En estos días se han producido
dentro de la industria de la telefonía móvil dos noticias que, aparentemente,
sólo representan la aparición en el mercado de nuevos desarrollos en el sector
de los smartphones o teléfonos inteligentes. Sin embargo, para quienes nos
movemos además dentro de las necesidades de las personas con discapacidad o
limitaciones y mayores, nos dicen mucho más Escrutando sus posibilidades, más
allá de ver y fijarme en sus imperfecciones, tiendo a asentarme en mi pensamiento: las tecnologías
nos ofrecen cada vez mayores posibilidades de inclusión y beneficios sociales y
personales para todas las personas, y no creo, ni mucho menos, que sean la
causa de la famosamente llamada brecha digital. Si alguien es capaz de
razonarme que las tecnologías, en todos sus productos y servicios, no han
producido una mejora en la vida de cualquier persona con limitaciones, quizás
me convenza. Una persona ciega, sorda o con discapacidad auditiva, con severas
limitaciones en la movilidad, tiene hoy gracias a la tecnología muchas mayores
posibilidades y recursos en la educación, el ámbito laboral, la comunicación o
el ocio que hace veinte años. No, quizás la famosa brecha digital, más que por
la imperfección de las tecnologías, que las tienen, venga dado por el
desconocimiento (aprendizaje) de su potencial y recursos, y de su coste
económico.
Samsung presentó la semana pasada en
Londres el esperado Smartphone Galaxy III, sucesor de su aparato más vendido.
Dejando de lado aspectos más “frikis” como su estética, forma y demás
características físicas, la evolución que incorpora en su sistema operativo,
Android Ice Cream, y funcionalidades de serie, suponen cuando menos nuevas
esperanzas de avance en la inclusión facilitada por la tecnología. Sin duda,
una de las características más llamativas es su aplicación de seguimiento de la
mirada SmartStay, que detecta mientras lees libros electrónicos dónde está la
mirada, y si llegas al final para de manera automática pasar a la siguiente.
Más allá aún, teóricamente reconoce la posición de lectura del usuario,
adaptando y corrigiendo el ángulo de visión mediante un giroscopio y la cámara
frontal. En definitiva, incorpora el control con la mirada en el móvil.
La segunda característica enormemente útil
para muchas personas con discapacidad o limitaciones, principalmente visión y de
movilidad, y para personas mayores, es su control por voz S Voice, que viene a
sumarse al ya existente Siri de Apple. Aparentemente, más completo, ya que
puede mandar correos, añadir citas de calendario hacer llamadas y búsquedas, o
abrir aplicaciones. Sin duda, rápidamente podemos detectar las posibilidades de
uso que se abre para muchas personas con limitaciones, y cómo pueden servir de verdaderas vías de ayuda en
su entorno personal, de comunicación, educativo y laboral. Y, por supuesto,
incorpora la tecnología NFC, una de las inminentes gran evolución y revolución
para el pago de bienes de consumo, el comercio y los usos de los servicios.
Casi simultáneamente, unos días
después, la compañía que fabrica Blackberry, RIM, ha
presentado 'BlackBerry Screen Reader', que al igual que el S Voice de Samsung y
el Siri de Apple, aumenta las opciones para el usuario de cara a la utilización
de las posibilidades de los smartphones o teléfonos inteligentes. El gestor de
voz de RIM también proporciona información audible basada en la visual mostrada
en el terminal, de manera que el usuario con discapacidad visual o ceguera puede
hacer uso del correo electrónico, acceder al calendario o a la agenda de su
teléfono de forma más autónoma. RIM poco o nada se había preocupado hasta ahora
de aspectos de accesibilidad en sus aparatos. No creo, sinceramente, que ni
Samsung, ni RIM ni Apple vayan incorporando estas mejoras por conciencia
social; más bien tiendo a pensar que, en definitiva y como he mantenido en
continuas ocasiones, la mejora en la visualización por el ciudadano de su
imagen de marca con sesgos sociales, significa para ellas un acercamiento al
consumidor/usuario sensible y sus entornos cercanos, y simultáneamente un
incremento de clientes, ventas y beneficios. Pero, como históricamente se ha
dicho, y con todo cariño, si no puedes vencer al enemigo, únete a él. Lo que
viene a querer decir que, si tenemos que hacer ganar dinero a la industria y la
empresa para que mis posibilidades como usuario tecnológico (con discapacidad,
limitaciones o mayores) se incrementen, pues hagámoslo.
Es indudable que las presentaciones
y novedades mencionadas anteriormente suponen otro paso para avanzar hacia la
igualdad del ciudadano con limitaciones en el uso de las tecnologías. Y por
supuesto, es indudable que las tecnologías, tanto en su apartado físico
(aparatos) como SO’s y contenido, son imperfectos. Pero también es cierto que
su evolución contínua y constante en los últimos veinte años, han mejorado las
posibilidades y la vida de muchos ciudadanos. Y es indudable que hay que seguir
trabajando y luchando para mejorarla. No obstante, y como me suele ocurrir,
quizás vuelva a discrepar con la opinión mayoritaria. Es decir, por supuesto
que la imperfección de la tecnología supone un verdadero hándicap para muchos usuarios; pero la verdadera brecha digital o
tecnológica viene propiciada no por estas imperfecciones, que también, sino más
bien por el desconocimiento por el usuario de las posibilidades, herramientas y
aplicaciones que ya incorporan y de cómo se usan. ¿Cuántas personas con
discapacidad se enteran de las novedades inclusivas que aparecen en tecnologías
de consumo, un día sí y otro también? ¿Con cuántos meses de retraso se van
enterando? ¿un año? Un es un curso escolar, demasiado tiempo valioso para una
persona con discapacidad. Retraso en el conocimiento que, por cierto, podían
paliar en gran medida las asociaciones del sector social, haciendo llegar esta
información al usuario final (la mayoría afiliados a alguna asociación y por
tanto localizados, por cierto).
Si la anterior supone una primera
barrera que incrementa la brecha digital, el coste de las novedades supone el segundo.
Samsung Galaxy III tiene una previsión de salida de 700€, las Blackberry no son
precisamente económicas, el iPhone de Apple con el Siri ronda los 600€; a lo
que hay que sumar las cuotas mensuales de contrato y uso con las operadoras. El
coste de las tecnologías en movilidad de gama normalmente alta, las que
incorporan inicialmente las novedades, y ahora tan en auge con las tabletas, es
extendible al resto, esencialmente las audiovisuales.
El que las tecnologías han supuesto
y suponen un avance en la calidad de vida de miles de ciudadanos, y un
acercamiento hacia la igualdad social, creo que es difícilmente discutible, más
allá de las reconocidas imperfecciones, y que no discuto. Los famosos libros de
autoayuda, que se venden por millones y muchos de ellos se convierten en Best
Sellers, y que todo el mundo recomienda a sus conocidos y nadie hace caso luego
ni los ponen en práctica, proponen indefectiblimente dos premisas: descubrir y
aprovechar lo bueno que todas las cosas y circunstancias tienen, y aprender a
ver el vaso siempre medio lleno.
Recientemente
leí dos noticias en el portal de noticias Sinc – Servicio de información y
noticias científicas (que obviamente no tienen nada que ver con los
periódicos y publicaciones editados por el mundo asociativo social), que van en
esta línea. Por un lado, el desarrollo, prácticamente terminado, que promueve
el Centro de Investigación Aplicada Tecnalia, en colaboración con la Fundación Uliazpi.
Consiste en detectar las emociones para conocer y aumentar el bienestar de las
personas que no pueden comunicarse verbalmente, y poder intervenir así para
disminuir su nivel de malestar. El dispositivo transmite las emociones de la
persona a sus cuidadores a través de un móvil, para controlar los efectos
negativos que ciertos estados de ánimo puedan tener en su salud. Por un lado,
mejorará la comunicación entre el paciente y su cuidador; por otro, el móvil
funcionará como una herramienta de autorregulación, ya que cuando detecte una
emoción negativa intensa, iniciará un mensaje de voz automático para ayudar a
tranquilizarle.
La
segunda, el trabajo realizado por Óscar Zorrilla , alumno de Ingeniería Técnica
en Informática de Gestión de la
Universidad de Burgos , que ha desarrollado una aplicación
informática para mejorar los ejercicios físicos de rehabilitación que
tiene que hacer un paciente. El programa se llama Rehabilit-AR y se basa en la tecnología de realidad
aumentada, de manera que una webcam capta los movimientos y la aplicación
evalúa si son los adecuados. Oscar ha utilizado la tecnología ya desarrollada y
ampliamente conocida por la consola de videojuegos Xbox: Kinect. Las utilidades de esta
aplicación son inmensas, y el potencial de ahorro en su coste económico que
puede suponer en áreas como la sanidad rehabilitadora, y para el propio usuario
evitando desplazamientos, enormes.
Este programa ha sido registrado. Se han incorporado dos nuevos
socios, Daniel Ballesteros y Ana Isabel Fernández.. ¿Por qué, nos preguntaremos?.
Muy sencillo, porque a Oscar se le ha ocurrido decir que, ahora que está en la
última fase, su “meta es lograr un producto que salga al mercado y pueda ser de
utilidad”. ¡Qué barbaridad, comercializar algo así!
Seguramente, si las tecnologías
tuvieran efectos tan nefastos, y fueran tan imperfectas, no podrían utilizarse
para lograr estos productos/proyectos.
Muy interesante. Realmente hay un problema de rechazo a determinadas "formas de vida" que es totalmente psicológico.
ResponderEliminarEs esencial que a las personas que pueden beneficiarse de estas tecnologías se las ayude, no tanto aprender a utilizarlas, sino a superar la "brecha psicológica" que hace que piensen "esto no es para mi" o "yo no entiendo esos cacharros"
Yo en concreto conozco personas que han podido superar ese problema con plataformas como nintendo DS.