Hace
algo más de tres años tuve la oportunidad de empezar a conocer las
posibilidades de la Tecnología Cognitiva, en un congreso de IBM,
donde se presentaba un nuevo supercomputador, Watson. Desde entonces,
quedé impresionado por las posibilidades que esta nueva tecnología,
la cognitiva, tenía para solucionar infinitos problemas que la
población con discapacidad, limitaciones o mayores, encuentra en su
día a día; problemas que le impiden interactuar en igualdad de
condiciones con su entorno, con su ciudad, con los servicios
públicos, y, en definitiva, ejercer sus derechos de forma más
efectiva. Y especialmente, para aquellas personas con discapacidad
intelectual o mental.
Muchas
veces he dicho, y lo mantengo, que los ciudadanos tenemos miles de
derechos; especialmente en nuestro país. Pero el no poder hacer uso
de ellos, por no estar los bienes, productos y servicios públicos
adaptados, accesibles y usables a las distintas capacidades
funcionales de las personas, viene a dar el mismo resultado que si no
existieran estos derechos. Como ciudadanos, tenemos derecho a
utilizar la educación, la sanidad, todo tipo de servicios públicos,
como la Administración de Justicia, los edificios y las ciudades,…
Pero, ¿podemos todos?. Y más allá de las barreras físicas, ¿tiene
una persona con discapacidad intelectual, mental o neurológica
severa las posibilidades de utilizar todo en igualdad?, ¿de tomar
decisiones, cuando no comprende el entorno y formas complejas de
comunicación?. ¿Son adecuados y correctos, y no por la falta de
conocimiento ni profesionalidad, valga por adelantado, las decisiones
que se toman en diagnósticos médicos, en formas de educación, en
servicios sociales adecuados a cada uno, en la implementación de
servicios públicos..? E incluso en el mundo de los negocios, del
comercio y del mercado, para adaptar su estrategias a las distintas
capacidades del cliente.
He
comentado también muchas veces que uno de los males de nuestra
Sociedad de la Información y del Conocimiento, es la incapacidad de
trabajar en equipo, de trabajar en equipos sectoriales, en equipos
compuestos con profesionales altamente cualificados en el
conocimiento de sus respectivas áreas, sean del mundo de los
negocios, de la industria, del sector social o
de la gestión pública.
Esto hace que la sanidad vaya por un lado, la industria y la empresa
por otro, el comercio por otro, y los servicios públicos por otro. Y
la política, mejor no doy mi opinión, que se puede intuir. Las
decisiones que se toman, por tanto, son la mayoría de las veces
incompletas, cuando no ineficaces, porque hace en falta la puesta en
común de un conocimiento multisectorial y multidisciplinar para
tomar decisiones eficaces y eficientes, rentables, para el bienestar
de los ciudadanos. Y esa falta de puesta en común de conocimiento,
hace que los bienes, productos y servicios, en este caso
tecnológicos, puestos a disposición de los ciudadanos, sean
incapaces de contemplar la multidiversidad de las distintas
capacidades de la población. Entonces, si los humanos somos
incapaces de poner en común este conocimiento, y de gestionar ese
conocimiento, bienvenidas sean las máquinas, si ellas son capaces de
hacerlo. De ahí que me parezcan apasionantes las nuevas tendencias
tecnológicas emergentes, como la tecnología cognitiva, o los
asistentes personales introducidos en la tecnología en movilidad.
Sin
duda, con Watson comienza una
etapa completamente nueva de
computación cognitiva; la máquina, a través de sus programas
incorporados, se retroalimenta y es capaz de mejorar continuamente a
través del aprendizaje,
proporcionando respuestas y encontrando información mediante el
análisis masivo de datos. Las respuestas pueden, por tanto, ser
personalizadas a los distintos gustos, condiciones y parámetros del
individuo. Es en Nueva York,
centro logístico de Watson, donde se está desarrollando esta
tecnología que, lejos de pertenecer al futuro, es ya presente, y
puede cambiar el mundo. Una tecnología que podría hacer que muchas
necesidades de personas con discapacidad, discapacidad intelectual o
mayores con capacidades cognitivas ya reducidas, pudieran ejercer
muchos de sus derechos en igualdad. Derechos sociales. Especialmente
en educación, sanidad, o en el ámbito de la Justicia.. ¿Cómo?.
Ayudándolos a tomar decisiones. La tecnología cognitiva está aquí.
Y bien podría utilizarse, por ejemplo y entre otros miles de usos,
para localizar la tecnología más adecuada para las capacidades
funcionales de la persona, y en cada circunstancia.
Watson
aprende (“y razona”)
en función de los datos digitalizados incorporados, de los datos que
capta a través del acceso a ingentes sistemas de Big Data, y de su
experiencia en la interactuación con la persona. Para ello, para
“aprender” y tomar decisiones personalizadas en función de las
necesidades y capacidades de la persona, la tecnología necesita del
conocimiento social y de la diversidad funcional de la población; y
el conocimiento social necesita a la tecnología como herramienta
para, cada vez más y mejor, ayudar a tomar decisiones tanto
colectivas como personales.
Para
entender el funcionamiento, pondré un ejemplo que viví hace unos
meses, cuando asistí en directo en Madrid a una presentación
práctica y en vivo de algunas posibilidades de Watson. En esta
presentación, pude ver cómo una persona hablaba directamente a una
pantalla, en lenguaje natural, es decir, el “corriente” de los
humanos, y realizaba una operación de compra de una empresa. A
través de preguntas dirigidas directamente a la máquina, ésta
respondía en tiempo real: Watson, muéstrame las empresas del
sector textil del cono sur americano, de facturación superior a…;
ahora, las que tengan…; ahora, las que respondan a criterios de…;
ahora, las que se asemejen más a nuestra estructura de personal…
Todo ello, en tiempo real. Después, pude ver varios ejemplos, en
áreas muy distintas, como una operación en quirófano, mientras el
cirujano hacía uso del conocimiento experimental de Watson. Por
ello, por haberlo visto en vivo y en directo, no me sorprendió leer
este párrafo en el artículo “La
nueva era de la computación”, en El País de 5 de julio de 2015.
“A
una hora al norte de Manhattan, ocurren cosas asombrosas: hombres que
charlan con una máquina para decidir la adquisición de una empresa;
médicos que dialogan con una tableta en busca del diagnostico de la
extraña enfermedad que aqueja a un niño; ingenieros de una
industria petrolera que rastrea en la nube cómo reducir la
incertidumbre de sus costosísimas prospecciones en el océano;
cocineros que analizan en una interfaz la pertinencia de una nueva
receta a partir de la composición molecular de sus ingredientes;
científicos que escrutan los genes de una persona para aplicar un
determinado tratamiento contra el cáncer; asesores financieros que
manejan algoritmos para predecir el funcionamiento del mercado y
evitar burbujas financieras, o técnicos municipales que escarban en
la información de miles de sensores repartidos por toda la ciudad
para evitar futuras inundaciones”.
En
estos laboratorios, los ingenieros y científicos que desarrollan
Watson, hablan directamente con las pantallas, y éstas reproducen
las palabras por escrito o sintetizadas por voz; lo visto en tantas
películas de ciencia ficción, desde aquél “2001:
odisea en el espacio” de
Kubrick, lo vemos ahora ya en el presente: las máquinas y los
hombres, hablando y comunicándose. Definitivamente, una nueva era
del conocimiento, los sistemas cognitivos. Una era que va a cambiar
la vida de las personas, de los negocios, de las relaciones sociales
y de los sistemas de gestión de los servicios públicos dirigidos a
los ciudadanos. Y como las máquinas, afortunadamente, carecen de los
prejuicios absurdos de los seres pensantes auténticos, es decir, los
humanos, quizás “entiendan” definitivamente que el beneficio
social debe ir acompañado del económico.
Darío
Gil, uno de los ingenieros del centro simbiótico-cognitivo de IBM,
mantiene que “la
revolución cognitiva nos amplía los conocimientos donde termina el
cerebro. Expande nuestra capacidad mental. Es una tecnología con un
tremendo potencial transformador. No sustituye al hombre, lo
complementa. El sistema cognitivo aporta la capacidad de análisis y
de descubrimiento, su capacidad para encontrar conexiones en todo el
conocimiento digital disponible”.
La tecnología cognitiva es colaborativa, no sustitutiva; complementa
la capacidad funcional de la persona.
Watson
se diferencia por la forma de comunicarse e interactuar con la
persona: en tiempo real y a través del lenguaje natural, comprende
lo que se habla y lo que se escribe. Las posibilidades en el campo
de la discapacidad intelectual son impensables. Al hacer una
analítica combinada del saber y de la experiencia, ya convertida en
saber interno suyo, se pregunta, y responde; descubre “cosas” que
nuestras capacidades funcionales y cerebrales no. En definitiva,
colaboración de la técnica, de la realidad social y del sector
social tanto público como privado. Digamos que, además, Watson ha
encontrado su aliado al coincidir en el tiempo, para su
“alimentación”, con el despegue masivo de la también era del
Big Data, el almacenamiento masivo de datos. Con la tecnología
cognitiva, los servicios públicos, por ejemplo, debieran ser capaces
de manejar mucho mejor la complejidad y multidiversidad funcional de
la población, haciendo predicciones más acertadas de las
consecuencias sobre los ciudadanos con diversidad funcional, a la
hora de poner en marcha sus servicios públicos con determinados
bienes y productos tecnológicos.
Watson,
y las tecnologías cognitivas, pueden ir mucho más allá en la toma
de decisiones sobre las variadas necesidades del mundo (siempre que
políticamente interese, claro, algo obvio pero
dudoso). Incluido el mundo de
los negocios. Y de la sanidad. Y de la educación. Y de las
catástrofes naturales. Sobre cualquier disciplina, y utilizable en
cualquier ámbito. Sobre todo, cuando el tiempo, la rapidez y
exactitud de las respuestas y toma de decisiones es muy importante; y
esto ocurre con la discapacidad, los mayores y las necesidades
sociales. Conocer, detectar y acertar en la toma de decisiones
respecto a las distintas necesidades de la diversidad funcional,
ahorra mucho dinero, y genera inclusión y riqueza. Si la previsión
que hace IBM de su incremento de ingresos en el negocio de los
análisis de datos a 20.000 millones en los próximos cinco años,
supone un incremento proporcional del bienestar social, por la toma
de decisiones más adecuada, racional, eficiente y amplia, estaremos,
efectivamente, ante una nueva era en la Historia.
Coinciden
todos los expertos en que en la era del Big Data, lo importante no es
la cantidad de datos, sino el correcto análisis de los datos, y, por
supuesto, el correcto uso de esos análisis. Esto es especialmente
trascendente en aquellos campos con repercusiones sociales y que
afecten directamente a la vida de los ciudadanos, y a mejorar su
calidad de vida; y esto incluye la autonomía generada mediante una
adecuada accesibilidad y usabilidad de nuestro entorno, para todo y
todas las capacidades funcionales. La colaboración con los grandes
dinosaurios de redes sociales se antoja en este sentido
importantísimo, y así lo ha entendido, entre
otros gigantes, IBM firmando
sendos acuerdos con Twitter y Apple. Porque no nos engañemos, las
grandes redes sociales van a ser unos clientes muy aventajados de la
tecnología cognitiva, y no hay que demonizarlo, siempre que no
suponga discriminación social; al igual que no hay que demonizar
decir claramente que si queremos que la empresa invierta en
accesibilidad y usabilidad, debemos enseñarla a tener beneficios con
la accesibilidad y la usabilidad. Por otro lado, la capacidad de
aprender y tomar decisiones de Watson, nos puede llevar, también y
de una vez, a tratar lo social como empresa, y a reconvertir el
pensamiento del sector asociativo social actual, a un pensamiento
activo y de gestión eficiente profesional.
Algo
parecido pasa con los asistentes virtuales o personales móviles.
Inteligencia
artificial y tecnología cognitiva van de la mano. Explicaba Xabier
Uribe-Etxebarría no hace mucho, alma
mater
de Sherpa, que “llevamos
trabajando 3 años para poder ofrecer a nuestros usuarios el sistema
que revolucione la forma de consumir información en el dispositivo
móvil. Hasta ahora teníamos que ir a por la información y
la
propuesta de Sherpa es que la información basada en nuestros gustos
venga a vosotros".
A lo que yo añadiría, además de basada en nuestros gustos como
mantiene
Xabi, adaptada a nuestras capacidades o diversidad funcional. Los
algoritmos de predicción mediante Inteligencia Artificial de los
asistentes personales, o virtuales, cada vez son más precisos y
adaptan sus resultados a los intereses, gustos, costumbres o
necesidades de los usuarios. Porque, al igual que hace Watson,
aprende continuamente, en este caso directamente del usuario y de sus
gustos, comportamiento, costumbres, capacidades y movimientos en su
vida diaria. El asistente virtual o personal móvil se convierte, de
esta forma, en tu compañero-amigo, el compañero mejor informado
sobre lo que te gusta o necesitas, que igual te avisa de la última
película, de una cita, o se puede convertir en tu guía para andar
por la calle. ¿Nos damos cuenta de su potencial para personas con
discapacidad cognitiva, limitaciones o mayores?. Porque cuando los
diseños empiezan a centrarse en el usuario, utilizando tecnologías
cognitivas e inteligencia artificial, empiezan a tener condiciones
adaptativas sorprendentes para cada diversidad funcional.
Poco a poco estáis construyendo la web y se nota que poco a poco ya se están viendo algunas mejoras, seguir trabajando así de duro!
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