ciudades españolas y varios
países de Iberoamérica), y según su fundador puede llegar a significar un 60%
de ahorro si sólo usamos el coche un fin de semana, un 49% menos si lo usamos
de lunes a viernes, o un 14% si lo usamos todos los días. Actualmente tiene más
de 2.000 coches, todos sus conductores tienen licencia VTC de transporte con
conductor, y los precios son cerrados. Todo gestionado a través de su App, que
muestra al usuario, por dónde va el coche y cuando llega. Sistema parecido al
utilizado por My Taxi y su App,
pionera en el servicio de llamadas a taxis
a través de aplicaciones en movilidad. ¿No existiría una verdadera
oportunidad de negocio atrayendo decenas de miles de usuarios y consumidores,
si a la evidente ventaja del servicio, utilizaran una app accesible, usable y
sencilla de uso?.
La economía colaborativa está introduciendo otra modalidad,
el compartir viajes en coche. Lejos de la polémica de Uber, empresas como BlaBlaCar
utilizan modelos difícilmente cuestionables, poniendo en contacto a conductores
y ofreciendo información sobre los usuarios y un servicio de atención frente a
problemas en el viaje. Apareció en Francia en 2009 y está implantada ya en 13
países de Europa, habiendo cuadriplicado el número de usuarios en el último
año, llegando a los 2 millones. Amovens,
bajo el mismo enfoque de eficiencia, utiliza el concepto de coche compartido
enfocado a colectivos, poniendo en comunicación a grupos para hacer rentable su
servicio; de esta forma, sus clientes llegan a ser centros universitarios y
educativos, Administraciones, promotores de eventos culturales o lúdicos, o
grandes superficies comerciales. Algo rentable debe ser, cuando ya primeras
empresas como Ford, Ericsson o el Banco de Sabadell la usan. Para usuarios con
movilidad reducida, limitaciones funcionales o colectivos de personas mayores,
por ejemplo, puede ser una solución eficaz, o cuando menos otra opción a
contemplar, si la app para utilizar el servicio es accesible.
Vehway (http://vehway.com/),
iniciativa de emprendedores españoles, ha diseñado un sistema de conexión entre conductores conectándose a
través de la matrícula del vehículo. Todo gestionado a través de su App. Los
conductores no necesitan conocerse. A través de un registro muy simple
utilizando la aplicación, se vinculan matrícula y teléfono móvil del conductor.
De esta forma, pueden comunicarse para avisar o avisarse para retirar el
vehículo si impide el paso o está mal estacionado, evitar atascos, informar o informarse de que dejan plazas
libres de aparcamiento, preguntarse cuándo van a dejar libre el espacio, o
avisos a los conductores por los servicios de emergencias y retirar sus
vehículos en caso de necesidad. La app es accesible, y ya está siendo utilizada
por miles de usuarios y distintos Municipios en sus servicios de seguridad
ciudadana. Todo ello incide, de esta forma, en una mejor circulación, gestión
de espacios y plazas públicas, y ahorro de tiempos y costes.
Los nuevos servicios de movilidad urbana vinculando
vehículos y tecnología a través de teléfonos inteligentes (smartphones) y App’s
gestoras del servicio, pueden ser y van a ser una verdadera revolución social,
si son pensadas, diseñadas e implementadas utilizando criterios de Tecnología
Social, centradas en las diversas capacidades del conjunto de los ciudadanos,
accesibles, usables y sencillas. En definitiva, tecnología al servicio de la
persona. Y cuando la tecnología utiliza esta premisa, sólo incrementa
bienestar, ahorro económico, consumo y beneficios para la empresa y para el
ciudadano (consumidor y cliente).
Muchas veces hemos oído comentar cómo las mal llamadas
nuevas tecnologías afectan al empleo, y a las diversas formas de organización
social, para bien y para mal; la interconexión persona, teléfono inteligentes y
coches está reinventando la movilidad o, dicho de otro modo, está adaptando la
movilidad tradicional a los tiempos actuales. Si somos inteligentes, todas
estas nuevas formas de movilidad, utilizando tecnología y aplicaciones
accesibles y usables, pueden significar nuevas oportunidades de igualdad y,
también, que no es incompatible, de negocio. Porque, además, debemos reparar en
que los coches son, cada vez en mayor medida, tecnología avanzada en sí mismos.
Muy interesante tu articulo Juan, y veridico, tanto es asi que incluso la Ford y otras marcas de carros se esta convirtiendo en empresas de movilidad, para competir con empresas como Uber y otras que como tu mensionas, se dedican en ofrecer alternativas de movilidad de la poblacion. Mientras la tecnologia mejore la vida del ser humano es positiva. Gracias por compartir.
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