Iniciamos
una nueva etapa. Un nuevo sistema económico. Necesitamos nuevos
enfoques, y nueva mentalidad.
No
hay una, hay mchas cosas que estamos aprendiendo en esta etapa que
nos está tocando pasar:
- Nada va a ser igual: la economía, la forma de trabajar, la necesaria reestructuración de todos los sectores productivos, la forma de enfocar todo el sistema sociosanitario, la forma de gestionar los servicios publicos, la necesidad imperiosa de invertir en investigación y en innovación, y por supuesto en ciberseguridad.
- La primera y fundamental, la tecnología se ha demostrado como el elemento esencial en todos los ámbitos y sectores de la sociedad, y el primer recurso para evitar el aislamiento social.
- La acelerada inclusión digital de la ciudadanía, profesional y "doméstica".
- El descubrimiento y uso de muchos y diversos medios de comunicación que, existentes, eran poco usados por la ciudadanía.
- Que el teletrabajo existe, y se puede hacer. Incluso en el sector público. Nunca hemos tenido tantos funcionarios trabajando desde casa, y los servicios pueden funcionar.
- La capacidad de innovación (tecnológica) en época de crisis, y que debe perdurar en adelante porque existe, solo debemos incentivarla y ayudarla a aflorar.
- La imperiosa necesidad de eliminar las "lagunas" de conexión en nuestro territorio, para no dejar a nadie fuera de servicios como la educación online, teletrabajo a teleasistencia médica.
- Los distintos "grupos sociales" en que esta situación ha dividido a la ciudadanía: los que se pierden en grupos de chats nocivos, deprimentes, e incitadores a la depresión y la inanición; los que se pierden en sus diatribas políticas, dedicando su tiempo en las redes a la crispación social, al debate vacío, al "tu más" y al "yo mejor", cuando pocos, ni de un color u otro dan la talla; y aquellos que tienen claro que para empezar a enfocar el futuro inminente (y el presente) de manera eficaz, se requiere proactividad, positivismo, empuje, adaptación al cambio y a nuevas formas de trabajo, a generar conocimiento válido en la sociedad, a empezar a trabajar en las nuevas formas de acceder a la formación, y, sobre todo, a transmitir una idea positiva de las nuevas oportunidades que se nos abren. Todo canalizado, como claramente y definitivamente queda demostrado, a través de las tecnologías y sus servicios.
La
transformación sufrida por las sociedades los últimos años, y muy
especialmente en la última década, puso de manifesto la
importancia de las tecnologías en todos los sectores. La actual
crisis sanitaria provocada por el COVID-19 ya tuvo preavisos
anteriores con el évola o la gripe A, por citar algunas, salvando
las distancias. Pero la actual pandemia va a provocar, a diferencia
de "avisos" anteriores, quizás
la
mayor crisis social y económica conocida de la edad moderna. Social,
en cuanto va a significar un cambio de hábitos y usos sociales;
económica, cambiando procesos productivos, formas de trabajo y de
organización. El mundo digital, ahora, en pleno proceso evolutivo de
la pandemia, se dispara tanto en el ámbito doméstico como en el
empresarial, forzando el teletrabajo a marchas forzadas y una
readaptación acelerada de la gestión con clientes y del propio
consumo. Estamos viviendo, de primera mano, lo imprescindible de la
tecnología para comunicarnos, consumir, informarnos, acceder a
servicios públicos y trabajar. Y es ahora, más que nunca, cuando no
debemos olvidar el crucial papel que también debe jugar la
accesibilidad y usabilidad a las Tic para gran parte de la población.
No significa que todo deba ser accesible, pero sí que existan las
Tic y servicios vinculados accesibles y usables para quienes las
necesiten, tanto en el sector público como en el privado.
¿Deprimirse?.
No. Reflexión, aprendizaje, innovación y acción. Al contrario, de
golpe nos encontramos que aquello de lo que tanto hablábamos, el
"mundo
online",
existe para todos. Parte de la población ya "lo disfrutaba";
ahora, en la actual circunstancia, "casi todos" (los que
pueden acceder por recursos y cobertura), lo han empezado a
descubrir. Significa incorporar millones de usuarios a este nuevo
mundo digital de facto. Muchos retos, muchas nuevas oportunidades.
¿Cómo afrontarlo, desde la perspectiva pública y también
privada?. Porque ya no es solo la necesidad de "redescubrir"
el teletrabajo a marcha acelerada. También el cambio sustancial en
el ámbito educativo, el sanitario, ocio, comercio, comunicación o
movilidad. Y la seguridad (o ciberseguridad). ¿Seguiremos apostando
por tecnologías táctiles en la interactuación con servicios fuera
de casa? ¿Seguiremos "tocando" cajeros, paneles
informativos, terminales de pago o intercambiando documentos y
billetes en aeropuertos u oficinas abiertas al público?. ¿O dejando
y recogiendo de nuevo nuestros carnets para autentificarnos en las
puertas de acceso que lo requieran?. ¿Seguirá la burocracacia en
papel en las oficinas públicas?. No, todo va a cambiar, y debe
cambiar de manera adecuada para todos, para no dejar a nadie fuera.
Puesto que debemos reinventarnos, es hora de hacerlo bien. Máxime
ahora, que nadie va a quedar al margen de los nuevos usos y formas de
relacionarnos entre nosotros y nuestro entorno. Ahora debe empezar,
así, a verificarse que el beneficio social también genera beneficio
económico, y mucho, incorporando la accesibilidad y usabilidad a las
tecnologías. Que comience la carrera, hay enormes oportunidades. Y
aprovechemos, desde el espectro público, herramientas legales que
tenemos a nuestra disposición claramente desaprovechadas, como la
Compra Pública Innovadora. Para redefinir y hacer más eficaces
todos los servicios públicos al servicio del ciudadano e incentivar
a la pequeña y mediana empresa e innovadores.
Gran
parte de las últimas generaciones, nuestros jóvenes, conocían bien
en muchos ámbitos las nuevas formas de trabajar, formarse y
relacionarse. El trabajo fuera de oficinas, siempre en movilidad o en
centros colaborativos, no les resultaba extraño. Al igual que no
podemos perder el conocimiento y experiencia de nuestros senior,
tampoco debemos perder ni dejar de aprovecharnos del conocimiento y
experiencia de "nuestros menores". Aprendamos de ellos, de
esa capacidad adquirida, porque su mundo no era el nuestro a sus
edades, a adaptarse al cambio, de su rapidez de asimilación, de su
flexibilidad en sus hábitos, de su capacidad para generar proyectos
con tecnología y sin papel, de absorber las nuevas tecnologías
emergentes con mente abierta. Quienes ya emprendían y generaban
negocios pensando en digital desde la mera idea en su cabeza, tenían
dos grandes compañeros
en el camino:
los socios, e internet, su gran aliado. El COVID-19 va a cambiar
todos los patrones sociales y de trabajo, pero también debe
enseñarnos a prepararnos, porque habrá otros, a nuevos escenarios,
y a cambiar de metodologías. No es un drama, es previsión y
capacidad de aprovechar los cambios. El trabajo online,
la no dependencia de desplazamientos a "nuestro despacho u
oficina", y el ahorro de tiempo y costes económicos, son una
ganancia incalculable que hay que saber reinvertir. En todos aquellos
sectores y ámbitos que lo permitan. Nuestra conciliación y nuestro
clima también lo agradecerán. Igual incluso nos hacemos más
humanos, con mayor tiempo para relacionarnos.
Si
ya de por sí el nuevo ecosistema digital generado en los últimos
años nos demostraba la necesidad de saber poner en marcha productos,
servicios o negocios de una manera ágil y rápida asentados en base
tecnológica para que cualquier empresa fuera competitiva y
perdurable, la experiencia que sufrimos ahora con el COVID-19 nos
debe enseñar a ser más conscientes aún de ello. Porque este no va
a ser el último drama viral que vamos a vivir. Pero vamos a tener
mejores herramientas, mayor conocimiento, mejor tecnología, y quiero
creer que habremos asumido la necesidad de pasar cuanto antes a la
acción.
La
situación que viene no va a ser fácil, no, va a ser muy difícil.
Pero, como suele decirse, tenemos dos opciones, preocuparnos u
ocuparnos. ¿Qué puede hacer la tecnología por mi? ¿Cómo puede
ayudarme a reactivar la economía, nuestros negocios, nuestros
trabajos, nuestros servicios públicos?. ¿Debo invertir en mi web
profesional y en digitalizar mi negocio o profesión?. ¿Seremos
conscientes que deberemos formarnos
de continuo?. Aprender de la situación que estamos viviendo es algo
que no debemos ni podemos desaprovechar. El planteamiento debe ser
bastante más amplio, profundo, y a largo plazo. Los
efectos del COVID-19 nos presentan tendencias tecnológicas que,
aunque muchas entran dentro de las que hasta ahora denominábamos
emergentes, se nos aparecen ahora ya no de futuro sino de presente
cercano para transformar la sociedad, la economía, el mercado y lo
público. Es urgente la inversión en formación desde los servicios
públicos para acelerar la inclusión digital de toda la población,
para poder afrontar el nuevo
sistema socioeconómico y la efectiva transformación digital de la
sociedad.
Parece
que todos estamos de acuerdo que las economías, a escala mundial,
van a tener que afrontar varios años difíciles para llegar a la
estabilización anterior. Qué peso van a tener los Estados y cual el
sector privado en esta nueva situación es difícil calcularlo.
También estamos de acuerdo en que la forma de producir, consumir y
relacionarnos va a cambiar. Por ello es urgente el reciclaje
ciudadano en la transformación digital. Y en este y definitivamente
nuevo mundo digital que nos va a impactar, ahora ya no es negociable
el incorporar la accesibilidad y usabilidad en los productos,
servicios y entornos Tic. De no ser así, crearemos la mayor brecha
social conocida, con enorme impacto económico en nuestros servicios
públicos y en las cuentas de resultados de nuestras empresas. No
hace falta ser muy adivino para prever el crecimiento de pagos y
transacciones electrónicas sin contacto, de la telemedicina, de
congresos y reuniones virtuales, de cambios de medios de transporte
convencionales a inteligentes, de acceso al ocio mediante realidad
virtual y el auge del internet de las cosas, limitando contactos
físicos. Todo ello debe crear nuevas oportunidades de negocio, y
volver mas eficientes nuestros sistemas sociosanitarios. Pero para
hacerlos sostenibles, universales, no discriminatorios y
verdaderamente eficientes, todo el entramado tecnológico que lo
sustente debe ser accesible y usable.
Las
oportunidades vienen dadas porque todo va a cambiar, y todo cambio
requiere innovación y nuevas metodologías. El ser humano es social
en sí mismo, y necesita relacionarse, eso no va a cambiar. Pero sí
las formas. La pequeña empresa debe tener ahora urgencia en
readaprse y reacondicionarse. El mercado se va a reinventar, y va a
girar en gran medida en torno a grandes cadenas y distribuidores.
Pero el creador, productor y generador de productos y servicios va a
seguir siendo, mayoritariamente, la pequeña y mediana empresa, sobre
las que necesariamente necesitan asentarse las grandes. Serán las
que mejor y más rápido se adapten y transformen digitalmente
quienes pervivirán. Y aquellas que mejor se preparen para adaptarse
a futuros cambios. Creo que, por fin, nos hemos "creído"
que las nuevas tecnologías son la clave para afrontar el futuro. Lo
estamos viendo en la lucha para evitar contagios y acelerar la
investigación epidemiológica. Pero las nuevas tecnologías también
son la clave en la nueva economía definitivamente tecnológica. Y en
ella, las
empresas también pueden resolver problemas sociales. El cambio de
filosofía consiste en que se puede ayudar con modelos de negocio
accesibles que sean sostenibles
en el tiempo. Se puede invertir con foco social sin perder la
perspectiva financiera, y no solo no debemos avergonzarnos por ello,
sino que debemos enorgullecernos de saber hacerlo.
El
mundo, es evidente, habrá sufrido cambios después de la pandemia
actual, pero nosotros también. El replanteamiento social y
productivo que debemos acometer debe obligarnos a centrarnos en
grandes objetivos y dejar de parchear problemas. Y obligar, y exigir,
que nuestros responsables públicos aprendan también; se supone que
tienen estudios. Quien niegue que se va a poder seguir avanzando,
creciendo, ser eficiente, eficaz y competitivo es un necio. Pero esta
adaptación requiere planificación e inversión. Sí, inversión
pública en formación ciudadana para la inclusión, e inversión en
productos, servicios y entornos accesibles y adaptados para todos. La
transformación digital hacia entornos inteligentes y digitales
adaptables a la diversidad poblacional deja de ser opcional. Para el
sector público, para ser eficiente, bien gestionados y sostenibles;
para el sector privado, para poder ser competitivo. En ambos casos,
el secreto va a ser la capacidad de adaptación a los nuevos
requerimientos de ciudadanos y consumidores o clientes. El reto para
subirnos a la gran cantidad de oportunidades que se presentan, es
aprender a jugar con las nuevas reglas del juego que se están
redefiniendo. Porque es evidente que las reglas del juego están
cambiando, y creando un nuevo juego. Ante ello, es necesario aprender
a jugar rápido y practicar mucho. Ahora bien, las reglas y las
piezas del juego deben ser ya, sin excusa, accesibles y usables por
todo. La tecnología, amigos, lo permite. No hacerlo, ya es
negligencia.
Quizás
para
nuestros empresarios, innovadores, investigadores y profesionales de
cualquier sector no
sea necesario,
demuestran su valía día a día. Pero a la mayoría de nuestros
responsables públicos actuales sí convendría recordarles la frase
de Séneca, cargada de razón, "No
hay viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige".
Coincido en muchas de tus observaciones.Lo fundamental es que se abre una oportunidad de replantearnos la vida , que por otra parte ya tocaba.En mi opinión la situación debe servir para construir una sociedad mas equitativa , que aunque siga sostenida por una economía de mercado productiva tenga mucho mas en cuenta la conservación del planeta y la consideración social.Las inversiones en nuevas tecnologías y en el ámbito social deberán tener un peso muy superior al actual.En cuanto a los servicios públicos , estos deberán aumentar sus presupuestos de forma considerable ,dedicando un porcentaje muy superior en el capitulo de inversiones ,facilitando los gobiernos una mayor disposición a compartir la gestión con los ciudadanos , y no solo orientando al control la misma.
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