Ha llegado un momento en que no es necesario invertir grandes sumas de dinero en generar información sobre las necesidades de las personas con discapacidad o limitaciones, y mayores. Tenemos suficiente para empezar a trabajar, para construir, para ejecutar, para ponernos manos a la obra, en definitiva. Es momento de invertir en construir y hacer realidad ese conocimiento plasmado en miles de estudios, informes y auditorias (sin descartarlos del todo, por supuesto). Con la información y documentación que poseemos actualmente, se podría crear una nueva biblioteca de Alejandría sobre las necesidades de las personas con discapacidad o limitaciones y mayores. A mi particularmente me pone muy nervioso cada vez que recibo, descubro o me encuentro con un nuevo estudio, auditoria, o informe de necesidades de las personas con discapacidad o limitaciones, porque no sé si lo tengo repetido, o aporta novedades suficientemente importantes para guardarlo. Es hora de pasar a la acción.
En épocas de crisis económica como la que nos toca vivir actualmente, es necesario más que nunca poner en marcha la imaginación y los conocimientos adquiridos. El dinero de las Administraciones Públicas se acaba, las necesidades de muchos ciudadanos no. La Administración, en periodos de restricción presupuestaria, puede pasar años sin invertir o gastar en productos accesibles y usables, pero el ciudadano con discapacidad o limitaciones, y mayores, si tiene y encuentra esos productos, sí los va a consumir. La tecnología accesible y usable se ha convertido en imprescindible para las personas con discapacidad, limitaciones y mayores, desde el momento en que todos las áreas de actuación social (trabajo, educación, comunicación, ocio…) giran en torno a las TIC’s. Paradójicamente, a la industria y a la empresa le sigue faltando información que les permita diseñar estrategias de negocio y procesos de marketing adecuados para vender, porque toda “esa Biblioteca de Alejandría de las necesidades” sigue medio oculta en los entornos sociales de los ciudadanos afectados, y fuera del conocimiento mercantil.
Es evidente que la discriminación y el no cumplimiento legislativo no tienen el mismo poder que las luchas de mercado. Los grandes imperios tecnológicos parece que se divierten jugando al RISK, el conocido juego de estrategia para la conquista del mundo, peo sobre un tablero real, la propia tierra. Unos en Occidente, otros en Oriente, van peleando y bloqueándose país a país con la excusa de sus profanaciones mutuas de patentes. Mientras avanzan, entretanto, unos se van comprando a los otros, haciéndose más fuertes y, consecuentemente, poderosos. La vulneración de la igualdad por los gigantes TIC’s nunca va a conseguir lo que consiguen de los Estados denunciándose por sus violaciones industriales. Hay que buscar otras vías, seamos realistas. Hay que enseñar a la industria y a la empresa a ganar con la no discriminación. Igual que un niño enseña a sus padres a usar todos los cacharritos que van apareciendo.
Sin embargo, las leyes constituyen las reglas del juego en una sociedad, como en cualquier deporte o juego de mesa, aún cuando su estricto cumplimiento deje mucho que desear. Conocerlas en profundidad y en toda su extensión nos da muchas pistas sobre las posibilidades que se pueden abrir a las empresas con sus productos y servicios. Una parte inapreciable, denostada en exceso, para la industria y la empresa comercial, son las exposiciones de motivos de toda normativa legal, y determinados artículos: objeto, sujetos obligados, ámbitos y actuaciones. No obstante, si bien la efectividad de las leyes se muestra limitada, tiene un factor añadido que puede ayudar en esta carrera antidiscriminación. Y es que las leyes, insisto, pueden dar muchas pistas a la industria y la empresa para su propio beneficio, entre otros aspectos, con todos sus análisis sociodemográficos preliminares, por ejemplo.
La LEY 27/2007, de 23 de octubre, por la que se reconocen las lenguas de signos españolas y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas, nos muestra un enorme campo de actuación para la industria. La ley establece la obligación de introducir medios de comunicación tecnológicos accesibles para facilitar la comunicación de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas en prácticamente todos los entornos: bienes y servicios a disposición del público, transportes, Administraciones Públicas, participación política, medios de comunicación social, telecomunicaciones, sociedad de la información, centros culturales y de ocio… todo ello para una millonaria población con limitaciones en la comunicación y el acceso a la información. Y las obligaciones legales, tarde o temprano, deberían cumplirse. Pero más allá, sabiendo esto, tampoco es necesario ser muy perspicaz para darnos cuenta, con la información “sociodemográfica” que nos da el texto de la ley, para detectar las inmensas posibilidades de captación y fidelización de usuarios y consumidores en el sector privado.
Algo parecido ocurre con la tan glorificada Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia. Los ingentes y extensísimos estudios y análisis que se hicieron para detectar y analizar la población en situación de dependencia, en sus distintos grados, y que quedaron plasmados en el famoso Libro Blanco de Atención a la Dependencia es una joya de información en sí misma. No creo que se necesiten muchos más informes para tener claro, que existe un millonario colectivo de ciudadanos, en España, en Europa y en otros países, con necesidades mucho más allá de la atención personal, y que incluye claramente los recursos tecnológicos. Para la gestión de la autonomía personal, los desarrollos domóticos, por ejemplo, tienen un campo de actuación para la industria y la empresa de un valor incalculable. Es más, poco a poco, la autonomía personal y la mejora de las limitaciones debe, necesariamente, ir incorporando cada vez más tecnología accesible, usable y controlada por la persona con limitaciones en la vida diaria, desplazando la asistencia personal, cuyo coste será mucho mayor, con costes mantenidos y permanentes, y quizás, por ello, insostenible. El campo del hogar domotizado, inteligente, la asistencia médica telemática y a distancia, el control del entorno cercano de manera autónoma por el ciudadano, tienen un campo de desarrollo, implementación y comercial incalculable para la industria y la empresa.
Analizando la recientemente aprobada Ley 26/2011, de 1 de agosto, de adaptación normativa a la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, nos encontramos otro descubrimiento. Resulta que su art. 15 modifica la Ley 49/1960 de Propiedad Horizontal, introduciendo la posibilidad de que cualquier propietario con discapacidad o mayor de 70 años, que necesite realizar adecuaciones en los espacios comunes (portales, accesos, pasillos…) puede solicitarlo y la comunidad de propietarios está obligado a realizarlas. Pero más allá de las típicas rampas, se incluyen “… la instalación de dispositivos mecánicos y electrónicos…”. Es decir, portales automáticos, aperturas electrónicas, videoporteros… por supuesto, accesibles y usables, siempre que no sobrepasen las 12 mensualidades. Esto abre unas posibilidades a determinadas empresas del sector enormes, y además, y es completamente posible, trabajando con tecnologías de bajo coste.
Debemos hacer ver a la industria y a la empresa cómo pueden utilizar los textos legales, para obtener información que va mucho más allá de la obligación, ¡están llenas de pistas y de información importante, que se les da hecha! Muchas de ellas, ¡contienen verdaderos estudios prospectivos de las necesidades de determinados colectivos de población, con cifras, datos e incluso localización! ¡Hagamos ver a la industria y a la empresa cómo extraerla, localizarla y usarla! ¿Acaso no podemos ver la fuente de negocio que pueden suponer los próximos servicios de la televisión interactiva, dentro del sector de las personas mayores y con determinadas discapacidades, si las hacemos accesibles, usables y fácilmente interactuables? Verdaderos consumidores, a cientos de miles, en potencia. ¿No son las personas mayores las que tienen mayor tiempo libre, con porcentaje de uso de la televisión muy superior al resto de la población?. Seamos realistas, si la empresa gana, la sociedad gana. La perspectiva asistencial suaviza la necesidad, pero nunca la solucionará. Sólo pasando de la mentalidad asistencial a la comercial, se producirán verdaderos avances innovadores y permanentes, según se vayan plasmando en bienes y productos accesibles y usables enfocados a la mejora del bienestar, entendiendo éste como un todo global que abarca comunicación, educación, trabajo, autonomía y ocio.
Si alguna vez viera que las empresas se “forran” vendiendo bienes y productos a las personas con discapacidad o limitaciones, sería tremendamente feliz. Significaría que habríamos llegado a conseguir un mercado con una oferta más que satisfactoria de bienes, productos y servicios accesibles y usables, de todos los tamaños, colores y condiciones técnicas. Y lo aseguro: todo aquello que mejora la vida de las personas, y que puede usarlo ella sola de manera autónoma por ser accesible y usable, dispara las ventas.
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