Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. (Bertolt Brecht)

Muchos me llamaran aventurero, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. (Ernesto "Che" Guevara)

Aquellos que ceden la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad. (Benjamín Franklin)

domingo, 12 de diciembre de 2021

Del Metaverso de Zuckerberg y otras cosas mundanas (Accesibilidad)

Para empezar a meditar sobre ello, quizás conviene, para quienes no somos expertos, conocer un poco de manera relativamente comprensible qué es esto de los Metaversos:

“Los metaversos son entornos donde los humanos interactúan social y económicamente como avatares, a través de un soporte lógico en un ciberespacio, el que actúa como una metáfora del mundo real, pero sin las limitaciones físicas o económicas allí impuestas. Hasta ahora se han identificado usos aplicados de los metaversos en el terreno del entretenimiento, la teleeducación, la telesalud y especialmente en el campo de la economía digital.

El término metaverso tiene su origen en la novela Snow Crash publicada en 1992 por Neal Stephenson, que recrea un universo consensuado basado en nuestro propio universo (Stephenson 1993, p.25). En la novela el término metaverso hace referencia a un mundo virtual ficticio​ o un espacio virtual colectivo y compartido con frecuencia creado por convergencia y compatibilización con un aspecto de la realidad externa”. (Wikipedia)

    En esencia, un metaverso sería un mundo virtual al que podremos conectarnos a través de dispositivos externos, como gafas de RV. De esta forma esteremos inmersos en él, tendremos la sensación real de estar dentro. Nuestro mundo habitual desaparece. Te creas tu alter ego en el Metaverso, un personaje o avatar, y te adentras en ese mundo a vivir. Podremos interactuar con todos sus elementos, gracias a nuestras gafas RV, guantes o trajes conectados que lo permitirán. No, no es una ficción, ni la última película de Spielberg.

Como vemos, el Metaverso no es algo nuevo. Sí lo es para el ciudadano corriente, que suele descubrir lo que le afecta cuando ya le afecta, sin haber detectado su llegada.

Ahora, Zuckerberg acaba de anunciar su apuesta por el Universo Meta, de forma mediática y ampulosa, hasta el punto de cambiar su marca Facebook por la de Meta. Si bien el Metaverso que ha anunciado Zuckerberg no es un concepto nuevo, como hemos comentado anteriormente, basta que uno de los grandes (Facebook, Microsoft, Amazon, Nvidia…) lo tome como bandera para que todos, dentro de unos años, queramos o no, nos veamos inmersos en un nuevo universo desde donde compraremos, estudiaremos, haremos nuestros trámite administrativos, financieros o legales, y nos relacionaremos. Porque basta que uno de los grandes apueste por ello, para que los otros grandes le sigan la estela. Ya pasó antes con la aparición de las tarjetas de crédito, que abocará en breve con la desaparición del dinero físico; con el comercio electrónico, con mayor cuota año a año; o con las oficinas físicas de viajes, que tiene sus días contados.

Lo anunciado como gran revolución por Zuckerberg no es sino el camino lógico al que ya estamos yendo desde hace tiempo, sin darnos cuenta. El mundo físico, que actualmente está siendo complementado con elementos de tecnología avanzada como fase intermedia, va a pasar a convertirse en gran medida en universo virtual. El futuro de cualquier iniciativa, bien sean empresarial, educativa, científica y/o de ocio va a verse afectada en su totalidad por la nueva era de los llamados Metaversos.

Pero cuidado con lo que hacemos, si no lo hacemos (o hacen) bien, integrando la accesibilidad y usabilidad como base. Porque los nuevos universos virtuales con la generación masiva de productos y servicios para ellos pueden dejar fuera de juego a más millones de personas que nunca. Ciudadanos mayores, ciudadanos con escasa formación, ciudadanos con tiempo limitado para adaptarse al cambio, y por supuesto, los millones de personas con discapacidad.  Aprendamos de la experiencia que tenemos ya para hacer las cosas bien. Al construir los mundos virtuales, contemplemos de inicio la accesibilidad, no caigamos en los mismos errores que hemos cometido y seguimos cometiendo en el mundo físico, y cometemos y seguimos cometiendo con las webs y los servicios digitales desarrollados en internet. En caso contrario, dentro de 10, 15 o 20 años no nos quejemos del universo “inaccesible”, con el consabido coste económico y social.

Me pregunto, ¿tenemos motivos para ser optimistas, cuando en nuestro mundo de a pie actual todavía no hemos sido capaces de hacer algo tan simple como rebajar todas las aceras de nuestras ciudades, o hacer las webs accesibles?.

Una sociedad avanzada sólo puede considerarse así cuando dirige y gestiona sus recursos, públicos y privados, hacia el mayor bienestar de todos sus ciudadanos, independientemente de su religión, sexo, procedencia, formación o condiciones funcionales, en cualquiera de sus aspectos. Y una sociedad sólo puede considerarse justa cuando busca y persigue la igualdad de oportunidades igualmente de todos sus ciudadanos en todos los ámbitos de la sociedad que compartimos.  La obligación de lograr una sociedad más justa e igualitaria, sin dejar espacio a la marginación de ningún colectivo humano, compete tanto a los sectores públicos como a los privados que conocen de su potencial, y también del peligro, de las nuevas tecnologías en la confección de la nueva estructura social. La necesidad de accesibilidad digital se presenta, pues, imprescindible.

Es por este motivo que cuando los grandes gurús de las tecnológicas diseñan nuevos universos de tal impacto social, pueden provocar también la mayor brecha social producida hasta ahora. La capacidad de adaptación de las poblaciones senior a la rapidez de los cambios tecnológicos es muy limitada, y se agrava exponencialmente cuando hablamos de personas con discapacidad.

Nos preguntaremos, con razón, que alguien debe protegernos ante este riesgo. Sin duda. Para ello se debe legislar, y establecer los medios para cumplir lo legislado. No seré yo quien lo niegue. Ahora bien, también es entendible, visto lo visto, que nos digamos: ¿Confiar en los sistemas públicos que legislan para el ciudadano, que trabajan a muy distinta velocidad que el sector tecnológico?. ¿Confiar en los poderes judiciales, con su exacerbante lentitud?. Desde luego, si nada cambia, creo que mejor será intentar hacerse amigo de Zuckerberg, Bezos, Sundar Pichai o Satya Nadella y convencerles de, si aún no se han dado cuenta, incrementar el beneficio social y el beneficio económico a través de la accesibilidad y usabilidad en sus desarrollos. Porque, seamos sinceros, la legislación que debe contemplar y obligar a la accesibilidad y usabilidad tecnológica, de manera global en todo el mundo, está a años luz. Y me temo que será así por mucho tiempo.

La invasión invisible de los Metaversos, me da la impresión, se va a producir de forma similar a la invasión invisible del mundo IoT. Es decir, sin darnos cuenta, sin ser capaz de detectarlo. Construido a espaldas del ciudadano, y sin analizar las necesidades y particularidades funcionales y sociales de las personas. Y eso conlleva grandes y graves riesgos de carencias en cuanto a la accesibilidad y usabilidad. El Metaverso de Zuckerberg no deja de tener connotaciones parecidas al universo invisible del IoT que nos está envolviendo, con sus riesgos de falta de accesibilidad en productos, de impacto en nuestras vidas, y del peligro sobre nuestra privacidad.

No nos estamos dando cuenta, pero vivimos una transformación nunca vista de nuestros entornos domésticos y sociales. En los últimos diez años hemos empezado a llenar nuestras casas y ciudades de elementos inteligentes cuya función, en teoría, es dotarnos de una vida más fácil, y ahorrarnos tiempo. Dispositivos que ahora, además, pueden conectarse a internet y, ¡oh, milagro!, entre ellos, entre ellos y nuestro reloj inteligente, o entre ellos y nuestro teléfono inteligente. Todo esto y mucho más es el ecosistema de IoT. Podemos hablar con nuestra televisión, nuestro equipo de música, nuestro altavoz inteligente, y éste con nuestras bombillas o nuestro aspirador. Y todo ello nos lo estamos encontrando de golpe el consumidor o ciudadano normal en los últimos años, y sin querer, como decía Serrat en su canción “Fue caprichoso el azar”; salvo que aquí no hay nada de azar, y sí algo muy bien pensado por las grandes digitales. Dentro de poco tiempo, también nuestra casa nos reconocerá, adaptará la temperatura a nuestras preferencias, arrancará electrodomésticos a horas programadas sin mandatos diarios, y apagará todo al acostarnos. Pero olvidamos que ningún avance tecnológico es relevante a nivel global mientras la mayoría de las personas no puedan disfrutar de él de manera igualitaria. Pronto empezaremos a oír hablar de la Inteligencia Artificial de las Cosas (AIoT), donde la innovación vendrá porque serán capaces de aprender continuamente con el uso autónomo, siendo cada vez más inteligentes. Es urgente que los conceptos filosóficos imprescindibles del IoT, transparencia, sencillez, accesibilidad y usabilidad, se hagan realidad.

Pero, ¿Quién garantiza la accesibilidad y usabilidad de estos productos y servicios, de este ecosistema IoT en definitiva?. ¿Nuestros legisladores?. ¿Nuestros sistemas impositivos de sanciones, de cada país, y de los grandes bloques económico-sociales como la UE, por vulnerar derechos ciudadanos básicos de igualdad?. Pues me da que no, me da que Zuckerberg, Bezos, Pichai o Nadella, entre otros, corren carreras distintas. Estos compiten en la Fórmula 1, y nuestros sistemas políticos y legislativos en carreras populares. Garantizar los derechos llegará, sin duda, y se logrará un gran nivel de accesibilidad y usabilidad; al menos hay que esperarlo. Pero en tanto llega, probablemente hayamos dejado a millones de personas descolgados en el acceso en igualdad de condiciones a los nuevos mundos virtuales, en ámbitos especialmente sensibles y esenciales (educación, justicia, laboral o administración pública), además del propio sistema de consumo.

La situación es preocupante, pero no desesperada. Los avances tecnológicos siempre incorporan beneficios, sin duda; avances sociales, científicos y medeoambiantales, tan de moda.  Pero siguen dejando muchos heridos, cuando no muertos, por el camino, por la brecha digital y social que siguen creando entre capas vulnerables de la población, entre ellas personas con discapacidad y un porcentaje elevadísimo de seniors y mayores. También es cierto que bastantes menos heridos y muertos que hace 30 años, donde el medio en el que nos desenvolvíamos era exclusivamente físico, y las barreras insalvables para esta población vulnerable, en todos los ámbitos: doméstico, comunitario, en la ciudad, en la sanidad, en la educación o en el ocio. Hoy, cuando menos, vivimos en un mundo híbrido entre lo físico y lo virtual; y cada vez tenemos más soluciones tecnológicas que, cuando menos, alivian esa brecha social en muchos ciudadanos (personas ciegas, con discapacidad auditivas, graves limitaciones de movilidad, cognitivas…). Otro cantar es que se usen, o que los poderes públicos obliguen a usarlas en todo servicio público o privado esencial; porque esos derechos, en las leyes y Convenciones internacionales, están.

Pero con la presumible invasión de los Metaversos vamos a entrar en otra dimensión. Sin duda, el mundo de los Metaversos va a tener muchas posibilidades sociales y económicas, pero todo dependerá de la voluntad que haya para crearlo, del camino que se siga para hacerlo, y de lo accesible que sean para todos. Porque esa es otra de las claves, que todos podamos disfrutar de él, para lo cual la accesibilidad y usabilidad deben venir de serie y desde ya.

En 2019, la Unión Europea aprobó la “DIRECTIVA (UE) 2019/882 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO sobre los requisitos de accesibilidad de los productos y servicios”. Lo que el colectivo de asociaciones de personas con discapacidad denomina Acta de accesibilidad de la UE. Que, como era de esperar, deja en el aire muchas cosas, y desde luego a los universos virtuales. A partir del 2025 será obligatoria en todo su articulado para los países europeos. Y para cuando llegue ese 2025, Zuckerberg y sus amigos ya nos habrán desembarcado con sus Metaversos y estarán diseñando sus siguientes inventos.

 


sábado, 18 de septiembre de 2021

Hostelero, ¿todavía pierdes dinero con el turismo?

(Basado en una idea de mi buen amigo Darío Requés)

Es curioso cómo funciona la economía.  En un mismo sector hay gente consiguiendo buenos resultados y otros sufriendo. Mismo negocio, misma ciudad e incluso a veces en la misma calle… unos ganan y otros pierden desarrollando la misma actividad.

  Cuestión de suerte — dirían algunos.

Yo no estoy de acuerdo en culpar – sólo - a la mala suerte de algunos por sus resultados.

Deja que me explique;

Casualmente tengo 2 amigos — Fabio y David — con los que hablo con frecuencia y ambos tienen un hotel.

La verdad es que los resultados de los dos no pueden ser más dispares. Hace pocos días y ante un violento contraste en la visión que cada uno me expresaba por su situación en distintas reuniones, mentalmente tomé la decisión de estudiar un poco más a fondo las particularidades de cada uno.

  Juan Carlos, tengo reservas en el hotel hasta después del verano y mis salones vendidos ya para toda clase de eventos hasta el mes de octubre— me decía Fabio.

   No sé qué ocurre Juan Carlos, no consigo llenar el hotel y sólo hago un evento cada 15 días en mis salones. La cosa está fatal— decía David.

Y yo pensaba, ¿cómo puede ser?

Así que como ejercicio para satisfacer mi propia curiosidad me dispuse a visitar ambos hoteles y ver por mí mismo dónde podía estar esa diferencia.

Dicho y hecho, pasé a visitar a mis dos amigos y pude ver los dos hoteles en persona.

Cualquiera diría que el hotel de Fabio sería más nuevo, mejor ubicado y fantásticamente decorado mientras que el hotel de David sería más viejo, oscuro y anticuado.

Nada más lejos de la realidad…

Ambos disfrutan de una magnífica ubicación, están reformados reciente y exquisitamente decorados.

Entonces, ¿dónde está la diferencia?

Muy sencillo, es una cuestión de concepto sobre qué significa comodidad y ofertas para un turista o ayuda y facilidades a un viajero.

Yo soy amante de las nuevas tecnologías, así que como podrás imaginar adoro mi Smartphone. Y por esos caprichos del destino, tengo que desplazarme en una silla de ruedas. Así que la relación que tengo con mi móvil es más estrecha y vital que la puedan tener los demás ya que para mí es una herramienta indispensable. Mi móvil me da libertad.

Cuando me disponía a visitar el hotel de mi amigo Fabio, pude trazar una ruta con mi móvil de forma directa ya que Fabio, cuando reformó su hotel, lo hizo de forma accesible convirtiéndolo en lo que nosotros llamamos un Espacio Integrado Inteligente.

Así que, antes de montar en mi coche pude, no sólo ver que disponía de varias plazas de aparcamiento adaptadas a personas con movilidad reducida, sino cómo acceder a la rampa que da acceso al hall de recepción — lo que para mí resulta de una ayuda inestimable— y al resto del hotel

Una vez allí, al acceder a la recepción pude comprobar la realidad de la economía del turismo. Docenas de visitantes extranjeros que visitaban la capital charlaban alegremente en varios idiomas y no paraban de mirar sus teléfonos y señalar en todas direcciones.

Al recibirme Fabio, le pregunté por tal circunstancia, a lo que él me respondió:

Juan Carlos, cuando reformé el hotel tomé la decisión de que fuera accesible a todas las personas.  Esto incluía a personas que, como tú, tienen algún tipo de discapacidad. Bien sea física, visual, auditiva o de movilidad en general.

Así que instalé una serie de tecnologías que francamente, hoy en día son muy baratas, y permitía a personas con alguna discapacidad utilizar su Smartphone, entre otras muchas cosas, como un sistema de guiado inteligente que te ayuda desde el mismo momento que aparcas hasta que estás en tu habitación.  Puedes alquilar una silla de ruedas en el hotel desde el móvil y la tendrás lista cuando llegues. Sirve también como traductor de toda la información disponible en el hotel y como herramienta de comunicación. Tu teléfono incluso te “lee” la carta del restaurante y te previene de alérgenos en los diferentes platos en caso de que sufras algún tipo de reacción alérgica.

Cuál fue mi sorpresa al comprobar, que estas tecnologías accesibles no sólo apoyan a las personas con discapacidad, sino que en el caso de los turistas extranjeros, todos utilizan esta adaptación para comprender las distintas informaciones, encontrar lo que buscan dentro del hotel e incluso comprender el menú del restaurante. Al ser universalmente accesible, me recomiendan sin parar y desde entonces tengo el hotel a tope—. Incluso les incluyo la facilidad de información y acceso guiado a cualquier monumento que puedan desear visitar en la ciudad”.

Yo mismo pude moverme por el hotel con mi móvil comprobando hasta qué punto mi amigo había conseguido eliminar cualquier barrera de una forma tan sencilla — todos tenemos un móvil hoy día— y a la par tan útil. Me marché encantado.

Cuando me dispuse a visitar el hotel de mi amigo David la cosa fue bien distinta.  En primer lugar, no pude saber dónde aparcar hasta que estuve allí y tras 20 minutos de búsqueda pude aparcar en una plaza adaptada a 300 metros de la entrada del hotel.  Te aseguro que esos 300 metros fueron para mí son un verdadero sufrimiento. 

Cuando me disponía a entrar comprobé que había 5 peldaños insalvables para mí en la entrada principal, por lo que llamé a mi amigo para pedirle ayuda.

— ¡Hola Juan Carlos! ¿Ya estás aquí? Pero hombre, ¿cómo no me has avisado antes? Tenemos una entrada con rampa en la calle lateral.  ¿Y tú coche? ¡Pero si tenemos una plaza adaptada en el garaje!.

Desgraciadamente yo no pude ver ni la plaza de aparcamiento ni la rampa por ningún sitio, por lo que tuve que pedir ayuda...

Al entrar en el hotel pude comprobar que no tenía ese ambiente vivo y simpático que aportan los huéspedes. No había nada incorrecto ni nada malo.  Sencillamente era un hotel más de los muchos que hay en la capital española. No aportaba facilidades que lo hicieran diferente, ni siquiera a nivel de idiomas, todo estaba en castellano salvo dos carteles que también incluían el inglés.

Comprendí inmediatamente que si yo fuera un turista —ya no hablo como persona que necesita la accesibilidad— me resultaría fácil elegir entre un hotel u otro. La ironía es que mi amigo David se había gastado más dinero en reformar su hotel que mi amigo Fabio.

Pero el concepto de accesibilidad marcó la diferencia.

Fabio y David son reales. Y no son los únicos que hoy día obtienen resultados bien distintos en sus negocios simplemente por no tener en cuenta la gran diversidad que existe y cómo la tecnología lo ha cambiado todo.

Por esta razón existe AISTE y los Espacios Integrados Inteligentes.  Ya no hay excusas para que todo espacio no esté adaptado para que todas las personas puedan utilizarlo y disfrutarlo.

¿Qué es un Espacio Integrado Inteligente?:

Un “Espacio Inteligente Integrado” (EII) se implanta en un ámbito físico donde cualquier ciudadano, con independencia de sus capacidades, tendrá la mayor autonomía posible para desplazarse, deambular e interactuar con los elementos del espacio, y usar y utilizar los servicios presentes en él. Un Espacio Integrado Inteligente está basado en las tecnologías, que proporcionan el adecuado complemento a la accesibilidad física y su aliado imprescindible.

Las tecnologías son el elemento clave actual para el bienestar social. Con su actualización continua (mejora) generan escenarios de innovación y permiten el acceso en igualdad a bienes y servicios a todas las personas de la sociedad. Permiten, en verdad, la inclusión de todos.

¿Qué aportan las Tecnologías modernas a la Sociedad, a la discapacidad, y al Turismo, y especialmente a un Hotel o Complejo Turístico?:

  • Autonomía
  • Seguridad
  • Oportunidades para el sector privado (comercio, empresa...)
  • Sociabilidad
  • Cumplimiento legal
  • Inclusión social
  • Eficiencia e igualdad de acceso a los servicios
  • Generas espacios de innovación
  • Acceso en igualdad a bienes y servicios
  • Las tecnologías son el elemento clave actual para el bienestar social
  • Actualización continua (mejora) de las tecnologías
  • Diferencia respecto a sus competidores

¿No sería verdaderamente innovador poner sistemas de guiado inteligente en los espacios exteriores del hotel/complejo, guiado inteligente en interiores, señalética accesible con tecnología, sistema de lectura accesible de las cartas y menús en los restaurantes, localización de plazas libres de aparcamiento en hotel/complejo turístico, sistemas facilitadores de la comunicación (bucles magnéticos) en habitación, restaurante o salas comunes, una web y app verdaderamente inclusivas?

Todo ello y más, es posible en un Espacio Integrado Inteligente. ¿Nos diferenciamos?

Fabio lo tiene claro…