Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. (Bertolt Brecht)

Muchos me llamaran aventurero, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. (Ernesto "Che" Guevara)

Aquellos que ceden la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad. (Benjamín Franklin)

viernes, 20 de noviembre de 2020

Compra Pública Innovadora: la hora de tomar decisiones

            La situación que estamos viviendo a nivel mundial, producida por la actual pandemia del Covid-19, tiene una consecuencia evidente: nada va a ser igual una vez superada. Los cambios en nuestros hábitos sociales, nuestra forma de relacionarnos, y la transformación en las formas de trabajo, el acceso a la educación y la formación, la cultura y el ocio, la gestión de los servicios públicos, los eventos profesionales, todo ello ha sufrido un cambio radical en pocos meses. Y todo girando en torno a la tecnología. La ciudad y los servicios pertenecientes a ella, también, como la hostelería o el turismo. Pero estos cambios, ligados estrechamente a la tecnología, para su acceso y uso, también nos alerta de nuevos riesgos de brechas sociales digitales, donde millones de personas especialmente vulnerables, personas con discapacidad, limitaciones y mayores, pueden y están quedando descolgadas. Porque si antes de la pandemia las necesidades de millones de personas, por falta de accesibilidad y usabilidad en productos, servicios y entornos TIC, no era la ideal precisamente, ahora se ha acentuado. Ya no hay tiempo que perder, porque ya no hay vuelta atrás.

Y si las necesidades siguen existiendo, y las soluciones no, quizás ha llegado el momento de buscar medios nuevos, o poco utilizados, para buscar soluciones (tecnológicas). En productos, servicios y entornos, que permitan a cualquier ciudadano, con independencia de sus capacidades, el acceso y uso, en igualdad, a cualquier ámbito de nuestra sociedad: educación, sanidad, Administraciones públicas, cultura y ocio, transportes, turismo, deambulación autónoma en nuestras ciudades, trabajo y teletrabajo… Quizás ha llegado el momento de activar, definitivamente, la Compra Pública Innovadora.

En el III Digital Interchange, el presidente del BBVA, Carlos Torres, afirmaba que “el confinamiento por la pandemia ha impulsado las tendencias preexistentes en digitalización y la adopción de nuevas tecnologías”. Estas declaraciones las recogía el El País en un interesante artículo, el 19 de septiembre de 2020, que resumía la entrevista que el presidente del BBVA mantuvo con Brad Carr, gerente de Finanzas Digitales del Institute of International Finance (IIF), en la inauguración. En el reportaje, el periódico incluía reflexiones que me hacen pensar que, afortunadamente, alguien de las “altas esferas económicas”, se ha dado cuenta de la situación y de los riesgos digitales provocados por la pandemia: “…En este contexto, las compañías y los servicios públicos se han enfrentado al desafío de adoptar este rápido proceso de digitalización para mantener los estándares de servicio…” ybuena parte de esta creciente digitalización ha llegado para quedarse. Por eso, es importante que la digitalización sea universal y accesible para todos. La inclusión digital está detrás de todo tipo de inclusión: educativa, social, económica… Por tanto, como sociedad tenemos que hacer un esfuerzo para asegurarnos de que nadie quede atrás”.

Es evidente que el presidente del BBVA ha detectado lo bueno (lo poco bueno de la actual situación), pero también los riesgos. Y también que la recuperación económica necesita de todos los activos personales (ciudadanos) de la sociedad, para hacerla sostenible. Eso significa no excluir a nadie digitalmente, por algún tipo de discapacidad, o limitaciones funcionales por razones de edad o cualquier otra circunstancia social. Por eso, también afirmaba, en el mismo artículo, que para conseguir una economía más sostenible e inclusiva, con la tecnología como eje, necesitamos un entorno político y regulatorio que fomente el cambio y la innovación.

La nueva situación económica y social está creando un nuevo espacio de innovación para resolver los principales problemas del negocio, del consumidor y de la sociedad. La innovación es ya una prioridad tanto en el sector privado como en el público, producida por la obligación de eliminar riesgos de contagio, y de no perder al cliente como consumidor (en lo privado) en el camino, o como usuario de derechos en el público. Pero todo a través de las tecnologías, que en mayor o menor medida han aparecido. Caso de los QR para ver la carta en los restaurantes. Y si no quieren perder el reto del retorno en valor de la inversión en innovación, no debieran descuidar la accesibilidad y usabilidad del producto o servicio Tic que ponen a disposición del ciudadano.

Coincido más que nunca en el pensamiento de Leonardo da Vinci de que “No es época de cambios, es un cambio de época”. Por eso creo que, ahora precisamente, es todavía más necesaria activar de manera eficaz la Compra Pública de Innovación, para afrontar todos los retos de transformación digital social que las Administraciones Públicas tienen por delante afrontando la nueva realidad tecnológica. Sin dejar a ningún ciudadano fuera de juego, en una brecha de la que difícilmente podrán salir. Una nueva realidad donde, al girar todo en torno a la tecnología, la accesibilidad y usabilidad deben ser imprescindibles. Una de las lecciones que nuestros responsables públicos debieran haber aprendido, es que nadie, empresa u organismo público, acaparan en sí mismos ni la capacidad necesaria ni el talento completo para solucionar los problemas a los que debe enfrentarse la sociedad en el actual panorama. Y a los que vendrán. Porque nada hace prever, más bien al contrario, que está pandemia será la última y que no vendrán otras, con nuevos retos, y nuevas necesidades de transformación digital social. El conocimiento plural y el trabajo colectivo con expertos especializados en accesibilidad y usabilidad tecnológica es necesario, ante un crecimiento sin vuelta atrás hacia una sociedad cada vez más envejecida o con discapacidad.

 

El darwinismo digital, como he oído en varias conferencias, es evidente que se va a producir en el mundo de la empresa y la economía. Quien no se transforme digitalmente en función de los tiempos, estará abocado a la desaparición. Y recuerdo que transformarse digitalmente, no es llenar de máquinas nuestro entorno, como reiteradamente recuerda Marlon Molina. Si una empresa es capaz de “adivinar” las tendencias y detectar las innovaciones disruptivas a medio plazo, no se van a salir del camino. Pero el darwinismo digital, socialmente es inaceptable; dejar fuera de la evolución y de la igualdad social, de derechos esenciales como la educación o el trabajo, a millones de personas, con limitaciones y mayores, por no disponer a su alcance de productos, servicios y entornos Tic adecuados en cuanto a criterios de accesibilidad y usabilidad, es inaceptable.

 

¿Son capaces nuestras Administraciones Públicas, ellas solas,  de dar solución a estos retos acelerados de necesidades sociales que nos presenta la vertiginosa transformación tecnológica de nuestros tiempos?. No, por supuesto. Pero no por incompetencia, en absoluto; simplemente, porque son necesarias alianzas de conocimiento, para solucionar los cada vez más complejos problemas de adaptación social que conlleva la transformación tecnológica de nuestras estructuras sociales y productivas. La eliminación del riesgo de brecha social tecnológica, requiere de un conocimiento muy completo y complejo de la diversidad ciudadana: de las muy distintas necesidades funcionales de millones de personas, de la legislación social, y de las múltiples tecnologías y los criterios de accesibilidad y usabilidad para ser usadas por cualquier persona, con independencia de las necesidades funcionales antes mencionadas. Sólo con alianzas de conocimiento, de profesionales con estos perfiles, y de otros, por supuesto, se llegará a soluciones satisfactorias de igualdad social. Al menos, para que cualquier ciudadano tenga las mismas oportunidades. Y la Compra Pública de Innovación debe jugar un papel esencial para que todos podamos jugar con la misma baraja.

 

Si antes de la pandemia actual el camino hacia la Smart City era evidente, su evolución se va a acelerar, entre otros motivos, por la necesidad de garantizar la seguridad del ciudadano en su interactuación con el entorno, con las tecnologías y servicios presentes en ella. Seguridad que se ha visto necesaria donde, gracias a las tecnologías, evitamos también riesgo de posibles contagios ante factores externos. Pero también van a evolucionar más rápido aún la domótica doméstica, la administración electrónica, nuestros hospitales o cualquier servicio público o privado. Todo debe formar parte de nuestra Smart City, desde nuestro hogar, al servicio más lejano de nuestra ciudad. Y todo ello nos presenta nuevos retos sociales que debemos abordar urgentemente.

 

Para la reactivación económica, tan necesaria ahora, la CPI debe ser una política pública de fomento de la contratación pública donde PYMES, emprendedores e investigadores que desarrollen una clara “apuesta tecnológica” para solucionar todo lo expuesto anteriormente, encuentren un marco jurídico y productivo adecuado. Las empresas y los emprendedores debieran encontrar en las Administraciones Públicas un campo de trabajo y de relaciones favorable para desarrollar productos, servicios y entornos Tic innovadores, y no excluyentes. Premisa ésta innegociable, y que sólo puede lograrse incorporando la accesibilidad y usabilidad. De esta forma, introduciríamos dos factores importantes: la necesidad de conocer qué y cómo lograr la accesibilidad y usabilidad Tic por parte del mundo de la empresa y de los emprendedores; y una competitividad sana entre todos los actores, por generar productos y servicios no excluyentes socialmente. Sin duda, la CPI supone una potente herramienta y con fuerte impacto para el desarrollo tecnológico.

Así lo defendían Edquist y Hommen en su estudio publicado en 1999, “una entidad pública aprueba un pedido de un producto o sistema que no existe en ese momento, pero que puede desarrollarse probablemente en un periodo de tiempo razonable. Requiere el desarrollo de tecnología nueva o mejorada para poder cumplir con los requisitos demandados por el comprador”. Sin duda, importante para lograr igualdad social tecnológica. También el Ministerio de Economía y Hacienda cuando, en 2011, informó de forma favorable sobre el objetivo de la CPI al publicar “La guía de la compra pública innovadora” dirigida a las administraciones públicas: “impulsar e incentivar la participación de las empresas en las licitaciones de compra pública innovadora como instrumento para potenciar el desarrollo de los mercados innovadores”. Actualizada en 2015 con la Guía 2.0.

 

Existe un desconocimiento generalizado de los beneficios económicos y sociales de la Compra Publica de Innovación. Pero es necesario cambiar el modelo económico del gasto en la Administración, máxime cuando somos conscientes de los recursos económicos limitados de nuestras Administraciones. Nos encontramos ante una oportunidad única de poner en marcha ya, las ventajas que nos puede aportar la CPI como generador de igualdad social en el acceso y uso de productos, servicios y entornos tecnológicos accesibles y usables por cualquier ciudadano, adaptados a sus diferentes capacidades funcionales:

 

·        CPI como eficiencia social.

·        Trasladar la idea al mercado con la innovación.

·        Optimizar el rendimiento público con aporte de valor.

·        Mejora en la prestación de servicios públicos.

·        Permite a la Administración dirigir la innovación y fomentar soluciones.

·        Obliga a llevar a la industria hacia las necesidades del ciudadano.

·        Es una oportunidad para cambiar el sistema de reaprovisionamiento público.

·        Fomenta y permite compartir la innovación entre Administraciones Públicas.

 

         Aprovechémosla. Nunca más oportuna que ahora.

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