Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. (Bertolt Brecht)

Muchos me llamaran aventurero, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. (Ernesto "Che" Guevara)

Aquellos que ceden la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad. (Benjamín Franklin)

lunes, 18 de noviembre de 2019

La Usabilidad de las Smart Cities: más allá de la accesibilidad.

Juan Carlos Ramiro
CEO de AISTE (“Beneficio Social, Beneficio Económico”)
La Usabilidad de las Smart Cities: más allá de la accesibilidad

       La usabilidad es la característica que permite a todos aquellos productos, servicios y entornos que se hallan presentes en la ciudad su utilización sin ningún tipo de discriminación por los ciudadanos. La usabilidad lleva intrínseca, lógicamente, la accesibilidad en esos productos, servicios y entornos; pero va más allá. Engloba también el cómo, donde y de qué manera deben estar diseñados y construidos los espacios en la ciudad, para que puedan ser utilizables por los ciudadanos. De nada sirve llenar la ciudad de productos y servicios accesibles exclusivamente, si el acceso a ellos es limitativo o imposible, y sus localizaciones carecen de soluciones de continuidad entre ellas, al hallarse aisladas unas de otras. Porque la misión de la Smart City debe ser perseguir una mejor calidad de vida al ciudadano, en toda su diversidad, de forma sostenible. Y no necesariamente con las últimas tecnologías inteligentes, pero sí que tanto ellas como la interrelación de todas funcionen bien. Sencillamente, es potenciar la autonomía y posibilidades de sus ciudadanos.
       Recomiendo leer el artículo “El peligro de las ciudades demasiado inteligentes y poco humanas”, publicado en Planeta Futuro de El País en octubre de 2016. En él, se afirma que “después de unos años en los que la perspectiva dominante ha sido la tecnológica, han ido ganando protagonismo aquellos planteamientos que ponen el foco en el ciudadano como epicentro”. Retoma de esta forma la reflexión “¿Smart cities o Smart Citizens?”. En este mismo artículo Dan Hill, de forma completamente acertada y lógica (algo no demasiado habitual a veces) afirma que "las ciudades inteligentes serán aceptables en la medida que sigan un enfoque de abajo a arriba, dirigido por los ciudadanos". También mantiene que “todo el debate alrededor de las smart cities aún no ha sido capaz de responder a algo tan sencillo como cuál será el impacto que la adopción de las tecnologías por parte de las ciudades tendrá en el día a día de las personas que viven en ellas”.
        El gran, quizás el mayor, desafío al que se enfrentan las ciudades para ser innovadoras es la necesidad de ser diseñadas para adaptarse a los requerimientos de sus habitantes y visitantes, teniendo en cuenta su diversidad, funcional y sociocultural. El foco de la innovación en la Smart City debe centrarse en el ciudadano, residente o visitante. Progresamos gracias a la innovación social. Esto significa que toda actuación debe construirse pensando en las necesidades de la persona, por y para la persona; y su objetivo último, lograr su mayor bienestar conociendo sus necesidades. Todos estas premisas están englobadas dentro del concepto Human Centered Design. Con el fin de hacer que sus infraestructuras y servicios públicos sean utilizables por todas las personas en igualdad de condiciones, con mayor eficiencia e interactividad. Es, en definitiva, el diseño centrado en el usuario; un diseño donde todas las piezas encajan perfectas, por su diseño coherente a los mismos principios sociales. Proporcionando de esta forma a la ciudadanía un ecosistema capaz de dar respuesta a las necesidades de sus habitantes. No es casualidad que el relativamente reciente concepto de IoT esté empezando a estar obsoleto, y esté dejando paso al concepto de IoE: “Internet of Everything”. Es pasar del criterio tecnificado de la tecnología al criterio social. Es pasar del concepto tradicional de accesibilidad del producto o servicio en la Smart City, al concepto global de Usabilidad de la Smart City, que integra de por sí la propia accesibilidad. Y para conseguir esta Usabilidad, la propia ciudad podría convertirse en un Living Lab vivo que permitiera probar nuevas tecnologías y sistemas inteligentes.
         El el año 2014 Tel Aviv se llevó el premio a la mejor ciudad inteligente, durante la cuarta edición del Smart City Expo World Congress, por algo aparentemente “normal”, un despliegue masivo de wifi en la ciudad. Su objetivo, decían, les permitió “articular un modelo de interacción con los ciudadanos, el Digitel Resident Club, que se basaba no solo en el debate sobre asuntos públicos sino también en crear comunidad entre todos los vecinos y conseguir involucrarlos”. Los socios que se registraron en esta plataforma eran vendedores potenciales, y los ciudadanos clientes potenciales: se convenció al sector privado bajo el concepto de win to win para finaciarlo. Pero en toda su exposición, en todo su planteamiento, no se mencionaba en modo alguno la accesibilidad. ¿Pensarían, entonces, en involucrar a todos los ciudadadanos, mayores, con discapacidad o limitaciones?. ¿Es esto suficiente?. ¿Basta con crear la gran autopista de la información cruzando toda la ciudad, sin contemplar la accesibilidad digital en su construcción y accesos?.
        La “ciudad” tiene que escuchar qué importa los ciudadanos, escuchar permanentemente. Cuando escuchas creas valor para el ciudadano, y eso crea participación. Lo dice Hila Oren (CEO de la Tel Aviv Global), quien lleva años aconsejando que, “para crear estrategias de ciudad inteligente, primero hay que crear ciudad. Recoger todo lo que la ciudad puede ofrecer hoy para hacerla mejor y más grande, y así crear valor para los ciudadanos. En segundo lugar, escuchar a los vecinos. Una ciudad es verdaderamente inteligente cuando escucha para saber qué les importa a sus conciudadanos y cómo se quieren informar de ello”.
         De esta forma, también se accede al conocimiento de las condiciones de accesibilidad que requieren los productos, servicios y entornos que componen el ecosistema de la Smart City, y la forma de interconectar todos ellos en forma de continuidad de utilización para lograr la plena Usabilidad de la ciudad.
         No “escuchar” y aprender agrava la situación, de manera preocupante, para colectivos de ciudadanos especialmente sensibles y afectados por el diseño de las Smart Cities: mayores, personas con discapacidad o limitaciones. Más aún en amplios territorios como el europeo, donde el envejecimiento poblacional es ciertamente preocupante. Y, por supuesto, para la propia economía, donde los ciudadanos enmarcados dentro de la denominada Silver Economy (mayores de 55 años) van a tener cada vez mayor peso en el mercado.
         ¿Quién tiene la experiencia de la ciudad?. Sin duda, el ciudadano. No el profesional, por muy Honoris Causa o Doctor Emérito que sea. La experiencia de usuario como ciudadano mayor o con discapacidad, sólo la da la propia actividad del día a día, la vivencia en su contacto con la ciudad, y con las limitaciones que la ciudad nos presenta. El detalle de la necesidad, o requerimiento, de nuestra interactuación con la ciudad sólo se entiende a partir de la experiencia de quienes viven en ella. La diferencia, y la importancia de hacer bien las cosas, muchas veces, está en el detalle. Y esto sólo se aprende cuando se toma en cuenta la experiencia del ciudadano con limitaciones en su día a día con la ciudad. La eficiencia energética, la iluminación inteligente, el tránsito de vehículos de manera fluída o edificios interconectados entre todos sus componentes, serán totalmente ineficientes si no tomamos en cuenta la diversidad del ciudadano.
        Hoy en día, y cada vez más, tenemos más y mejor tecnología, más accesible y usable, desde tecnología de consumo, profesional o industrial; pero ésta, tomada individual o aislada, no es garante para hacer de una ciudad una ciudad inteligente, no segregadora. Los modelos actuales de Smart Cities, centrados en mejorar la movilidad en gran medida, no funcionan de manera óptima porque no se realizan pensando en las personas.
       Se están diseñando las ciudades inteligentes en despachos, sin la experiencia de usuario como ciudadano. Cada año, se organizan múltiples congresos profesionales (no del Tercer Sector o asociativos sociales) sobre Ciudades Inteligentes. Pero, ¿dónde figura o en cual participa la experiencia del ciudadano con limitaciones o del ciudadano mayor?. El conocimiento profesional de un arquitecto, ingeniero, responsable público o comercial, por no decir del político, es incompleto sin ese conocimiento de experiencia de usuario; incompleto, y muy peligroso por su implicaciones sociales, y muy costoso para una economía de gasto público. Costoso, porque lo mal hecho o diseñado, siempre genera ineficacia de los derechos, y para después garantizarlos es necesario remodelar con mayor inversión, y productos adicionales, lo ya puesto en servicio.
         La ciudad ya no es solo el espacio físico, es también el virtual. En la Smart City desaparece la barrera física de interactuación directa sobre el terreno, y se presenta la barrera virtual de interactuación con el mundo digital, y los servicios públicos y privados desarrollados sobre él. Es más, si no se tiene sumo cuidado en el diseño físico y contextual de estos accesos, el problema es mucho más grave en función de uno de los principales riesgos de la sociedad de la información: el aislamiento social. En el “mercado” tradicional la persona (como consumidor de servicios) se mueve en un terreno real, físico, saturado de “iguales” de los que puede recabar el apoyo que pueda necesitar en un momento dado. En el “mercado” virtual, en cambio, la relación y apoyo social desaparece en muchas de sus facetas, para convertirse en una lucha individual y personal para participar en el mismo como usuario. La ventaja de una adaptación de los entornos y servicios de la Smart City a personas con discapacidad, mayores o limitaciones, haciendo su acceso y utilización igualitario para todos, aporta un beneficio muy por encima del coste. Es esta adaptación, y adaptabilidad mediante soluciones de IA, en muchos casos, la que permite la Usabilidad de la Smart City.
       Así, el diseño de cualquier nuevo proyecto bajo el concepto de la denominada Smart City, debe tener presente la utilización, aplicación y adecuación de los conocimientos científicos, técnicos y sociodemográficos presentes, por cuanto no se puede hablar ya de futuro: al ritmo que avanza la tecnología, apenas existe el futuro y sí el presente continuo inmediato. Cualquier error en la planificación y desarrollo de los servicios tecnológicos en las “nuevas ciudades”, ya sea en su vertiente física o de contenidos, conlleva un grave riesgo de exclusión de colectivos sociales.
        Los medios que posee hoy la humanidad a través de las denominadas Nuevas Tecnologías, focalizada principalmente en los países desarrollados, debieran posibilitar definitivamente la mayor revolución en nuestra historia enfocando todo su potencial hacia el acceso universal y utilización en igualdad de condiciones. Proporcionando los medios adecuados para acceder a los productos, servicios y entornos en cada lugar de estos nuevos escenarios urbanos que se están creando a ritmo vertiginoso. Poniendo de esta forma los medios para el desarrollo de la ciudad inteligente y progresivamente incrementar exponencialmente el bienestar social, el beneficio económico del sector privado, y la eficiencia y eficacia de los servicios públicos. La tan loada sociedad informacional basada en las Nuevas Tecnologías, dista mucho de ser actualmente así. Sin embargo, con los medios y estrategias adecuadas, sí podría serlo. Medios, para sólo incorporar productos y servicios digitales accesibles. Estrategias, para englobar todos ellos en un diseño de entorno que permita el uso y acceso contínuo, sin lagunas entre ellos. Es decir, creando la Usabilidad de la Smart City. Algo muy presente en los Espacios Integrados Inteligentes de AISTE, por ejemplo.

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