Accesibilidad
integral, necesariamente global. Ya es impensable como sólo
necesaria una accesibilidad parcial a determinados productos o
servicios: todos son interoperables y están interconectados. Ninguno
sin los otros sirven por sí solos para moverse e interactuar con la
Sociedad de la Información y la comunicación. El concepto de
accesibilidad universal, nacido para el producto, y en todo caso para
el servicio TI, se ha quedado corto. De nada nos sirve si no es
Integral, de modo que no falle ningún eslabón de la cadena en la ya
global Sociedad de la Información: accesibilidad en el producto y el
servicio, pero también compatibilidad, multimodalidad, multicanal,
multidispositivo, soluciones de comunicación unificadas y accesibles
cada una para no romper la accesibilidad en la integración… De
forma que se integren tanto terminal o producto de acceso, como
información y procesos con foco en la movilidad. Si falla uno de
ellos, la Sociedad de la Información Universal se cae. Ya no estamos
a principios de los años 80, donde la accesibilidad a nuestra
estación de trabajo se ceñía a nuestro pc individual, casi
estanco, con escasa conexión a redes y prácticamente nula oferta de
servicios conectados. La accesibilidad debe estar integrada en cada
escalón de la cadena. Porque, además, el usuario TI ya no sólo es
profesional, trabajador en el ramo; ahora todos y cada uno de los
usuarios son clientes particulares, a los que cada vez se puede
engañar menor en cuanto a las prestaciones que nos venden.
¿De
qué nos sirve el poder acceder a Internet desde una Tablet accesible
si los documentos, la información, las aplicaciones o los servicios
de la red no lo son?.
Es
necesario garantizar un mundo donde el intercambio de información
digital sea seguro, sí, pero también accesible y fácil, de forma
que asegure su uso por todos y mejore la experiencia de los usuarios
a través de sus propios dispositivos, que ya le han supuesto un
coste: en la nube, en la red, en el hogar, en la ciudad supuestamente
inteligente (con impuestos y las consiguientes partidas
presupuestarias en lo que toca a las Administraciones), y en la
adquisición del producto.
El
caso de los wearables (igual puede decirse de IoT) puede ser uno de
los más claros y paradigmáticos, por vincular uso personal,
llevable, cotidiano, necesariamente conectado, y posibilidades en
múltiples campos; entre ellos, la sanidad. ¿Servirán para algo si
no se diseñan bajo concepto de accesibilidad total?. ¿Y si no me
los puedo poner, por dificultades motrices en las manos? ¿Y si no
puedo acceder a sus funciones, por ser ciego, y no diseñarse para
ello? ¿Y si …?. Muy cercano al universo wearable, encontramos el
“espacio” de la telemedicina. Es cierto que, en este campo, se ha
demostrado que los
pacientes crónicos que son telemonitorizados ahorran costes y ganan
calidad de vida.
Ya en noviembre de 2014, en en el I
Congreso Nacional de Wearables y Big Data en Salud,
fueron
presentados proyectos de monitorización en la nube con la inclusión
de wearables y juegos. También un proyecto europeo de monitorización
remota de pacientes que permitía que los enfermos hepáticos no
tengan que pasarse media vida en la consulta. Entre otras novedades
atrayentes entonces, la empresa D-LIVER anunció un desarrollo para
estos pacientes que sólo debían pincharse el dedo en casa y colocar
la muestra en un chip para estar controlados a distancia. El sistema
también incluía un wearable o tecnología vestible con el que poder
controlar la presión arterial, la temperatura y el ritmo cardíaco.
Añadía una serie de ejercicios para tablet con los que controlar la
función neuronal, que puede verse afectada con la enfermedad
hepática.
Vemos que todos estos procesos, ya hace dos años (por la distancia
en el tiempo lo pongo como ejemplo, hoy todavía tiene más sentido),
requieren de diversas funciones interconectadas e interoperables
entre sí. Pero, ¿Y si falla el eslabón de la accesibilidad global
en alguno de ellos? ¿Serviría a una persona ciega, con discapacidad
auditiva, limitaciones físicas, o mayores?. ¿Dónde quedaría su
valor?. ¿Tendríamos que tener dos sistemas paralelos de salud, uno
para quienes puedan manejar las tecnologías remotas, y otro para
quienes no?. ¿Duplicaríamos el coste, al hacer el servicio
ineficiente?.
El
mundo hiperconectado es una realidad y va a seguir aumentando. Existe
una clara tendencia de crecimiento en el uso de servicios a través
de dispositivos moviles. Un sector importante del mercado es la
movilidad, hoy en día ya indiscutible, y dentro de este sector, el
modelo BYOD (Bring
your own device, o
trae tu propio dispositivo), decía Federico Dios, senior solutions
de Akamei. Y el modelo BYOD, aparte de otras virtudes y entre otras
muchas cosas, puede suponer una oportunidad inmejorable de acceso al
mercado de trabajo a las personas con discapacidad, al permitirles
usar sus ya adquiridos terminales, hardware y sofware, adaptados y
adecuados a sus capacidades. Por poner sólo un ejemplo. Un ejemplo
claro, además, donde es importante conjugar los criterios de
seguridad en los accesos, con de accesibilidad y usabilidad en el
mismo.
También
es evidente que va a crecer la adopción de las tecnologías que
ayuden a incrementar la satisfacción de los usuarios y a
fidelizarles. Ya no se puede engañar al usuario, ni despreciar
millones de clientes que por sus distintas capacidades necesitan
tecnologías accesibles e integración accesible; las personas con
discapacidad son clientes cada vez más poderosos, organizados e
informados, con una importante presencia en el mercado.
“Estamos
convencidos de que las tecnología es el elemento clave de
dinamización de nuestra economía, palanca de crecimiento y
eficiencia y base para construir el futuro de bienestar y prosperidad
que nuestro país se merece”.
Lo afirmaba Aurora Delgado, directora general de Fujitsu, en una
entrevista realizada por Computerworld en marzo 2014. Con un matiz:
el mundo TIC es global desde hace tiempo, ya no se ciñe a fronteras
territoriales. Y efectivamente, la tecnología es el factor clave
del futuro bienestar, pero ese bienestar sólo será eficiente, real,
y cierto, si las tecnologías se diseñan y fabrican para adaptarse a
las distintas capacidades de todos los usuarios, y a sus limitaciones
funcionales y cognitivas. Cada vez se aprecia más una mayor
presencia de los clientes en las decisiones de negocio a través de
su participación en redes sociales y medios de comunicación en
tiempo real. Y las empresas lo saben.
Las
organizaciones, sean públicas o privadas, debieran usar tecnologías
que permitan una nueva forma de interaccionar con sus usuarios,
ciudadanos, clientes o trabajadores, a través de las redes sociales
y los dispositivos móviles. Para ello, el usuario, cliente o
trabajador, debe poder acceder a esa información y servicios, con
independencia de sus capacidades. Hay mucho negocio en juego, si
hablamos en términos de mercado; pero también mucho en juego para
lograr la garantía de los derechos de la persona, con indepencia de
sus capacidades, si hablamos en términos sociales.
“El
mundo ha entrado en una era de computación integrada que no sólo
vendrá determinada por los propios dispositivos, sino por la
integración de la tecnología en la vida cotidiana de los usuarios.
Intel introducirá una nueva tecnología que incorpora los sentidos
de la percepción humana”.
Cuando Norberto Mateos, director general de Intel para el sur de
Europa, afirmaba esto en marzo 2014, vislumbraba el futuro. Pero para
ello, la accesibilidad en cada paso es esencial. Las innovaciones
tecnológicas de los fabricantes tendrán sentido y, por tanto éxito,
si son capaces de servir de una forma eficiente a estas necesidades
sociales, y por qué no, de mercado.
Queda
asumido, como ya he afirmado anteriormente, que la accesibilidad a
las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es
indispensable para las personas para participar como miembros de
pleno derecho de la sociedad, para poder ejercer la libertad de
elección y para una vida independiente y lo más autómoma posible.
Cuando son herramientas diseñadas con criterios de accesibilidad y
facilidad de uso (y pensadas para ser integradas con esos criterios),
las tecnologías son aplicadas por todas las personas en todos los
sectores de la sociedad. La tecnología ha dado lugar a nuevas formas
de interacción social, a nuevas formas de gestionar los negocios y
la economía productiva, a los cambios en la educación, el empleo y
los requisitos de acceso a la cultura y el ocio. La distribución
cada vez mayor y el permanente despliegue de las TIC ofrece nuevas
oportunidades para distribuir, manipular y almacenar información. El
creciente uso de las TIC sólo ofrecerá nuevas oportunidades para
las personas con discapacidad en todos esos campos, reduciendo los
obstáculos a la participación en la vida cotidiana, si se consiguen
eliminar las barreras de accesibilidad en los bienes, productos y
servicios tecnológicos actuales, y prevenir los futuros.
La
Sociedad de la Información y la Comunicación debe estar al servicio
de la persona, y no al revés. Sólo siendo utilizable por todos,
será para todos. La tan en boga Transformación Digital sólo puede
ser Social (que significa beneficiosa para la sociedad) si contempla
la accesibilidad como uno de sus diversos, pero irrenunciable,
elementos.
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