Las NT están poniendo en un serio compromiso a los responsables públicos. Por un lado, porque no se enteran, no ven o no escuchan lo que pueden llegar a hacer las NT en muchos campos, para ayudar a cumplir las obligaciones que impone nuestro ordenamiento legal. Quizás debieran tener expertos en estas áreas, de tecnologías accesibles o de cómo hacer accesibles con las NT muchos servicios, entre ellos la educación o el acceso a la información sanitaria, por el bien de los ciudadanos y por el bien del dinero público. Dotar con NT accesibles a los ciudadanos que lo necesiten, y hacer servicios accesibles con las NT garantiza derechos y ahorra mucho dinero.
Por otro lado, no es descabellado plantearse si la nueva sociedad de las TIC’s en que vivimos está generando de nuevo ciudadanos de primera, segunda e incluso tercera clase. En la reciente feria internacional de la telefonía móvil de Barcelona, una de las primeras operadoras de telefonía móvil presentó un proyecto piloto que se ha dado en llamar el medicamento accesible. De modo esquemático, consiste en captar con la cámara del móvil el código de barras, se accede a una base de datos de la compañía, y se lee la información en formato accesible y aplicaciones accesibles en el móvil. Esta situación genera varias reflexiones. Entendiendo la información del medicamento como un aspecto que puede ser esencial en la salud de la persona que debe consumirlo, especialmente si tiene una discapacidad, primero, ¿sólo podrán acceder a este servicio los clientes de esa compañía? ¿O sólo lo harán los que tengan determinado modelo de móvil o smartphone? Pero probablemente el mayor dilema sea¸ si es posible generar un acceso a información esencial para determinados ciudadanos (personas con discapacidad sensorial, esencialmente) a través de las NT, con telefonía móvil y aplicaciones accesibles, a una base de datos con información especialmente importante, ¿no sería esto un deber y obligación de las Administraciones Públicas, si las NT lo permiten? Porque, volviendo al primer dilema, cuando no se puede, por no haber sistemas ni tecnología para ellos, no se puede, evidentemente. Pero si se puede, debe hacerse. Recordemos que estamos hablando de un derecho básico, y además de igualdad. Así pues, los responsables públicos tienen otro pequeño problema.
Es irónico que tengamos veinte leyes sobre la igualdad, cuando nuestra Constitución tiene un art. 14 donde dice que todos los españoles somos iguales ante la ley, y un Capítulo Segundo, Sección 1ª, íntegramente dedicado a los Derechos Fundamentales y las Libertades Públicas, bastante completito, por cierto (lo que no es sinónimo de perfecto), donde se contemplan, entre otros, el derecho a la educación en igualdad de condiciones. Reforzando lo anterior, el Capítulo Tercero, “De los principios rectores de la política social y económica”, cuyo art. 49 establece cuáles y cómo deben ser las acciones de los poderes públicos destinadas a garantizar la igualdad de oportunidades de las personas con discapacidad (por cierto, en nuestra Constitución, todavía disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos). Con todo esto debiera bastar para garantizar una mínima igualdad en el ejercicio de los derechos. ¿Y qué tienen que ver las nuevas tecnologías en todo esto?
Cuando en 1978 vio la luz nuestra Constitución, la tecnología más puntera que teníamos era en todo caso nuestra flamante televisión de tubo a color, y algún que otro pequeño robot de cocina. Y nuestro teléfono, todavía en muchas casas colgado en la pared. No existía, al menos como consumo masivo y a nivel de usuario, ni los PC’s, ni los portátiles, ni los DVD’s, ni internet, ni las redes sociales, ni las recientes tabletas. Cuando no se puede, no se puede, y entonces, quizás, no se podía. Pero si ahora las nuevas tecnologías permiten cada vez más el ejercicio de los derechos con mayor igualdad, debe hacerse. Hoy en día, las denominadas nuevas tecnologías abren un abanico de posibilidades para conseguir acceder con recursos impensables años atrás a la educación, el trabajo, la cultura, la comunicación, el ocio o la autonomía personal, impensables entonces pero posibles ahora. Y si es necesario hacerlas accesibles, y casi siempre es posible, debe hacerse.
Cuando la tecnología nos ha demostrado que es posible una TDT accesible, deben ponerse los medios necesarios para que esos aparatos estén al alcance de los ciudadanos que lo necesitan. Hacer la vista gorda por quienes deben garantizar los derechos de los ciudadanos con especiales necesidades, es convertirse en cómplices necesarios de esa vulneración del derecho al acceso y uso de la información y la comunicación. Si es posible, en igualdad, en el mercado; y si el coste en igualdad es superior, subvencionado el sobrecoste. La necesidad nunca debe costar dinero añadido al usuario, el lujo o capricho sí. En el Movile World Congress de Barcelona, citado antes, se han podido ver también las posibilidades que pueden tener las tabletas para desarrollar aplicaciones y contenidos que estimulen la capacidad cognitiva de personas con autismo. Conocer estas posibilidades que nos presentan las nuevas tecnologías sólo es posible si estas en estos eventos, si vas a ellos, y si vas además acompañado de quien te puede decir qué puede hacer con lo que allí se presenta. Es decir, si vas con una persona ciega, sorda o con cualquier otra limitación, y te puede decir: “Oye, que con esto yo voy a poder comunicarme, que con esto yo puedo estudiar, o que con este sistema yo puedo trabajar mejor, o puedo utilizar las redes”.
Las Administraciones Públicas quizás debieran ser las primeras en dinamizar el desarrollo de las nuevas tecnologías, porque hoy en día son una herramienta esencial para conseguir la igualdad y no discriminación, y así salvaguardar los derechos que se legislan. Cada vez va siendo más difícil escudarse en el “hoy por hoy no se puede”, y tampoco en el “no sé si se puede”. Señores, para eso estamos en la era de la sociedad de la información y la comunicación. Están muy bien los tours institucionales por centros especiales de empleo y centros ocupacionales, los congresos y macrocongresos nacionales e internacionales “de todo está muy mal y queda mucho por hacer”, los planes de acción y las estrategias, pero, ¿y si pagáramos parte de lo que se gasta es todo eso, para dinamizar la industria y encargar a una operadora o empresa del sector TIC’s algo así: “oye, sé que se puede conseguir hacer esto, el medicamento accesible o aplicaciones y contenidos para el autismo con las tabletas. Hazlo. Me he comprometido en conseguir la igualdad en el acceso a la información, y a poner los medios para conseguir una mejor educación inclusiva”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario